La generación estafada (extracto)

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En 2010 uno de cada diez jóvenes españoles tuvo que volver a casa de sus padres. La natalidad cayó otro 3,2%. El paro juvenil superó el 40%.

Europa abandona el debate sobre las 35 horas para discutir sobre la jornada de 65 horas semanales. Europa quiere ser China. Ya nadie promete el paraíso al otro lado del telón de acero y el pensamiento único impone al fin sus normas a una sociedad atenazada, incapaz de reaccionar ante este abismo porque asusta más el miedo a caer aún más abajo.

Hay otros datos que bastan para conocer la peor realidad de España: este país que, a pesar de la crisis, puede presumir de estar entre los diez más ricos del mundo, pero que socialmente avanza hacia el subdesarrollo.

España es el segundo país de la UE-15 con mayor  desigualdad económica, sólo por detrás de Portugal. Según un informe del IVIE (Instituto Valenciano de Investigación Económica), el 10%  de los españoles más ricos concentra una renta 7,6 veces superior al 10% más pobre.

La tasa de pobreza relativa en España fue del 20,8% en 2010, un 2,7% más que el año anterior, según el INE (Instituto Nacional de Estadística).

El 39,7% de los españoles no puede irse de vacaciones fuera de su casa, ni siquiera una semana al año. El 36,7% no puede hacer frente a un gasto imprevisto. El 7,5% tiene retrasos cada mes para pagar gastos de la casa.

Con la crisis la pobreza ha crecido más. Según los datos de FOESSA, una fundación de Cáritas, el número de pobres en España creció en un 11% entre 2007 y 2009 hasta los 2.185.000 de hogares. Suman nueve millones de personas. De entre ellos, hay unos 700.000 pobres severos en España, que viven con menos de 3.000 euros al año.

La tasa de pobreza infantil en España es del 17,2%.  «Ser un niño pobre en España no significa necesariamente pasar hambre» «No significa no tener un techo donde guarecerse, pero sí habitar una vivienda hacinada en la que no existan espacios adecuados para el estudio o la intimidad, y en la que el frío o las humedades pueden deteriorar el estado de salud».

En España dos millones de menores de edad viven en esas condiciones. Son esos niños que después, cuando sean jóvenes, tienen bastantes papeletas para convertirse en esos «ni-ni» que ni estudian ni trabajan, de los que después se nutre la porno-miseria que emiten algunos programas de televisión.

Los altos directivos españoles son los mejores pagados de Europa según un estudio de la consultora francesa Alpha Value, que ha comparado las 354 empresas más grandes de la UE. Su sueldo no ha parado de crecer a pesar de la crisis. Según los datos publicados por las propias  empresas ante la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), en el peor año de la crisis, en 2009, los sueldos de sus consejos de administración y cúpulas ejecutivas aumentaron un 15%.

Los 584 consejeros y altos directivos de las empresas del IBEX 35 cobraron un millón de euros de media. Es un sueldo equivalente  a 113 salarios mínimos españoles. Nunca antes han ganado tanto en relación con el salario mínimo.

España es el único país de entre todos los socios de la OCDE (los 34 países más ricos del mundo) cuyo salario medio real ni siquiera aumentó durante los supuestos años buenos, en los que la economía española crecía a todo gas. Según los datos de la OCDE, entre 1995 y 2005, el salario medio real en España  perdió un 4% de poder adquisitivo. Entre 1999 y 2006 los beneficios empresariales españoles crecieron un 73%.

España es uno de los países de Europa con menos porcentaje de trabajadores afiliados a los sindicatos: sólo el 15%.  España también es el país europeo con mayor número de empresas afiliadas a la patronal: el 72%.

Los beneficios de las grandes empresas españolas han aguantado bastante bien la crisis económica. En el año 2010 las compañías del IBEX 35 ganaron cerca de 50.000 millones de euros, un 21% más que el año anterior. A pesar de la crisis en ningún momento las grandes empresas españolas han entrado en pérdidas, ni siquiera en el año más duro, 2009.

Telefónica ganó 10.167 millones de euros en el  año 2010. Es el mayor beneficio jamás declarado por una empresa española, un 30,8% más que en 2009. A pesar de estas mareantes cifras Telefónica ha presupuestado 658 millones de euros en 2011 para reducir su plantilla. Casi la tercera parte de ese dinero para despidos. Aún no ha concretado cuántos empleos piensa recortar, pero esos 202 millones en indemnizaciones por despido y prejubilaciones son sólo una parte de la factura. Hay otra parte que pagaremos el resto de los españoles a través de la Seguridad Social, como sucede siempre que una empresa prejubila a trabajadores.

Los jóvenes españoles se tendrán que jubilar a  los 67 años, tal vez más porque la UE presiona para que la edad de jubilación se eleve a medida que aumenta la esperanza de vida.

El plan de fusiones de las cajas de ahorros que está dirigiendo el Banco de España tiene previstas alrededor de 15.000 prejubilaciones, el 15% de sus plantillas. Esos despidos del sector financiero los pagaremos los españoles a través de  dos vías: desde el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), el dinero público que se está prestando a bajo precio a los bancos y cajas. Y también desde la Seguridad Social a través de las prejubilaciones.

El 82% de las empresas del IBEX 35 utiliza paraísos fiscales. El relevante dato,  sale del Observatorio de Responsabilidad Corporativa, de su último informe sobre el año 2010.

El uso de los paraísos fiscales para defraudar legalmente impuestos ha ido a más entre las grandes compañías españolas. En el año 2007 el porcentaje de empresas del IBEX 35 con filiales sin actividad operativa en paraísos fiscales era del 69%. Hoy son el 82%.

La propia España se ha convertido en una suerte de paraíso fiscal para empresas extranjeras a través de las ETVE (Entidades de Tenencias de Valores Extranjeros).

La compañía más grande del mundo, la petrolera ExxonMobil, tiene una filial en España que ganó en dos años 9.907 millones de euros y no pagó ni un duro a Hacienda. Esa empresa, ExxonMobil Spain, cuenta con un solo empleado, tal vez el trabajador más productivo del mundo: su sueldo es de 44.000 euros anuales y genera casi 5.000 millones al año de beneficios. La petrolera no sólo no ha pagado impuestos ni ha generado empleo sino que, además, se ha beneficiado de ayudas fiscales por valor de 1,5 millones de euros españoles.

España es el país con más billetes de 500 euros de toda la UE. Uno de cada cuatro de todos los Bin Laden (el apodo popular con el que se conoce a este billete que se supone que existe aunque nadie haya visto jamás) está en España. Es más, el 65% de todo el dinero que circula en este país se mueve en esta moneda invisible, siempre según los datos del Banco de España. En total, los billetes de 500 suman 52.244 millones de euros y un altísimo porcentaje de esa pasta —que se sabe que está aquí, guardada en cajas fuertes, en calcetines y en colchones— no paga impuestos jamás. Según los técnicos de Hacienda, el billete de 500 es la herramienta para un fraude fiscal de 16.000 millones al año: aproximadamente doce veces más de lo que ahorró el Estado congelando la subida de las pensiones.

En los últimos años, con la crisis, el porcentaje del dinero que se mueve por las sombras, sin pagar impuestos, ha crecido. Es como la materia oscura, sabemos que está ahí pero no la  podemos ver. Un estudio publicado en febrero de 2011 por FUNCAS (la Fundación de las Cajas de Ahorros) calculó un tamaño del 17%. Según esos datos hay en España 4 millones de empleos en la economía sumergida y un desfalco fiscal anual de 32.000 millones de euros. 32.000 millones de euros es el doble del presupuesto público de la Comunidad de Madrid para 2011. 32.000 millones de euros son veintidós veces más que el ahorro por congelar las pensiones en 2010.

España es el país de Europa con más paro: un 20,2% de la población activa mientras escribo estas líneas, en febrero de 2011. Es el doble de la media europea, una rareza única en el primer mundo.

También somos un país con el doble de contratos temporales que la media de la UE. Durante años fuimos los líderes absolutos de Europa con un porcentaje de contratos temporales superior al 30%. Ahora, con la crisis, el  porcentaje de temporales ha bajado hasta el 26,5% (es obvia la razón: son más fáciles de despedir y por eso la mayoría se ha ido al paro).

España también cuenta con el récord absoluto de paro juvenil del primer mundo: un 40,06% en enero de 2011. Hay que viajar al Norte de África, hoy en llamas, para encontrar un porcentaje  de paro juvenil similar a esta cifra. El 15,6% de los jóvenes, ni estudia ni trabaja: ni tiene nada ni aspira a nada.

Si trabajas y tienes menos de 34 años, la probabilidad de que tu contrato sea temporal es del 37,4%.

La pirámide de población envejece. La edad media a la que una española tiene su primer hijo es también de las más altas de Europa: casi 32 años según el INE. La natalidad se está reduciendo aún más con la crisis: desde 2009 está bajando y en 2010 cayó un 3,2%. Cada mujer tiene de media, sólo 1,38 hijos.

El salario medio de los jóvenes españoles está ligeramente por debajo de los 16.000 euros anuales. En el año 2008 un joven español necesitaba un 95% de ese sueldo para poder comprarse una casa. Tras el fin de la burbuja la cosa no ha mejorado mucho: en 2011 sólo necesita un 77%. Si se compra la casa en pareja, basta con la mitad. Si después esa pareja se rompe, ya pueden ambos empezar a rezar: lo que la hipoteca ha unido el hombre no lo separa jamás.

Los jóvenes españoles también son de los que más películas, series y música descargan de Internet en Europa. También es España el tercer mayor mercado europeo en videojuegos. Es la válvula de escape de la generación estafada: esos jóvenes que probablemente serán los primeros en vivir peor que sus padres desde la Guerra Civil. Les cambiaron el espacio por el hiperespacio, el derecho a una vivienda digna por la Playstation 3.

Además de estos argumentos hay otras dos razones más para reaccionar: que se puede y que funciona. Se puede porque existen herramientas para ello: esas redes sociales que han sido fundamentales en las revueltas del norte de África.

En diciembre de 2009 un grupo de bloggers, poco más de una docena de personas, nos organizamos a través de una lista de  correo para publicar un manifiesto contra la Ley Sinde en defensa de los derechos fundamentales en Internet. Más de un cuarto de millón de personas, jóvenes en su mayoría, difundieron ese manifiesto a través  de los blogs y las redes sociales. Apenas veinticuatro horas después de publicarse el presidente del Gobierno tuvo que rectificar públicamente a su ministra de Cultura y cambiar la primera redacción de esa ley. Las protestas siguieron porque aquel cambio no fue suficiente y, al final, el PSOE pudo sacar adelante la Ley Sinde con el apoyo de CiU y el PP.

La ley ya se ha aprobado. Pero a pesar de todo la protesta triunfó: los ciudadanos demostraron que se podía hacer política al margen de los partidos.

De todos los argumentos contra cualquier movilización hay uno que siempre se repite: «No va a valer de nada». Esos ciudadanos que en la tertulia del bar critican esta situación pero que después afrontan su destino resignados porque, total, nada va a cambiar: nada cambia cuando nadie hace nada, y vuelta a empezar.

¿En qué estrellas está escrito que nada de nada va a cambiar? ¿Cómo es posible que incluso durante la dictadura las protestas y las huelgas —entonces ilegales— pudieran mejorar las condiciones de los trabajadores y hoy, en una democracia, gran parte de la sociedad crea que no hay nada que hacer? ¿Por qué la juventud española sólo protesta masivamente para defender su ocio digital? ¿Por qué la ciudadanía no presiona y deja todo el campo a esos mercados sin más principios que el egoísmo de su cuenta de resultados?

Íbamos a reformar el capitalismo y al final ha sido el capitalismo quien nos ha reformado a nosotros. ¿A qué esperamos para reaccionar?