La FAMILIA, FUENTE de SOLIDARIDAD

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La familia está llamada a ser fuente de Solidaridad en nuestra sociedad, testigo del Amor de Dios en la historia… Pero… ¿con qué familia nos encontramos hoy, en nuestra sociedad enriquecida?

Pero… ¿con qué familia nos encontramos hoy, en nuestra sociedad enriquecida?


Hoy la familia está siendo agredida y fruto de esta agresión nos encontramos el siguiente panorama:


Nuestras familias son conservadoras (cada día más), individualistas, cerradas sobre sí mismas y sus problemas, son familias ahogadas por sus propios problemas. Son familias que piden créditos a los bancos para poder «hincharse» de comida en la cena de nochebuena y de regalos… porque sino «parece que no es Navidad.»


Tenemos familias que desprecian a los más débiles: ancianos abandonados en residencias o viviendo solos en sus casas, niños (hijos) asesinados antes de nacer, enfermos mentales (cada día más numerosos) abandonados en centros especializados y sin contacto con su familia.


Las familias, además están vendidas a sus hipotecas (bancos) porque con sus ingresos no pueden tener acceso a una vivienda digna… y a la vez van a la última moda, van de copas y discotecas, compran en los grandes centros comerciales… no quieren dejar de ser «masa».


La permisividad con los hijos les ha llevado a estar desbordadas por la educación de sus hijos asumiendo como normales actitudes que no lo son.


A la vez actúan como colchón ante la imposibilidad de los hijos de emanciparse, puesto que el trabajo precario en jóvenes es cada vez más frecuente. Tenemos «adultos de 35 años» que siguen viviendo con sus padres.


¿Puede la familia hoy ser respuesta?


Como veis el panorama es desolador ya que una familia aislada, cerrada en sí misma no puede resistir los ataques que se le hacen desde tantos ámbitos.


Rovirosa nos decía que la familia debe ser esa comunidad, ese instrumento que Dios nos da para poner en el centro a los hermanos.


El modelo de familia que nos impone el Imperialismo es una familia narcisista: a la medida y en función del «yo»… pero si queremos apostar por una nueva familia para una nueva sociedad, la familia debe salir de sí misma, asumir el riesgo, vivir el amor adulto de hombres libres.


En la cultura obrera y cristiana, nuestros padres y abuelos han podido vivir la familia como fuente y escuela de solidaridad y ello por necesidad… no huyeron del sufrimiento ni del sacrificio, no buscaron reconocimientos sino que buscaron el último lugar, pusieron en primer lugar al más débil (niños y ancianos)… Estas familias fueron respuesta a su tiempo: la familia patriarcal rural y la familia nuclear industrial.


Sin embargo la familia cristiana hoy, en nuestro mundo enriquecido, demuestra una espiritualidad basada en la mediocridad y ambigüedad… el noviazgo demuestra una profunda inmadurez que lleva a la familia a afrontar de forma individualista e insolidaria los problemas con los que se encontrará en el futuro.


Hoy la respuesta a esta sociedad postindustrial y de la tecnología pasa por familias asociadas que vivan la solidaridad de forma cotidiana e institucional, en lo pequeño y en lo grande, incorporando varias generaciones, cultivando la complementariedad y creando respuestas entusiasmantes para los hijos durante todo su crecimiento.


La familia cristiana será testimonio si cultiva , como fruto de una intensa vivencia del Señor en la oración y en los sacramentos, la humildad, el sacrificio y la pobreza.


La familia que quiera ser escuela de solidaridad y afrontar las agresiones del sistema imperialista debe encontrar con otras familias nuevas formas de vida con un Ideal común y unos compromisos sociopolíticos de transformación de las estructuras injustas e insolidarias desde la solidaridad equivalente y la encarnación en los empobrecidos de la tierra.


Sólo poniendo en el centro los problemas de los últimos de la Tierra nuestros problemas se harán pequeños y experimentaremos (al igual que experimentaron nuestros padres y abuelos) que la vida sólo tiene sentido cuando se entrega por un Ideal mayor.


Sólo así seremos esperanza para nuestro mundo, para los empobrecidos de la tierra… pero también para nuestros hijos.