Miles de personas han invadido la Puerta del Sol de Madrid y las calles céntricas de otras ciudades de España. Quieren manifestar su hartazgo con los políticos de un signo y de otro que han dejado a toda una generación con un paro del 50% y el resto mayoritariamente en la precariedad laboral.
Son los herederos de las diferentes olas especulativas sobre las que se alzaron los gobiernos de González, Aznar y ZP y sus amiguetes con su anhelo de enriquecimiento y poder absoluto, a costa de cualquier cosa, destruyendo a la vez la sociedad y la economía española. Parece un signo de esperanza ver un despertar social en este pueblo español, antaño tan digno, generoso y luchador, pero anestesiado por la subvencionitis empezada por Felipe González y ampliada por los gobiernos de Aznar y ZP.
Ya a principios de los años 1980, el partido socialdemócrata alemán envió una comisión a España para que Felipe González les explicara cómo un país podía aguantar dos millones de parados sin reventar en revueltas callejeras. Los historiadores coinciden en que Hitler llegó al poder, porque el número de parados en la Alemania de 1933 había sobrepasado los 4 millones, ¡en un país con el doble de habitantes que España!
En los años 1990, el sociólogo norteamericano James Petras certificó oficialmente la muerte de la sociedad española. En su libro sobre los 13 años de Felipe González en el poder constata que tras 13 años de ataques contra la familia y todas las demás estructuras sociales que no se sometían a su régimen, Felipe González había conseguido doblegar la sociedad civil española, cínicamente haciéndose pasar por su salvador.
Las técnicas de pan y circo se han perfeccionado aún más desde entonces y hoy los poderosos ya no tienen que temer una revolución, ni siquiera con el doble de tasa de paro de la que llevó a la Alemania de los años 1930 a su gran cataclismo. El totalitarismo consumista se ha vuelto tan eficaz que los cómplices de los especuladores financieros se salen con la suya, generando paro, esclavitud infantil y cientos de millones de muertos por hambre en todo el mundo sin tener que temer ni levantamientos populares ni su propio juicio de Nuremberg.
¿Qué significan entonces las repentinas movilizaciones de los “indignados”?
En primer lugar, son una expresión obvia de que una sociedad acallada no es una sociedad que ha perdido sus esperanzas. Las personas queremos trabajar, queremos tener un futuro, queremos progresar, queremos ser solidarias. La sensación de impotencia es resultado del individualismo y resignación que nos han inyectado décadas de propaganda que prometía el paraíso consumista, acompañado de un dudoso estado “de bienestar”, corrompido por subvenciones y clientelismos.
Todos queremos salir de la resignación y protagonizar nuestra historia. El ser humano está hecho para la autogestión y la solidaridad. Los que muestran su indignación públicamente quieren eso.
Pero, ¿realmente es una manifestación social tan espontanea como parece? ¿O hay intereses ocultos detrás, aprovechándose del deseo de solidaridad y protagonismo social de los españoles?
Mucho me temo que las viejas estrategias comunistas de manipular las “masas” en beneficio propio siguen tan vigentes como siempre. Desde IU niegan cualquier relación – pero no hace falta ser de la CIA para descubrir la página web del partido contiene la convocatoria a la manifestación original del 15 de mayo. Una vez más tiran la piedra y esconden la mano, sin importarles el coste social que tiene la frustración así sembrada entre los participantes en las manifestaciones.
En la Puerta del Sol, los “organizadores” han dado instrucciones a los asistentes de no hablar con la prensa sino de remitirlos a los “portavoces oficiales”. Un sistema autoritario y manipulador que nada tiene que ver con aquel “florecer autogestionario” que intentan aparentar.
Sería triste que los profundos deseos de protagonismo social que siguen vivos en cada ser humano y en la sociedad española fueran secuestrados por una nueva acción de “masas” manipuladora de unos cobardes intereses partidistas que ni siquiera se dan a conocer abiertamente.
Quedan muchas preguntas que ni los organizadores, ni los partidos actualmente representados en las instituciones quieren contestar.
¿Será que cada elección irá ahora precedida de acciones “masivas” convocadas por SMS, Facebook o Twitter?
¿Las movilizaciones se convertirán en un movimiento social permanente y liberador o morirán cuando hayan cumplido su papel oportunista de manipulación electoralista de la opinión pública?
Experiencias anteriores, desde el 0,7% hasta el los previos del 14M, desgraciadamente hacen sospechar lo contrario.
Hablaremos después de las elecciones generales. Ahí se verá si estamos ante una nueva pantomima electoral de determinados grupos de interés, o si estamos ante una realidad nueva y esperanzadora. Mucho me temo que sea lo primero.
Sea lo que sea, no permitamos que unos pocos jueguen con la generosidad del pueblo ni que secuestren para su propio interés su deseo de luchar contra los despropósitos de nuestra sociedad, frustrando, en definitiva, sus esperanzas depositadas en estos aparentes conatos de protagonismo de las personas. Hay que trabajar desde la Autogestión y la Solidaridad, porque lo que importa es la Persona, libre y asociada.
*Rainer Uphoff es asesor de empresas, especialista en Gestión del Cambio y Autor del Libro “Sophie Scholl frente al Totalitarismo” en el que analiza la resistencia cristiana alemana contra el totalitarismo nacional-socialista