El pasado sábado estuve en el encuentro que organizó en Pamplona la Acción Católica General «Cristianos y compromiso político». Hablaron cristianos de varios partidos parlamentarios, de su espiritualidad, sus motivaciones, su experiencia personal en política… y de la jerarquía de la Iglesia.
Excepto excepciones se aprovechó el encuentro para criticar a la jerarquía
de poco dialogante, conservadora, anclada en el pasado, con dificultades para
adaptarse a la democracia… No pude salir de mi asombro. Miembros de partidos
burocráticos, sin democracia interna, dependientes de las subvenciones
que pagamos entre todos, hipotecados con la banca, e incapaces de legislar a
favor de los últimos, (abortados, hambrientos, familias que no llegan
a fin de mes…), se callaron las vergüenzas de sus partidos para criticar
a la Iglesia. No tengo ninguna duda, de que la «jerarquía»,
como les gusta decir, sabe más de «opción por los pobres»
que todos sus partidos juntos. Son la Conferencia Episcopal, el Papa y la Doctrina
Social de la Iglesia, los que nos animan a trabajar para defender el derecho
de los inmigrantes «a emigrar y a no tener que emigrar», mientras
los partidos del arco parlamentario, miran a otro lado ante los 7.000 inmigrantes
que mueren cada año en nuestras aguas. El papel del cristiano en política
no debe ser el de simplemente estar, sino el de transformar el mundo político
y económico salvaje en el que vivimos, en un mundo más fraterno
y más humano.
Nuria Sánchez Díaz de Isla.
Militante del Partido SAIn y del Movimiento Cultural Cristiano