En 2002, Karol Wojtyla elogió las cualidades morales del nuevo Pontífice. El hoy Papa Benedicto XVI fue durante el largo pontificado de Juan Pablo II su fiel mano derecha, la personalidad eclesiástica más visible del Vaticano que condujo con mano férrea los designios de la doctrina de la fe y, al mismo tiempo, una de las personas de confianza más próximas al Pontífice fallecido.
miércoles 20 de abril de 2005
La Razón
L. R. S.
Madrid- El hoy Papa Benedicto XVI fue durante el largo pontificado de Juan Pablo II su fiel mano derecha, la personalidad eclesiástica más visible del Vaticano que condujo con mano férrea los designios de la doctrina de la fe y, al mismo tiempo, una de las personas de confianza más próximas al Pontífice fallecido.
Aunque aquellos que le conocían de cerca, como el propio Juan Pablo II, sabían muy bien que el cardenal Ratzinger, lejos de los estereotipos formados acerca de su proyección como figura pública de la Iglesia, es en realidad una persona de trato muy afable y abierto, que exhibe una gran modestia (dicen que le agrada viajar en clase turista), y un amante de la música clásica. Pero Raztinger es también una personalidad muy poderosa en el plano intelectual.
La faceta más destacada.
Y es precisamente esta faceta la que destaca en particular Karol Wojtyla en una carta remitida al cardenal alemán con motivo del 50 aniversario de su ordenación como sacerdote. La misiva fue escrita en junio de 2002. La coincidencia de esta celebración, escribe Juan Pablo II, con «la solemnidad litúrgica de los Santos Apostoles Pedro y Pablo, me recuerda su visión de los amplios horizontes espirituales y eclesiásticos: la santidad personal sometida al sacrificio supremo, la procesión misionera combinada con la constante preocupación de la unidad, y la necesaria integración del carisma espiritual y el ministerio institucional».
El Sumo Pontífice continuaba recalcando en su escrito alguna de las cualidades que más le gustaban del que ha sido su mano derecha.
«El objetivo por el que siempre te has esforzado desde tus primeros años de vida sacerdotal ha sido servir a la verdad, intentando conocerla cada vez con más profundidad y divulgarla de la manera más amplia posible». Con estas palabras explícitas y escritas desde el corazón se refería Juan Pablo II al que desde ayer es su sucesor, Benedicto XVI.
Wojtyla escribió estas líneas precisamente cuando el propio Ratzinger llevaba sobre sus hombros la pesada carga de la Prefectura para la Congregación de la Doctrina de la Fe.
Juan Pablo II y Benedicto VI mantuvieron siempre una relación muy estrecha y éste fue el colaborador más cercano de su antecesor. Prueba de ello, es que Ratzinger fue el enviado especial de Juan Pablo II a los actos del XII centenario de la diócesis de Paderborn.
Otro claro ejemplo del especial vínculo que mantenían ambos es la asistencia por parte de Ratzinger a las asambleas ordinarias y especiales del sínodo de obispos.
Energía intelectual.
En la carta que Juan Pablo II envió al que hoy es su sucesor con motivo de los cincuenta años de su ordenación sacerdotal rememoraba: «Hace 20 años te pedí colaborar a tiempo completo como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Desde entonces no has dejado de prodigar tus energías intelectuales y morales para fomentar y tutelar la doctrina sobre la fe y las costumbres en todo el orbe católico (…), mientras alentabas estudios dirigidos a aumentar el conocimiento de la fe para responder convenientemente a los nuevos problemas que surgen del progreso de la ciencia y la civilización, a la luz de la Palabra de Dios».
El entonces Pontífice, Juan Pablo II, no sólo elogiaba las virtudes morales de Benedicto XVI en su misiva, sino que además dedicaba a Ratzinger numerosos elogios referidos a sus cualidades intelectuales.
«Tus brillantes estudios filosóficos y sobre todo teológicos y la llamada precoz al papel de docente en las universidades alemanas más importantes, deben ser vistos en esta perspectiva de fe», afirmaba el propio Pontífice en su carta.
«Expresaste la intención que siempre te ha guiado en tu compromiso para estudiar y enseñar en el lema que elegiste con ocasión de tu cita episcopal: «Cooperatis veritatis».
Juan Pablo II también destacó en su carta la actividad académica del propio Ratzinger, que hizo que el mismísimo Pablo VI le pusiera al frente de la Archidiócesis de Munich. «Fue una transición crucial en tu vida, que desembocaría en una dirección para desarrollos posteriores».
Resaltó, además, la influencia que los apóstoles Pedro y Pablo han tenido en la vida del cardenal que hoy le sucede al frente de la Iglesia, en la que le reiteraba su «profundo agradecimiento por el impresionante volumen de trabajo que has realizado».
Yo te bendigo. Y no dudó en mostrar su agradecimiento al que hoy es su sucesor por la gran colaboración que le brindó a lo largo de todo su pontificado. «Has sido de gran ayuda en el esfuerzo diario de mi servicio a Cristo y la Iglesia. Por tanto ruego al Señor, a través de la intercesión de la bendita Virgen María, que la elección de los favores celestiales sean para tí, para tu ministerio y para todo aquello que tú amas. Y yo te bendigo desde lo más profundo de mi corazón con un fraternal sentimiento de cariño», manifestaba Juan Pablo II al que hoy es su sucesor en el último párrafo de su carta, testimonio único del afecto mutuo que se profesaban.