Es necesario mirar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar con esperanza el futuro
Comenzamos este curso de historia del Aula Malagón-Rovirosa el día de Santiago, un personaje fundamental en la historia universal y de España, tanto por su figura y evangelización como por la trascendencia de Camino de Santiago en la cultura, política, economía y sociedad europeas desde la Edad Media.
En un primer vistazo nos acercamos a la revolución que supuso el cristianismo en la historia de la esclavitud, un auténtico cambio de mentalidad. Ya desde el V milenio a. C. se tiene constancia de la esclavitud, en un principio asociada a la guerra entre pueblos y posteriormente a temas económicos, la esclavitud por deudas. La figura del esclavo estaba asimilada por la sociedad como algo normal, natural: se trataba de una de una propiedad más, que sólo tenían identidad en tanto en cuanto eran esclavos de sus amos. No se trataba de algo meramente anecdótico: en la época de esplendor de la democracia griega, se estima que tres cuartas partes de la población eran esclavos. Aquí es donde se enmarca la revolución del Evangelio, pasando los esclavos de ser “cosas” a ser “personas”, se anula las distinciones entre los miembros de la Iglesia (ni libres, ni esclavos).
Tras un salto en el tiempo, nos hemos ido acercando a distintos hitos en esta historia de la liberación, comenzando por la España medieval y la revuelta irmandiña; no se trata tanto de esclavos como de siervos, que ya son reconocidos como personas, aunque sometidos a la voluntad de los señores territoriales y jurisdiccionales. En un contexto de malas cosechas, peste, descenso de peregrinos hacia Santiago y crecientes abusos de los nobles surgen las hermandades, asociaciones de habitantes de la ciudad bajo el lema “Paz, justicia y seguridad”, a los que pronto se unirán también las gentes del campo, llegando a organizar su propia judicatura, policía de los caminos,… con el objetivo de desligarse de la tutela señorial.
Un salto en el espacio acompañado de otro pequeño salto temporal nos llevó hasta los Quilombo dos Palmares y la poco conocida figura de Zumbi. En la época de mayor esplendor de la caña de azúcar y de mayor esclavitud de los negros africanos en Brasil, Zumbi no sólo encabezó invasiones en los ingenios para liberar a los esclavos, sino que organizó todo un sistema político nuevo, poblados pletóricos de vida y dignidad, inasequibles al dominio y al desaliento. No hay que hacer un gran esfuerzo imaginativo para observar las similitudes entre los esclavos de los siglos XVI y XVII y los actuales “sin papeles”: sin derecho a nada, ni siquiera existen. La única diferencia es que hoy el concepto de esclavitud se ha trabajado dentro de nuestros cerebros y por eso casi no podemos defendernos de ella.
Otro paso en esta historia de liberación no llevó a la época del movimiento obrero y la sorprendente importancia de los zapateros en este hito de la época contemporánea: uno de los oficios quizá menos valorados, pero con gran calado político por las tertulias políticas que solían organizarse entorno a su trabajo, a pie de calle y con personas de toda condición.
A través de un documental nos acercamos a la figura de César Chávez y su lucha junto a braceros y recolectores mexicanos en Estados Unidos, una de tantas victorias de la no violencia que pudimos contemplar al día siguiente gracias a una exposición en la que se reflejaban algunos de los principales movimientos de liberación de los empobrecidos, fundamentalmente ya del siglo XX y muchos que se están desarrollando en la actualidad, silenciados en medios de comunicación, pero siendo una fuerza imparable en esta historia de liberación.
Los grandes progresos del hombre no han sido nunca concesión de poderosos, sino obra de los pobres.