Se trata de una tradición de siglos, desarrollada por San Francisco de Asís para hacer ver a los pobres, entre los que él vivía, el amor de Jesús con ellos, al querer nacer pobre como ellos, sin casa como ellos, refugiado y víctima del poder establecido, como ellos.
De nuevo, como ocurrió el año pasado, la prensa nos trae la noticia de algunas instituciones opuestas a que en sus espacios se represente un Belén de Navidad. Se trata de una tradición de siglos, desarrollada por San Francisco de Asís para hacer ver a los pobres, entre los que él vivía, el amor de Jesús con ellos, al querer nacer pobre como ellos, sin casa como ellos, refugiado y víctima del poder establecido, como ellos. Buena noticia para los pobres, los desvalidos y los débiles. Por eso los belenes están llenos de pobres, representados en los pastores, a los que se anuncia que les ha nacido un rey, encarnado en ellos, para traer una noticia de paz y solidaridad a todos los hombres, pero desde el lugar de ellos. Y este acontecimiento, que llena de alegría la vida de aquellos pobres y humildes, los reúne en fiesta alrededor del recién nacido entre la basura y los desechos de un establo. La Navidad es la fiesta de los pobres, y el Belén es su representación. Ya sabemos que nos hemos empeñado, los que vivimos bien, en disimular al máximo este significado.
Sin embargo, a pesar de ello, los belenes siguen siendo representados más o menos de la misma manera en todo el mundo, en todos los continentes, como un pueblo de agricultores y pastores pobres que se mueven, llenos de alegría, hacia el lugar del nacimiento de un niño en un pesebre.
¿Por qué molesta entonces un Belén? ¿A qué pseudo-progresismo responde? ¿Quién anima a esta parte de la «izquierda» que hace propuestas tan irracionales, tan anti-izquierdas? No nos duele tanto, incomprensiblemente, sustituirlo por un árbol de bolas rojas y verdes, o un papa noel lleno de regalos, o unas tiras de colores vistosos que rememoran y animan, ahora sí, al consumo desenfrenado e irracional desde el que los grandes centros comerciales proponen que vivamos estas fechas.
No es neutro quitar los belenes, esa gran representación para los niños y mayores de la gran fiesta de amor hacia los pobres.