La Expo acaba provocando más sed

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Se ha clausurado la Expo de Zaragoza anunciando a los cuatro vientos una «Carta del Agua» que se supone recoge la solución al drama de la sed que sufren 1.200 millones de personas en el mundo… y cuyo número sigue aumentando.

La mencionada carta, al igual que toda la palabrería hipócrita que se ha soltado en ese gran negocio millonario que ha sido la Expo, no es más que un modo de justificar la estretegia privatizadora que se ha diseñado para los paises empobrecidos. Además se ha anunciado la creación de la «Agencia Mundial del Agua»; otro engendro burocrático con millones de presupuesto en sueldos para potenciar dichas políticas.

Tras el descarado fracaso de la privatización salvaje que han practicado en las últimas décadas, ahora la fórmula mágica son los consorcios «Público-Privados» (explícitamente citados entre las funciones de la nueva Agencia). La realidad ya ha demostrado que en estos consorcios el capital y el riesgo lo sigue poniendo el sector público, el beneficio se lo lleva el sector privado y los pobres ponen la sed.

Es más, el punto B11 de la carta exige a los gobiernos garantizar los beneficios de las inversiones privadas para «captar capitales» para las infraestructras en países empobrecidos. Curiosamente en nuestro mundo rico estas infraestructuras siempre se financiaron con fondos públicos.

Pero no se podía esperar otra cosa de una Expo financiada y patrocinada por las mismas multinacionales que vienen haciendo negocio con la sed de millones de personas. De hecho, el presidente de la gestora de la Expo (Roque Gistau) fue presidente de «Aguas Andinas» (Aguas de Barcelona), transnacional con capital de La Caixa que se dedica a privatizar el agua en los paises más pobres del mundo.

Lo único que puede cambiar este drama es la acción política contra las multinacionales y los gobiernos cómplices (como el nuestro), unidos a los empobrecidos que quieran protagonizar (no digo «participar») la auto-gestión solidaria de sus recursos hídricos.