La Ley de Eutanasia entró en vigor en Holanda en 2002, y va ampliando sus fronteras poco a poco, tanto cualitativa como cuantitativamente, sobrepasando todos los límites de la ética, de la justicia con los excluidos, enfermos y mayores, y de la buena práctica médica.
Por desgracia, muchos partidos políticos españoles defienden esta deriva contra el ser humano y su dignidad.
Ya en el 2003, un ministro italiano, afirmó con crudeza que «la legislación nazi y las ideas de Hitler están resurgiendo en Europa, por ejemplo en Holanda, a través de la eutanasia y el debate sobre cómo se puede matar a los niños afectados por patologías». No le faltaba razón.
¿Esto justifica matar a los padres que nos dieron la vida, la experiencia, y todo su cariño?
La ley holandesa considera eutanasia tanto la practicada por el médico, como la ayuda al suicidio (el paciente toma una sustancia preparada por el doctor) y la combinación de ambas. La ley contempla la objeción de conciencia del facultativo.
Al legalizarse, en 2002, hubo 1.882 eutanasias, el año pasado sumaron 6.091, es decir, un 4% de todas las muertes contabilizadas (148.973) en el país. El año anterior fueron el 3,75% (5.516 muertes).
El 83% de los pacientes a los que el año pasado se le practicó la eutanasia en Holanda padecía alguna enfermedad terminal o degenerativa. También se abren otras motivaciones que la sociedad va asumiendo dentro de una cultura contra la vida.
Matarles por ser viejos o tener problemas psíquicos
Pero en la estadísticas también se refleja que 41 de estas personas sufrían una demencia en fase inicial, con síntomas como pérdida de la orientación o cambios de personalidad ya visibles. Otras 60 se llevaron a cabo por problemas psiquiátricos, 244 por acumulación de males «propios de la edad» y 1.509 por otros trastornos. En un 96% de los casos la eutanasia la practicó un médico; un 3,5% consistió en ayuda al suicidio y un 0,3% a una combinación de ambas modalidades, asistencia y eutanasia. Las encuestas señalan que un 85% de los holandeses apoya la ley. Incluso a sabiendas, de que la ley no se aplica con rigor, y se sobrepasan los límites que ella misma marca.
Todo esto no justifica la Eutanasia, nada justifica un atentado contra la vida humana. Como tampoco la justifica que personas mayores que se sienten apartadas de la vida cultural, social o en una residencia de ancianos sin que incluso sus hijos les visiten, estén tristes o cansados de su vida. ¿Cómo no van a estar tristes?…¿Esto justifica matar a los padres que nos dieron la vida, la experiencia, y todo su cariño?
Dilema para los facultativos y manipulación de la sociedad
René Héman, presidente de la Asociación holandesa de Médicos, va más allá. Sostiene que “la generación entre entre 20 y 30 años quiere tener la seguridad de que podrá influir en todas las circunstancias de su vida, desde tener o no hijos, hasta el momento de la muerte; los de 40 y 50 años no desean acabar en un asilo”. “Pero al final, nadie quiere morir antes de tiempo. Una edad avanzada no es una enfermedad. El cansancio vital es un problema social que debemos encarar, pero una ley adicional puede tener efectos nocivos sobre la sociedad; corremos el riesgo de que los mayores se sientan desprotegidos y crean que deben firmar una declaración rechazando la eutanasia”, añade.
Muerte a domicilio
La ley holandesa favorece el control de la eutanasia, pero no resuelve la complejidad de su práctica. Por eso existe una Clínica para morir (Levenseindekliniek ) que acoge los casos más difíciles. Entre ellos resaltan los pacientes psiquiátricos (un tercio de las solicitudes), y los que tienen demencia, trastornos de la ancianidad y cáncer (otro tercio). En realidad, no es una sede física con camas al uso, sino una red de 40 equipos ambulantes formados por un médico y una enfermera, que en 2016 recibieron 1.796 peticiones (practicaron 498). En el primer semestre de 2017 han registrado ya 1.286 (y ejecutado 373). Como el resto de sus colegas, operan en la red sanitaria pública y “dentro de la ley”
Manipulación para imponer la cultura de la muerte
Pero veamos cómo las campañas (manipuladas) a favor de la Eutanasia, similares a las del aborto. Suelen seguir el siguiente esquema:
- Dar máxima publicidad a un caso límite exagerando su demanda. Confundiendo términos como cuidados paliativos a los enfermos terminales, que todo el mundo con uso de razón los acepta.
- En una segunda fase presentar casos cada vez menos dramáticos hasta que la sociedad considere normal la Eutanasia.
- Enfrentar a «retrógrados-intransigentes» con «progresistas-tolerantes» (los partidarios de la Eutanasia), en debates superficiales que confundan y atrapen por el sentimiento al gran público.
- Transmitir la falsa idea de que la Eutanasia es una cuestión religiosa (que no se puede imponer a los demás).
- Utilizar el término «muerte digna» para referirse a la Eutanasia y usar el arte (cine) para sazonar esta cultura de la muerte…etc. Negando el ser humano
Como decíamos al principio, al igual que los nazis definieron los campos de concentración donde “todo era posible”, y donde un ser humano “perdía” su dignidad siendo sometido a la arbitrariedad del poder absoluto, ahora mismo hay espacios donde la nuda vida* se desarrolla con total indiferencia de la mayoría de la sociedad. Millones de seres humanos han sido lanzados a un limbo de indefensión.
¡Paremos esta barbarie!
Redacción: Solinet
*La nuda vida es aquella vida humana que puede ser eliminada sin que se cometa ningún delito. Son vidas cuya protección no viene avalada por su propia dignidad intrínseca sino que es el poder quien determina su “dignidad” políticamente y por tanto su existencia.