En los últimos días, el corazón financiero ha estado en el centro de las noticias luego de que el primer ministro británico, David Cameron, vetara un acuerdo fiscal con el resto de Europa para protegerla. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, al reaccionar al veto de Cameron, repitió una de las críticas que se le hacen a la City: que es un gran paraíso fiscal en las costas de Europa
Y es que la de Londres es, como apunta el historiador Maurice Glasman, la «historia de dos ciudades»: el vibrante y vanguardista centro intelectual y cultural, y la cuasimedieval City de rascacielos de cristal y palacios georgianos. Cada una con su propio alcalde.
La City son casi dos kilómetros cuadrados en el centro de Londres en los que viven 9.000 personas y en los que cada día entran a trabajar 350.000, el 80% en el sector financiero.
Puede que Nueva York sea un centro financiero mayor, pero gran parte del volumen que mueve es estadounidense. Si hablamos de transacciones internacionales, la City es el más grande del mundo.
Y es ahí, donde hace algunos meses, acampan los «indignados» de Londres. Es en su territorio donde cientos de personas protestan contra el capitalismo: precisamente en la milla cuadrada en que tiene su máxima expresión.
Frente a la Catedral de St Paul, los manifestantes denuncian la supuesta avaricia de los financieros. Casi por accidente, su protesta también ha servido como recordatorio del poder político que de hecho tienen las grandes empresas.
No en vano, y sin metáforas, gobiernan la City
Eso, gracias a un sistema electoral que lejos del «una persona, un voto» reconoce el derecho de sufragio a las empresas bajo el principio de «a más empleados, más votos»: hasta nueve trabajadores, uno; con 10 empleados en nómina, dos; y así hasta las de más de 3.500, que tienen 79 votos.
Es más, los 9.000 ciudadanos allí registrados sólo votan en cuatro de los 25 distritos electorales en los que está dividida
Ese sistema es algo perfectamente natural para el profesor de la Universidad de Durham (Reino Unido) Ranald Michie, autor de varias obras sobre la City, ya que se trata de un lugar «cuyo electorado es diferente de las ciudades normales».
«Es un centro de negocios más que un sitio donde vive la gente», le dijo Michie a BBC Mundo.
En su momento un diseño institucional adelantado a su tiempo, la City jugó un importante papel histórico como contrapoder a la monarquía. Sus particularidades son «inmemoriales», aunque hay quien asegura que datan de Guillermo el Conquistador, normando que se hizo con el trono de Inglaterra en 1066.
Desde entonces, la City ha disfrutado de una serie de privilegios que se acrecentaron cuando la zona no se vio afectada por el Acta de Corporaciones Municipales de 1835 ni por las que después vinieron, tampoco la que puso fin al voto corporativo en 1969.
Es decir, sus instituciones políticas y forma de gobierno continúan marcadas por lo que fueron históricamente. Y sus rituales y boato no le van a la zaga. No en vano, presume de que su asamblea es la «abuela» de los parlamentos actuales».
Como apunta el historiador Maurice Glasman, algo que yace en tiempos inmemoriales: «entonces están fuera del alcance de la ley». «La City actúa como un Estado dentro del Estado», afirma.
Un ejemplo es el «Espectáculo del Lord Major», un desfile anual en el que celebran el nombramiento de un nuevo alcalde, que pasea en el desfile en una carroza de oro de más de dos siglos y medio de antigüedad.
El Lord Mayor jura lealtad a la Corona y la Corte Suprema. Todo lleno de simbolismos. Uno de los momentos más esperados es cuando la reina tiene que pedir permiso al alcalde para entrar en la milla cuadrada. Para unos, mero ritual, para otros una demostración de poder
Rico y apolítico
Para ser Lord Mayor conviene ser rico. Se trata de un cargo «apolítico» por el que no se cobra y que se dedica, entre otras cosas, a viajar por el mundo representando los intereses de la City.
Según informa la propia Corporación, en su año de mandato pasa unos 90 días en diferentes países del mundo, y se espera que ponga de sus propios recursos para sufragar los gastos.
La Corporación
Para ser alcalde, cargo que incluye el tratamiento de noble, por eso es conocido como Lord Mayor, hay que haber sido antes alguacil y contar con el apoyo y la ratificación del Concejo y de los gremios.
La Corporación también señala que el Lord Mayor goza en el exterior de tratamiento de ministro y su labor consiste en «abrir puertas a los más altos niveles» para las empresas de la City y «expandir los valores de la liberalización».
Esto, según el periodista e investigador Nicholas Shaxon, lo convierte en una municipalidad única que además de gobernar se dedica a «promover los servicios financieros de la City y la libertad financiera y la liberalización, y eso son batallas que libra alrededor del mundo».
«La Corporación es uno de los más podersos jugadores, si no el que más, a favor de la desregulación financiera», escribió Shaxon en Treasure Islands (Las islas del Tesoro).
«El Lord Mayor hace presión a favor de todo el sector financiero no sólo por la City», le dijo Michie a BBC Mundo.
Según escribió Ewen Green, en su revisión de la historia de la City entre 1880 y 1960, el trabajo del Lord Mayor era fundamentalmente conseguir que «las prioridades del sector bancario se trasladaran a prioridades del gobierno».
Según asegra George Monbiot, columnista del diario británico The Guardian, el Lord Mayor en realidad se dedica a defender lo que los banqueros llaman «desregulación» de los mercados financieros, «el proceso que causó la crisis».
«Dispone de una enorme cantidad de dinero que puede gastar como quiera, sin supervisión democrática. Además de expandir su enorme cartera de propiedades, usa ese dinero para constituirse en grupo de presión de los intereses de la banca», opina Monbiot.
¿Paraíso fiscal?
Los principales historiadores británicos coinciden en que se trata de un territorio cuya definición «desafía una generalización sencilla».
Según Tom Nairn, uno de los más prominentes teóricos del nacionalismo británico, la apuesta por convertir la City en un centro financiero llegó con la caída definitiva del Imperio británico.
«Cada vez menos competitivo en el marco de la nueva economía mundial, la élite gobernante buscó compensar su pérdida del control del mercado mundial del dinero construyendo un centro financiero en el corazón de Londres», escribió Nairn en The Break-up Britain.
«Una parte de la capital de Inglaterra fue en efecto convertida en un paraíso fiscal del capitalismo internacional, con una considerable independencia del menguante capitalismo nacional».
No coincide en que se pueda calificar sin matices de paraíso fiscal Ronen Palan, profesor de Economía Política Internacional de la Universidad de Birmingham y experto en paraísos fiscales.
«Londres no es un paraíso fiscal, es un centro en el que muchos esquemas impositivos operan. Hablar de la City como una entidad aislada es un error, Londres trabaja muy cerca de sitios como las islas Caimán, el cuarto centro financiero del mundo, y otros», le dijo Palan a BBC Mundo.
«Lo que pasa es que muchas empresas trabajan en Londres pero están registradas en otra parte. En sentido estricto, no es un paraíso fiscal, es un centro financiero muy desrregulado».
Pero es el periodista Shaxon el que se ha convertido en uno de los azotes de la City gracias a su libro, casi lectura de cabecera de quienes protestan frente a St Paul.
Al también investigador de la Chatham House no le cabe duda de que estamos hablando de un paraíso fiscal en el corazón de Londres.
«La City es un paraíso fiscal (…). Sigo perplejo con el hecho de que esto siga pasando por debajo del radar», dijo Shaxon en su entrevista para el documental 97% Owned, del director Michael Oswald.
Shaxon coincide en su libro en que el Reino Unido cuenta con una red de paraísos fiscales formada por los territorios vinculados a su pasado imperial. Todos con autonomía política pero todavía vinculadas a la metrópolis sobre todo en lo económico y que sirven para atraer capitales que acaban alimentando a la City.
«Son como una tela de araña. Sólo la Isla de Jersey fue la principal fuente de depósitos bancarios de la City durante la crisis. Son billones de dólares».
Autor: Abraham Zamorano
Fuente: BBC Mundo 14 de diciembre de 2016 ( * Extracto)