La banca armada

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Uno de los sectores más lucrativos de inversión es sin duda el de las empresas armamentísticas. El Diccionario de la Real Academia define armamento como “todo lo necesario para la guerra”. El objetivo del armamento ha sido siempre, y lo seguirá siendo, el acabar con la vida de los seres humanos en la infinidad de conflictos armados que el sistema económico imperialista neoliberal, promueve por doquier en función de sus intereses.

El Instituto de Investigación de la Paz de Estocolmo, en su anuario de 2013, recoge las ventas mundiales de armas y servicios militares de las cien mayores empresas de equipamiento bélico en el ejercicio 2011, ascendiendo éstas a 465.770 millones de dólares. La fortaleza del sector hace que sea una de las actividades preferidas de inversión para la banca de nuestro país, a pesar de firmar diversos códigos éticos y de responsabilidad social. El Informe “Inversiones que son la bomba. Negocios de la banca con empresas españolas de armamento”, elaborado por SETEM y el Centro Delàs de estudios por la paz de Justícia i Pau, nos muestra una visión interesante del problema.

Según el citado informe, desde el año 2007 al 2011, 30 empresas de armamento del complejo militar-industrial español, recibieron apoyo financiero de la banca española. Dichas empresas, fabrican barcos de guerra, aviones de combate, misiles, bombas, munición, blindados, tanques, helicópteros militares, elementos de comunicación militar e incluso bombas de racimo (hasta el año 2008 en el que un Tratado firmado por 100 gobiernos, puso fin a esta mortífera munición).

La financiación corrió a cargo de 42 entidades financieras de forma diversa: a través de participaciones accionariales en las empresas, con créditos y préstamos, o por medio de un entramado financiero complicado, en el que se entremezclan grandes transnacionales, empresas de capital riesgo, inversores particulares, SICAVs, etc…Todo ello sumó entre los años 2007 al 2011 más de 1.372 millones de euros de financiación a las empresas armamentísticas. Los diez mayores bancos que están detrás de estas operaciones han sido Bankia, Liberbank, Banco Santander, Caixabank, BBVA, Catalunya Caixa, Banco Popular, Banco Sabadell, Ibercaja y Bankinter.

Vamos a analizar las dos formas de financiar que tiene la banca en este sector. Respecto a las participaciones accionariales, la banca está presente en el accionariado de las empresas por medio de empresas de inversión intermediarias. La participación en el accionariado, por medio de fondos de inversión, supuso en los años analizados un montante de 231,87 millones de euros. También directamente 15 bancos poseen participaciones accionariales significativas, por un valor de 1.323,38 millones de euros.

Destacan por su amplitud y alcance, las entidades Caixabank (después de incorporar las de banca Cívica) y Bankia, no dejando atrás a otras como el Santander, BBVA, Sabadell o Liberbank. Existen 19 empresas con porcentajes de producción militar que cuentan a los bancos entre sus propietarios: Indra, Duro Felguera, Núcleo de comunicaciones y control (fabrica sistemas de control de equipos militares), Inmize Sistemas (fabricación de misiles), Amper (radiocomunicaciones militares), Alestis, Aciturri, Ibérica del Espacio, Sistema y Vehículos de Alta Tecnología (vehículos militares), FCC servicios industriales y energéticos, Grupo Ezentis, Avanzit, Tecnobit, Hispasat, Hisdesat, Nextel, Aernnova, Internacional de Composites y Gas Gas Motos.

La segunda manera de financiar al sector armamentístico es a través de créditos y préstamos a sus empresas. Maxam, Navantia, Tecnobit, Urovesa o Santa Bárbara son algunas de las beneficiarias de créditos recibidos por la “banca armada”. Santa Bárbara, empresa perteneciente a la multinacional americana General Dynamics, cuenta entre su producción con blindados, cañones, obuses y toda clase de explosivos. Tenía a finales del año 2010, 106 millones de euros en una línea de crédito puesta a su disposición por diversas entidades bancarias.

Veamos ahora el caso concreto de relación de alguna entidad bancaria con este sector. El Banco Santander, por ejemplo, según el informe, tenía acciones por valor de 96,72 millones de euros en 13 empresas de armas bastante conocidas como EADS (empresa con el 86% de producción militar en aviones de combate, helicópteros militares y misiles entre otros) . En este caso, por medio de 8 fondos de inversión posé 2,52 millones de euros de participación, mientras que en General Dynamics (aviones de combate, misiles, etc…), por medio de tres fondos de inversión, es propietario de 0.22 millones de euros en acciones de su capital social.

En cuanto a los créditos, el Grupo Maxam, que incluye a Expal y Faex, dedicadas a la producción de explosivos militares, recibió en el año 2007, 300 millones de euros de crédito de un consorcio de 19 bancos. Entre ellos estaba Banesto (del Grupo Santander) que también participó en otra operación de financiación a la misma empresa, en el año 2011 por 40 millones de euros, conjuntamente con el BBVA, Bankia y el ICO. En total, entre los años 2007 y 2011 el Banco Santander fue el tercero en volumen de negocios (más de 35 millones de euros) y mantuvo una presencia en empresas de armas, por detrás de Bankia (más de 300 millones de euros) o de Liberbank.(más de 80 millones de euros).

Lo curioso de esto es la publicidad de las políticas corporativas que todas estas entidades hacen convirtiéndose cara a la galería en auténticos promotores de una “sociedad ética”. El propio Grupo Santander, cuenta con diversas normas internas: Código general de Conducta, Política de derechos humanos, etc…. En la Política de derechos humanos, se recoge explícitamente, «Desarrollar políticas específicas que, de una manera alineada con los Principios de Ecuador, determinen los requerimientos del Banco Santander, para ofrecer financiación a aquellos sectores, actividades o potenciales clientes que ofrezcan especial riesgo en materia social, ambiental o de derechos humanos«.

Aparte, participa en iniciativas internacionales como el Consejo estatal de responsabilidad social empresarial del gobierno español (CERSE). Éste promueve la llamada “Inversión Socialmente Responsable”, donde se habla de inversiones éticas: “el universo de inversiones viene definido por la exclusión de determinadas empresas, industrias, sectores o países. Algunos de los filtros éticos empleados pueden ser la exclusión de actividades vinculadas a determinados productos considerados nocivos (bombas racimo, etc…) (…)«.

Podríamos en último lugar, referir la participación de la gran banca española en fundaciones como la Fundación Principe de Asturias, que otorga sus premios todos los años y que preside Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente también del Grupo Santander. Quizás el más famoso sea el Premio a la Concordia. Dicho premio se otorga entre otros, a personas e instituciones cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres. ¿Es compatible tanta actividad filantrópica con invertir en armamento? ¿o no es más que un lavado de cara? A preguntas realizadas a Don Emilio Botín en las Juntas Generales anuales de accionistas, cuando sale a colación la inversión en empresas de armas, la contestación siempre es la misma: el banco no invierte en armas nucleares, ni químicas, ni minas anti-persona o armamento prohibido.

¿Es que una simple pistola no sirve para matar? ¿y un misil? Una muestra más de que para un sistema económico neoliberal imperialista, cualquier actividad que genere amplios beneficios, será bien acogida, aunque suponga alimentar la maquinaria de muerte que suponen las guerras y el terrorismo.

Autor: Juan Montañés