Más de 200.000 inmigrantes se montan cada año a los “trenes de la muerte” para cruzar México y llegar a EE.UU. Los narcotraficantes los asaltan o secuestran. Muchos mueren en el intento.
«Lamentablemente la gente sigue migrando, son miles y miles todos los días y sigue cayendo gente del tren. Unos dicen: “prefiero morir en el camino, que morirme aquí de miseria”. Cuando mataron a las 72 personas en Tamaulipas, fuimos con unos amigos a unos buses donde viajaban migrantes de Honduras y esa misma semana seguía yendo más gente, yo le preguntaba a un amigo: “¿Qué es lo que tiene que pasar para que la gente deje de migrar? Si no lo les da miedo esto, no sé que más tiene que pasar”. Les digo a los jóvenes “No se vayan para Estados Unidos, pueden salir adelante en su propio país”, y me responden: “¿En dónde encuentra uno trabajo, pues?”. Entonces como que me noquean y no encuentro qué decir. En mi país hay un montón de jóvenes sanos y fuertes y que no trabajan porque no encuentran trabajo. Las personas de las aldeas, de las comunidades, migran a la ciudad porque creen que aquí van a encontrar trabajo, abandonan sus tierras y llegan a la ciudad y encuentran que no hay trabajo y no les queda más que migrar a Estados Unidos, y lamentablemente unos van a fracasar en ese intento de poder superarse.»
Extracto del artículo «Cuando despertó, la bestia seguía su marcha«