Socialismo es una palabra hermosa, y hasta donde yo sé, en el socialismo todos los miembros de la sociedad son iguales, ninguno se halla en una situación inferior, y nadie está por encima de los demás. En el cuerpo individual la cabeza no es superior porque esté en la cima del cuerpo, ni son inferiores las plantas de los pies porque están tocando la tierra. En la misma forma en que los miembros del cuerpo individual son iguales, lo son los miembros de la sociedad. Esto es socialismo.
En él el príncipe y el campesino, el opulento y el pobre, el empleador y el empleado están todos en el mismo nivel. En términos de religión no hay dualidad en el socialismo. Es todo unidad. Si nos fijjamos en la sociedad en todo el mundo, veremos que no hay sino dualidad o pluralidad. La unidad brilla por su ausencia. Este hombre es superior, aquél es inferior; ése es un hindú, el otro un musulmán, un tercero cristiano, un cuarto parsi, un quinto sikh, un sexto judío. Hasta entre ellos hay subdivisiones. En la unidad que yo concibo existe unidad perfecta en la pluralidad de los designios.
Si queremos alcanzar este estado no debemos considerar las cosas filosóficamente y decir que no tenemos necesidad de dar ningún paso hasta que todos se hayan convertido al socialismo. Sin cambiar nuestra vida podemos andar por ahí dando discursos, formando partidos y apoderarnos de la presa, como los halcones, cuando se atraviesa en nuestro camino. Esto no es socialismo. Mientras más lo tratemos, como presa de la que podemos apoderarnos, más se retraerá de nosotros.
Este socialismo es tan puro como el cristal, y requiere, por lo tanto, medios cristalinos para realizarlo. Los medios impuros dan como resultado fines impuros. De ahí que no sea posible igualar al príncipe con el campesino cortando la cabeza del príncipe, ni puede igualearse con el proceso de cortar cabezas al empleador con el empleado. No se puede alcanzar la verdad con la falsedad. Sólo la conducta veraz puede alcanzar la verdad, ¿no son acaso mellizas la verdad y la no violencia? La respuesta es un enfático «no». La no violencia está incrustada en la verdad y viceversa. De allí que se haya dicho que son dos caras de una misma moneda. Cada una es inseparable de la otra. obsérvese la moneda en ambos sentidos. Se deletrearán las palabras en forma distinta, pero el valor es el mismo. Este estado bendito es inalcanzable sin una pureza perfecta. Haga lugar a la impureza de la mente o el cuerpo, y tendrá a su lado a la mentira y la violencia.
Por lo tanto sólo los socialistas, veraces, no violentos y de corazón puro podrán establecer una sociedad socialista en la India y en el mundo. Hasta donde yo sé, no hay país alguno en el mundo que sea puramente socialista. Sin los medios descritos más arriba, la existencia de una sociedad así se hace imposible.
(*) Del libro «Mi socialismo» Edics. Voz de los sin Voz
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