En la Casa Juan Diego, inmigrantes indocumentados se reúnen dos veces a la semana para poner en común sus historias. ‘El sufrimiento, la solidaridad, el valor y la fe que acompañan la experiencia de los migrantes son un grito evangelizador para una sociedad adormecida en el consumismo y la indiferencia’.
La Casa Juan Diego
«Además el conocimiento de las condiciones de explotación económica e injusticia en sus países y también aquí en Estados Unidos es un reto para todos aquellos que pretendemos ser seguidores de Jesús y creemos en un Dios de Vida».
Casa Juan Diego es como un libro de historias. Abrimos una página y nos encontramos la historia de Jacinto, el peruano quien frustrado por la pobreza emprendió el peregrinaje desde Lima, cruzó Colombia y Centroamérica para llegar a Houston. Pasamos una nueva página y encontramos la historia de Francisco, un hondureño que abandonó el campo porque la sequía arruinó las cosechas. De nuevo damos vuelta a un nuevo capítulo del libro y encontramos la historia de José, el colombiano quien como polizón abandonó Buenaventura y por once días permaneció oculto en un buque hasta llegar a los Estados Unidos.
Casa Juan Diego es para los inmigrantes un lugar de encuentro de los iberoamericanos más pobres. Allí el cubano se encuentra con el peruano y el mexicano con el colombiano. Cuando se encuentran comparten sus historias y entonces se dan cuenta que más allá de las fronteras políticas todos son hermanos y viven una situación común; todos han sido obligados a abandonar su propia tierra por la pobreza y la violencia.
El Movimiento del Trabajador Católico (Catholic Worker Movement), es una organización católica norteamericana, fundada en 1933 por Dorothy Day (actualmente en proceso de beatificación) y por Peter Maurin, en Nueva York y que tiene 180 centros abiertos principalmente en Estados Unidos aunque también en México, Alemania, Bélgica, Londres y Amsterdam. Dorothy Day, periodista y militante del pacifismo llegó a someterse a un aborto y posteriormente fue madre soltera. Tras un proceso de conversión, en 1927, a los 30 años de edad, recibió el bautismo en la Iglesia católica. «Precisamente mi experiencia como radical y mi pasado político me inducían a desear unirme a los otros para amar y alabar a Dios».
Desde el inicio del movimiento combinaron el mantenimiento de casas de hospitalidad con una labor socio-política de denuncia y acción no-violenta, reflejadas en el periódico el Trabajador Católico. Su acción se basa en los principios de la doctrina social de la Iglesia, el personalismo comunitario de Emmanuel Mounier y Jacques Maritain y en una fuerte vivencia de la Eucaristía. Sus referentes abarcan desde Tomas Merton, San Francisco de Asís, santa Teresita de Liseux, Juan Diego y la espiritualidad monástica de los benedictinos, hasta el testimonio de Peter Kropotkin, el príncipe anarquista y los militantes obreros del siglo XIX.
La Hospitalidad
Para desarrollar el mandato cristiano de las obras de misericordia, el movimiento mantiene una gran variedad de plataformas de hospitalidad, casas de acogida para personas sin techo e inmigrantes indocumentados, ya sea en la ciudad o en granjas.
El movimiento no recibe fondos públicos de ningún tipo. Frente a la creciente burocratización de la sociedad actual, ellos plantean un modo distinto de atender a los huéspedes, partiendo de la vivencia de la pobreza que forma parte de los pilares del movimiento.
Un miembro de movimiento comenta: «Cuando recién llegué fresca de la escuela secundaria, tenía el «complejo mesiánico» clásico, y me sentía lista para salvar al mundo. (…) Entonces conocí a la gente. Ellos eran pobres, sí, e innegablemente oprimidos, pisoteados, y desesperados. Yo había contado con eso, pero no estaba preparada para su concreta humanidad, su diáfana individualidad como personas. Ellos rehusaban ser categorizados como «problemas» pasivos simplemente porque yo me había nombrado a mi misma «ayudanta.» La bienintencionada donación condescendiente de mi tiempo y mi sobrante de amabilidad era despreciable ante sus ojos, y ellos no estaban lo suficientemente desesperados para inclinarse y aguantar por el hecho de sobrevivir».
La primera casa del Trabajador Católico para migrantes en México abrió sus puertas en una casa rentada en el otoño de 1987, gracias al apoyo del Obispo de Matamoros, Mons. Sabás Magaña y a la entrega generosa de varias familias mejicanas y la colaboración de las 60 comunidades de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes.
Acción No-Violenta.
En Houston y otros estados del sur son frecuentes las acciones de denuncia de las leyes de extranjería y la explotación de los «mojados». En Tucson (Arizona) además colaboran en acciones directas de protección a los inmigrantes dejando depósitos de agua en el desierto y denunciando los malos tratos de la policía fronteriza.
Un tipo de acción muy frecuente son las vigilias periódicas, como las que se realizan en Los Ángeles contra la Pena de muerte y la guerra una vez al mes, las que realizan semanalmente en la puerta del Cuartel militar de Northwood (U.K.) dentro de la campaña «Fe y Resistencia», las que realizan en Omaha (U.S.A.) ante el complejo militar Stratcom, o las que se realizan en diversos lugares el día de los Santos Inocentes. En Londres, realizaron una acción de denuncia de las guerras durante el congreso del Partido Laborista.
En algunas ciudades (Fresno, Hartford) se realizan acciones de denuncia de la explotación laboral en maquilas (sweatshops). En Las Vegas realizaron el día de San Valentín una gran manifestación contra la multinacional del chocolate M&M por su uso de niños esclavos. Además, en Los Ángeles mantienen un observatorio permanente de la explotación en la multinacional Wall-Mart.
Represión y detenciones
El movimiento sufre habitualmente diversos modos de persecución. En las acciones no-violentas son muy frecuentes las detenciones de militantes que son llevados a la fuerza. En Houston son frecuentes las amenazas y las incursiones del departamento de Inmigración de la ciudad para detener a los indocumentados vinculados a la casa Juan Diego e incluso han recibido actos intimidatorios del Ku Kux Klan.