¿Para cuándo la solidaridad con los discapacitados?

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En España hay 3,5 millones de discapacitados y dos de cada tres se encuentran en el paro. Además, 900.000 de ellos están dentro de total inactividad, es decir, que ni tan si quiera busca trabajo. En esta franja, las mujeres representan el 76%. Lo que ignoran muchas personas, dado el poco interés que muestran los gobiernos de turno en defensa de los más débiles, es que la ley exige que el 2% de la plantilla de las empresas privadas con más de 50 empleados esté conformado por personas con algún tipo de discapacidad…

Francisco Sandalio

En España hay 3,5 millones de discapacitados y dos de cada tres se encuentran en el paro. Además, 900.000 de ellos están dentro de total inactividad, es decir, que ni tan si quiera busca trabajo. En esta franja, las mujeres representan el 76%. Lo que ignoran muchas personas, dado el poco interés que muestran los gobiernos de turno en defensa de los más débiles, es que la ley exige que el 2% de la plantilla de las empresas privadas con más de 50 empleados esté conformado por personas con algún tipo de discapacidad. La ley de integración admite que si no se contrata directamente a las personas con discapacidades se debe ser cliente de alguno de los centros especiales de empleo, pero no tiene un ningún carácter sancionador. Este cupo aumenta hasta el 5% en el caso de las empresas públicas; sin embargo, las organizaciones que cumplen este requisito son una minoría como se dedujo en las jornadas sobre integración laboral organizadas por La Fundación ONCE y el semanario Nuevo Lunes.

¿No es hora de exigir a sindicatos, partidos políticos, gobiernos autonómicos y en especial al Gobierno del Señor Zapatero que tengan un poco de vergüenza y exijan cumplir la ley con los más débiles en esta sociedad ferozmente salvaje y competitiva? Estas personas saben en primera persona lo que es ser rechazado para un puesto por la desconfianza que despierta una silla de ruedas, o cualquier otra discapacidad… Muchas de estas personas exigen vivir con dignidad y luchan diariamente por ello, incluso organizados en diferentes asociaciones, pero su voz es silenciada por el imperio mediático que dirige la opinión pública; ellos no desean caer en la desesperación, el suicidio; no desean remar «mar adentro», sino estar afuera, donde se les vea y puedan contribuir a una sociedad más justa y fraterna. Desean ocupar el lugar que les pertenece, aunque remando contra corriente, salvando todo tipo de obstáculos en esta cultura contra la vida…

¿Qué tiene que ocurrir para que estos 3,5 millones de discapacitados sean respetados?. Estoy seguro que si una docena de ellos decidieran presionar moralmente en las puerta del Parlamento con un día de ayuno o algo parecido, a todos se nos caería la cara de vergüenza… Una sociedad es justa en la medida que los más débiles ocupen el primer lugar…