A raíz de la muerte de Juan Pablo II, se han comenzado a realizar los respectivos y necesarios homenajes y memoriales, los análisis y balances de su largo y fecundo ministerio. Y uno de las puntos examinados ha sido la relación entre el Papa y la llamada teología de la liberación (TL), que nos parece que no ha sido del todo adecuadamente presentada, por lo que se corre el riesgo de desfigurar este tema, tarea que intentaremos hacer, con las limitaciones del espacio que poseemos, que requeriría más amplitud.
Agustín Ortega
07.04.2005
A raíz de la muerte de Juan Pablo II, se han comenzado a realizar los respectivos y necesarios homenajes y memoriales, los análisis y balances de su largo y fecundo ministerio. Y uno de las puntos examinados ha sido la relación entre el Papa y la llamada teología de la liberación (TL), que nos parece que no ha sido del todo adecuadamente presentada, por lo que se corre el riesgo de desfigurar este tema, tarea que intentaremos hacer, con las limitaciones del espacio que poseemos, que requeriría más amplitud.
Es conocido, que la TL ha suscitado debates muy importantes, dentro y fuera de la iglesia, entre partidarios y detractores, a veces más preocupados ideológicamente de descalificarse mutuamente, que de una compresión adecuada del tema..
Pero, quitando toda ideologización y manipulación de un lado y otro, en un estudio y análisis serio y cualificado, a nivel magisterial- teológico, de los principios y claves fundamentales de la TL y la enseñanza de Juan Pablo II, veremos que hay un encuentro y convergencia de ambas, que podemos sintetizar en el primado e inter-relación entre el Amor-Caridad a Dios y los hombres, como anunciar que Dios Ama a la humanidad: en concreto, como proclamar que Dios en Cristo Ama y Salva, a una mayoría de la humanidad que sufre por el hambre, miseria, exclusión y violencia-muerte, causada por el imperialismo, la opresión e injusticia de unos valores, relaciones, estructuras y sistema neoliberal capitalista, expoliador y saqueador de sus bienes y recursos.
Ahí está el núcleo básico de la TL y de la enseñanza de Juan Pablo II: la proclamación del Amor y Salvación de Dios en Cristo en y para con la humanidad e historia concreta- es decir el Reino de Dios, encarnado en la Vida y Pascua Jesús-, que se realiza y anticipa ya en este mundo e historia, liberando de todo pecado, mal, injusticia, opresión, miseria y exclusión, y que culmina totalmente en la plenitud de los tiempos y de la vida eterna.
Vemos pues, como de esta entraña y eje temático fontal de la TL y de Juan Pablo II- de toda la tradición y enseñanza eclesial- se explicitan y se despliegan, contenidas en su misma enseñanza, claves fundamentales como:
– La vida y dignidad, inviolable y sagrada, de toda persona, como imagen y semejanza de Dios; más aún, el que carece de esta vida y dignidad, esto es, el empobrecido, el oprimido y excluido es sacramento-presencia de Cristo: es la opción y el amor parcial-preferencial por los empobrecidos y excluidos, como opción universal por la humanización, el amor, justicia y solidaridad en el mundo y la humanidad, liberado de todo mal e injusticia.
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– La salvación-liberación o desarrollo integral (de toda la persona) y universal (de todas las personas): una salvación liberadora histórica, cultural-ética, social-política, económica… y trascendente-espiritual, que se vaanticipando y realizando ya en las liberaciones históricas, en la lucha pacífica por la fraternidad, justicia, dignidad y solidaridad de la humanidad, como signo y señal, de lo que culminará en la historia-vida plena o eterna.
Es, así, un amor-caridad y solidaridad con un constitutivo e inherente carácter universal, comunitario, social-político que busca realizar el bien común, la civilización del amor, la liberación y transformación del pecado y sus estructuras de mal ( de pecado estructural)neoliberalismo capitalista (comercio injusto, sistema financiero usurero-especulativo, monopolio educativo-cultural y científico-tecnológico…), que es criticado y deslegitimado por inhumano, opresor, inmoral e injusto.
– Se trata, en forma muy urgente, de transformar profundamente una globalización neoliberal, egoísta y fundamentalista del mercado y del capital, que produce que, en este mundo, haya cada vez menos ricos-millonariosravés y a costa de que haya cada vez empobrecidos, explotados y excluidos: una autentica guerra de los más fuertes (los magnates-enriquecidos y poderosos) contra los más débiles y marginados, una cultura de la muerte; y que se revierta en una globalización humanazidora, ética en y de la solidaridad– en un nuevo orden mundial ético cultural, político y económico fraterno y justo-, del trabajo, de la socialización y distribución universal, común y equitativa de la vida, de la cultura, de los bienes y de los recursos, en una cultura de la vida en todas sus fases y dimensiones.
Juan Pablo II dijo, así, ante los obispos brasileños que «la TL no sólo era conveniente, sino útil y necesaria«, alabó a sus obispos inspiradores, como testigos de la fe: a Mons. Romero, al que rezó en su tumba, y dijo de él que era «pastor celoso y venerado»; a Hélder Cámara, al que calificó de «hermano de los pobres»….; y ensalzó, como antes había hecho Pablo VI, a sus iglesias, a las comunidades eclesiales de base, en donde había nacido, inspirado, se vivía y practicaba la TL.
Lo que El Papa Juan Pablo II y la TL- como se puede ver, a lo largo de todo lo que hemos dicho hasta ahora- han hecho y propuesto en su enseñanza es, nada más y nada menos, que recoger y actualizar en nuestra época, toda la tradición apostólica (la Sagrada Escritura: el Evangelio…), eclesial (santos padres, doctores, testigos y santos-místicos de la iglesia) y la enseñanza actual de la iglesia de los últimos Papas- de forma particular, su enseñanza social-, y que ya tuvo, en los siglos XIX y XX, un antecedente fundamental e inspirador en el movimiento obrero-social y apostólico (JOC, HOAC…, con hombres como el cardenal Cardijn o Rovirosa y Malagón en España), elogiado y admirados por los últimos Papas, incluido, de forma peculiar, Juan Pablo II en su programática encíclica Laborem Execerns, sobre el trabajo humano.
Descanse en Paz Juan Pablo II, con Dios Padre en Cristo, junto a grandes testigos y mártires de la iglesia de los empobrecidos y de la liberación, que es la iglesia universal, como los obispos Bartolomé las Casas (antecedente clave en La TL), Romero, Hélder Cámara, Gerardi, Duarte, como los sacerdotes jesuitas Rutilio Grande, Lluís – «Lucho» – Espinal, I. Ellacuría y sus 5 compañeros de la UCA… y como todo el pueblo de Dios, la iglesia de Cristo, que como Él, en su búsqueda del Reino de Dios y su Justicia, sonvíctimas y crucificados, son perseguidos y asesinados por los poderosos y enriquecidos. Juan Pablo II, El siervo de los siervos de Dios, el que preside en la caridad, el sucesor de Pedro, el pescador ya surcó su último viaje para reunirse en la Morada Eterna con Dios, con su Maestro Jesucristo el Crucificado-Resucitado, Redentor y Liberador, su Padre del Amor y de la Misericordia, y con la iglesia-comunión de todos los santos, militante y triunfante de todo mal, injusticia y opresión.
Agustín Ortega Cabrera, estudios de filosofía y teología (ISTIC), diplomado en trabajo social y experto en intervención social integral.
Completamos la anterior reflexion con los siguientes textos:
TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y D.S.I.
Textos de Voz de los Sin Voz
Solidaridad.net
TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:
«El cristiano que quiere vivir su fe en una acción política, concebida como servicio, tampoco puede adherirse sin contradicción a sistemas ideológicos que se oponen radicalmente o en los puntos substanciales a su fe y a su concepción del hombre: ni a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia y a la manera como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia personal y colectiva; ni a la ideología liberal que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como un fin y un criterio más elevado del valor de la organización social». Octogesima adveniens, nº 26.
«Entre dichos temas quiero señalar aquí la opción o amor preferencial por los pobres. Esta es una opción o una forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia». Sollicitudo rei socialis, nº 42.
«Al no ser ideológica, la fe cristiana no pretende encuadrar en un rígido esquema la cambiante realidad sociopolítica y reconoce que la vida del hombre se desarrolla en la historia en condiciones diversas y no perfectas». Centesimus annus, nº 16.
«La teología de la liberación es útil y necesaria». Juan Pablo II.
«La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. Y como se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas, tiene como consecuencia el compromiso por la justicia según la función, vocación y circunstancias de cada uno.
Al ejercicio de este ministerio de evangelización en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias. Pero conviene aclarar que el anuncio es siempre más importante que la denuncia, y que ésta no puede prescindir de aquél, que le brinda su verdadera consistencia y la fuerza de su motivación más alta». Sollicitudo rei socialis, nº 41.