Yo sigo pensando que la Navidad hoy tiene otro rostro: el rostro de los inmigrantes que llenan nuestras calles y enriquecen nuestro país, el rostro de los hambrientos de los países de dónde ellos vienen.
Acabo de bajar a comprar leche y en el super me han dado una bolsa con decoración navideña: el brindis de una mujer borracha. No sé que opinarán las autoridades sanitarias de que se difunda de esa manera una droga, por legal que sea. Tampoco se qué habrá en la cabeza de los publicistas que ya no les valen los papas noel, ni los renos, ni los árboles,… como signos de su navidad-consumo, y recurren como icono a algo siembre degradante como es una borrachera.
Yo sigo pensando que la Navidad hoy tiene otro rostro: el rostro de los inmigrantes que llenan nuestras calles y enriquecen nuestro país, el rostro de los hambrientos de los países de dónde ellos vienen. En ellos podemos ver a María y José, dos emigrantes que deben volver a Belén a empadronarse, para conseguir sus papeles; como pasa hoy en nuestras costas, también su hijo nació fuera de la posada y lo acostaron en un pesebre. Podemos verle, ya con Jesús, huyendo a Egipto del salvaje genocidio de un tirano como Herodes. La Navidad es Dios solidario, que se hace emigrante y refugiado, la Navidad es nuestra solidaridad con ellos.
José Ramón Peláez Sanz