La promoción de la inversión en agronegocios por parte del Banco también puede contribuir a la inseguridad alimentaria.
La transferibilidad de la tierra, junto con la liberalización de la agricultura y las finanzas, el Banco y el FMI han impulsado en los países del Sur Global, han facilitado la inversión en la agroindustria y han impulsado la financiarización de los sectores agrícolas nacionales. Esto ha privilegiado las ganancias de los inversores al tiempo que ha socavado activamente los medios de vida de las comunidades locales (véase el Observador de Primavera de 2020), lo que amenaza la sostenibilidad social y ambiental a largo plazo de los sistemas agrícolas y empeora los desequilibrios de poder existentes.
Además, tal como señalan R. Leshma Manogna y Nishil Kulkarni, del Birla Institute of Technology And Science – Pilani, la apertura de los sectores agrícolas nacionales significa que las comunidades desposeídas pueden enfrentarse a un aumento de los precios de los alimentos, ya que los especuladores hacen subir el precio de los productos básicos en los mercados internacionales, como ocurrió en 2022, lo que no provoca una crisis de suministro de alimentos, sino más bien una crisis de los precios de los alimentos (véase el Observador de Verano de 2022).
La financiarización impulsa el acaparamiento de tierras
Los efectos de esta financiarización en los pequeños agricultores y las comunidades locales de todo el mundo han sido profundos. Según el PCFS, en la década posterior a la crisis financiera de 2007-2008, 12 millones de personas fueron desplazadas por el acaparamiento de tierras, principalmente en el Sur Global. Esta tasa de despojo no ha hecho más que aumentar desde la pandemia, ya que los altos precios mundiales de los alimentos han impulsado beneficios récord para la agricultura empresarial.
El Banco afirma que su promoción de la inversión privada en la agricultura ayuda a poner fin a la pobreza y el hambre. Sin embargo, en muchos casos, según Jennifer Clapp, de la Universidad de Sheffield, y S. Ryan Isakson, de la Universidad de Toronto, la financiarización de la agricultura puede contribuir a la inseguridad alimentaria, ya que los alimentos cultivados localmente por las empresas agroindustriales se venden en los mercados internacionales, donde se pueden obtener los mayores beneficios.
Además, el Banco Mundial está implicado en el acaparamiento de tierras a través de algo más que impulsar reformas para facilitar la explotación comercial de la tierra. La Corporación Financiera Internacional, el brazo financiero privado del Banco, ha participado en el financiamiento de la adquisición de tierras a través de intermediarios financieros en, según el PCFS, más de 30 países, lo que se ha relacionado con el desplazamiento de cientos de miles de personas, entre ellas en Etiopía, Sierra Leona, Guinea y Gabón.