Sólo le superan el tráfico de drogas y de armas. Aunque esto parece preocupar nada a la Organización Mundial del Comercio. Como no dejan de aterrorizarnos estos infiernos seguiremos dando cuenta de las aberraciones de la «libertad sexual» de nuestra exquisita cultura de los satisfechos…
Sólo le superan el tráfico de drogas y de armas. Aunque esto parece preocupar nada a la Organización Mundial del Comercio. Como no dejan de aterrorizarnos estos infiernos seguiremos dando cuenta de las aberraciones de la «libertad sexual» de nuestra exquisita cultura de los satisfechos:
CAMBOYA. Se puede abusar de un niño por el módico precio de un euro, un helado o una comida. Tal es la miseria en la que viven unos 10.000 niños de la calle en Phnom Penh, huidos de sus hogares a causa del hambre o de los malos tratos. Algo que ha convertido a la capital camboyana en un paraíso para los pedófilos. La ONG española Acción por la Infancia, estima en 200.000 el número de extranjeros que visitan el país para «probar» el sexo con niños.
FILIPINAS. 60.000 niños filipinos son condenados a la explotación sexual y 200.000 duermen en la calle según Amnistía Internacional. Muchas de ellas menores de 8 años. El testimonio heroico de sacerdotes como padre Shay Cullen, fundador de una de las organizaciones más temidas en la defensa de los menores no sólo por rescatar y acoger a estos niños sino por perseguir a los pederastas y denunciar la pasividad y complicidad de los gobiernos de Manila con el tema, no es suficiente. Los «abusadores» de aquí y nuestra pasividad también tienen mucho que ver con el problema.
Y no podemos olvidar que todos los grandes burdeles de este mundo, que aniquilan la infancia y la vida de millones de niños y niñas, son el resultado de las «ocupaciones» y las «bases» militares. ¿No es la miseria la causa de la prostitución? ¿No es esta economía de guerra y violencia la causa de la prostitución? ¿Seguiremos haciendo la canallada hipócrita de tapar el problema «legalizando» los efectos, la prostitución?
Revista Autogestión, Enero de 2004