La guerra: Un hecho de muerte permanente

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La guerra es la continuación de la política con otros medios… Esta reflexión sobre las guerras forma parte del material de los videos VOZ DE LOS SIN VOZ. Tienes a tu servicio más de 500 documentales que hacen referencia a los grandes problemas de la humanidad ( Hambre, guerras, paro, esclavitud infantil…) educación, la no-violencia, espiritualidad, etc. En la Casa de Cultura y Solidaridad más próxima a tu localidad puedes informarte o en el teléfono 91-3734086 ( Madrid-España) Formulario de contacto

INTRODUCCIÓN: NO MATAR ES UNA EXIGENCIA ÉTICA DE LA NATURALEZA DE LA VIDA, DE TODA VIDA.

Una de las tácticas que maneja todo político, salvo raras excepciones que no conocemos, cuando está en el poder, para engañar al pueblo, es divulgar por prensa, radio y televisión lo que hace y silenciar lo que falta por hacer y no hace. A veces recurre, para seguir engañando, a las verdades a medias, y en otras ocasiones, utiliza el poder para extender su ideología, personal o de grupo, para desfigurar la verdad sectariamente. Este último hecho, desfigurar la realidad -mentir- para imponer su sectarismo político, es lo que se está haciendo desde el poder político, nada menos, que en el tema de la VIDA.

No matar es una exigencia ética de la naturaleza de la vida, de toda vida. Pero los poderosos de la Tierra, el imperialismo transnacional, sirviéndose de sus cipayos, las grandes organizaciones políticas y los Gobiernos, nos está imponiendo, con hipocresía, mentira y abuso de poder, una cultura de muerte. Lo hacen huyendo de todo planteamiento global sobre la vida y por ello la sectorializan. Un tiempo, hablarán del aborto, ocultando los objetivos de las grandes potencias en esa campaña; otro de la naturaleza, silenciando al ser humano; otro de las guerras, sin manifestar los intereses económicos y políticos que las promueven; otro de la violencia política terrorista, ocultando la violencia de Estado; otro nos hablarán de una pequeña parte de los que mueren por hambre, nos ocultarán la mayoría y nunca dejarán que se planteen las causas verdaderas del hambre, y mentirán para hacernos creer que son la superpoblación, la gandulería de los pobres, etc … nunca hablarán de los expoliadores del Norte que llevan a la miseria al Sur, cosa que se acrecentará con el Tratado de Maastricht , y así con todas las relaciones históricas muerte-vida.

Este reportaje, en su totalidad, y cada una de sus partes en concreto, es una defensa de la vida, de toda vida. Plantear el tema sectorialmente, es posible que siempre oculte intereses inconfesables; es decir, que se defiendan aspectos de la vida que interesan al Poder y a los poderosos ocultando los sustanciales. Exigimos un diálogo abierto en defensa de la vida, en el que los Estados pongan a libre disposición de las realidades sociales, de todas las realidades sociales, sus medios y capacidades informativas. No más abusos de poder a favor de la muerte; justicia en favor de la vida. Somos demócratas.

LA GUERRA: Un hecho de muerte PERMANENTE

Nuestra sociedad tiene en la guerra un hecho demostrativo de que padecemos, estamos inmersos en ella, una cultura de muerte. Los estudios sociológicos coinciden en manifestar que, después de la II Guerra Mundial, el interés de las naciones enriquecidas por la guerra está en disminución. Coincide esa realidad con que el único triunfador de la II Guerra Mundial fue el imperialismo transnacional que hoy impone su gobierno al planeta Tierra y utiliza la guerra como uno de sus instrumentos de dominio. Al mismo tiempo ha conseguido que, por ahora, los tres grandes poderes políticos, Japón, América del Norte y Comunidad Europea, que utiliza para imponer sus intereses en todos los continentes, no se enfrenten entre ellos, al menos, directamente.

Pero las guerras están ahí. Hoy hay más de 74, aunque la prensa y la televisión no hablen de ellas porque se lo impongan sus amos.

En los últimos 3.400 años de la Historia de la Humanidad, sólo ha habido 234 años de paz en el mundo. Desde 1945 a nuestros días ha habido docenas de guerras que no han permitido ni un sólo día de paz. La II Guerra Mundial o guerra entre las grandes potencias, ocasionó, según publicó el Gobierno norteamericano en 1947, más de 16 millones de muertos en los campos de batalla, a los que se deben añadir los muertos en los campos de concentración y en los bombardeos a las ciudades y pueblos de la retaguardia, que supuso más de otros 25 millones. Víctimas también fueron los 13 millones de niños huérfanos por la muerte de los padres en la guerra y los más de 40 millones de refugiados que se vieron obligados a abandonar sus casas. Todo ello, suma más de 82 millones de víctimas.
No hacemos ninguna demagogia si decimos, categóricamente, que casi a toda la sociedad le toca pagar la guerra, pero muy especialmente la pagan más los más débiles. Alguien, cualificado, ha escrito:

«Se da una distribución selectiva de los costes y los beneficios de las guerras; mientras los costes son soportados en general por la sociedad» (y en costes de vidas humanas los más débiles ponen la gran mayoría) «los beneficios se los llevan las élites dirigentes, las cuales, en consecuencia, siguen teniendo interés económico en la guerra. En estas bases se apoyan las teorías del imperialismo».

Disminuir los estudios y la conciencia de los pueblos enriquecidos sobre este grave problema es, además de un atentado grave contra la humanidad, otro no menos grave contra la cultura. Porque no queremos participar en esa violencia, hablamos en este reportaje.

DEFINICIÓN DEL TERMINO GUERRA

Comencemos por definir este hecho tan importante en el nuestro mundo.

Los grandes estudiosos del tema no se han puesto de acuerdo a la hora de definir lo que significa la palabra guerra. La Academia de la Lengua Española se pronuncia por numerosas definiciones que multiplican la confusión. Un gran estudioso del tema, Wright, dice que es el «contacto violento de entidades distintas, pero semejantes», y continúa, «condición jurídica que permite igualmente a dos o más grupos hostiles sostener un conflicto con la fuerza armada». Con ello se queda fuera de llamar guerra a las guerras económicas, psicológicas, etc… Para Bouthoul es «la lucha armada y cruenta entre grupos organizados», y para Von Clausewitz «guerra es la continuación de la política con otros medios». Sin ser ninguna completa, esta última es la mayores contenidos y, quizá por ello, es universalmente tenida en cuenta.

El profesor Wright tropezando con las ambigüedades de las definiciones apela a que se haga más pegada a la realidad histórica y se tengan en cuenta los hechos que han recibido el nombre de guerra. Según Umberto Gari estos han sido:

1.-Actividad militar
2.-Elevado grado de tensión en la opinión pública
3.-Entrada en vigor de normas jurídicas atípicas respecto de las que rigen en período de «paz»
4.-Una progresiva integración política dentro de las estructuras estatales beligerantes.

La actividad militar y la entrada en vigor de normas jurídicas atípicas no podrían funcionar en favor de la guerra si los pueblos controlaran su propia opinión y si no aceptaran su integración en las estructuras del Estado, sin exigir antes la información adecuada para decidir libremente su suerte. Por ello los poderes políticos usan el referendum como y cuando quieren y, en España, han impedido que sea decisorio.

Así, históricamente, la guerra adopta, al mismo tiempo, forma de conflicto, violencia-, fenómeno psicológico-social, situación jurídica excepcional y de cohesión interna de los pueblos.

Desde este punto histórico, para algunos estudiosos, ha habido cuatro fases históricocualitativas de guerra:

1. Animal (en sentido psicológico)
2. Primitiva (en sentido sociológico)
3. Entre grupos civilizados (sentido jurídico)
4. Actual (sentido tecnológico)

Pero decir que es posible la guerra «entre grupos civilizados» porque utilizan medios jurídicos, cuando todos sabemos que el vencedor de la guerra impone su ley, no deja de ser una utilización interesada del lenguaje para justificar los atropellos de los fuertes sobre los débiles.

Por ello se impone, y cada día que pasa más, la necesidad de que toda persona responsable se plantee los siguientes ocho aspectos en la realidad de cada pueblo y en las relaciones entre ellos:

1.-Desarrollo tecnológico y el correspondiente contraste
2.-Estrategia de cada Estado y sus posibles contraposiciones
3.-Niveles de conocimientos intelectuales y filosofías que los sostienen
4.-Ordenamiento jurídico o legal y niveles de violencia
5.-Vertebración de la sociedad
6.-Estructuración e institucionalización política
7.-Sentimientos sociopolíticos y planteamientos psicológicos
8.-Actitud social ante el uso de la fuerza

Con esos datos en la mano podemos estudiar las posibilidades de guerra entre dos o más países, o visto desde el punto opuesto, las posibilidades de la paz. Sin ello, la manipulación de la conciencia colectiva de los pueblos, en este punto, está totalmente en lo que quieran decidir los intereses de los dirigentes.

Es necesario que en la previsión de las guerras tengamos en cuenta, por último, los niveles de organización de los posibles contendientes.

“La decisión racional y calculada se toma mucho antes del estallido efectivo de las hostilidades (…); la decisión de emprender una guerra se produce de uno a cinco años antes del estallido de las hostilidades».

Si ésto se deducía de los estudios anteriores a 1941, el avance progresivo de la planficación en los últimos cincuenta años, muy superior a la de aquella fecha, como consecuencia de las técnicas electrónica e informática, hace que esos años, cuando menos, se hayan duplicado.

Tampoco vale aceptar el que las democracias formales son instrumentos políticos más elitistas que los autoritarismos. El profesor Wrigth lo resume muy bien en este penrsamiento: «la paz ha producido más democracia que la democracia-paz». Hoy, para fortuna de los países enriquecidos, y como consecuencia de la tecnología, «Las guerras se han convertido en”privilegio” de las pequeñas naciones».

Los fuertes, verdaderos causantes de las grandes guerras, han acusado a los débiles de qué ellos también hacían guerras, a las que llamaban revolución, con lo que se demostraba qué- la guerra es connatural al hombre y hasta vía de progreso. Sin embargo es claro que guerra y revolución no es lo mismo. «Son dos fenómenos totalmente diferentes. Una revolución puede provocar una guerra y una guerra facilitar una revolución; pero la revolución, como cambio social rápido y radical tiene muy poco que ver con la violencia y la guerra».

CAUSAS DE LA GUERRA

Para Wright las causas de las guerras son:

. Ideológicas,
. Económicas,
. Psicológicas,
. Políticas y
. Jurídicas.

Otros estudiosos las explican de esta manera

» No habría guerra si no hubiera en el ser humano una tendencia a imponerse y si el ambiente internacional creado por la nación-Estado no careciese de un sistema de control de los Estados».

Esto, que nadie lo discute, puede ser instrumentalizado por las grandes potencias para poner al servicio del imperialismo, partiendo de esa necesidad objetiva, mediante el control absoluto de las Naciones Unidas, como ha demostrado la Guerra del Golfo, un ejército con capacidad represiva universal. El profesor Lasuén así lo apunta para respaldo de los intereses económicos de la Comunidad Europea en el Tercer Mundo.

Además de lo anterior, otros (Richardson) pioneros en los estudios sobre la guerra aseguran que las carreras de armamentos son premonitoras de las guerras y uno sugiere «que la espiral de los armamentos es en sí misma una causa bélica que se autoalimenta». Pensemos, con el profesor Galbraith que en nuestra sociedad «la tecnología pivota sobre la industria armamentista».

Distinguen los estudiosos entre violencia y guerra. Lo hacen partiendo de que violencia y fuerza se encuentran en todos los niveles de las relaciones sociales: entre individuos, familias, comunidades, agrupaciones de base social, económica e ideológica. Lo que distingue, para ellos, violencia y guerra es la legitimidad y ésta, sólo los Estados la tienen reconocida y de forma monopolística. La definición de sociedad, como indicó Max Weber a propósito del Estado, se basa en el monopolio de la violencia legítima.

La capacidad de hacer la guerra fuera de las propias fronteras y de controlar la violencia dentro de las mismas constituyen dos caracteres distintivos y esenciales del sistema político. Dedicarse a esas tareas conlleva un alto aprecio social y en tiempos pasados también era así; hasta el recreo de la caza -forma de matar- se consideraba como la única actividad «pacífica» digna de la aristocracia guerrera.

Pero uno de los puntos más serios de reflexión es el lugar que ocupa la guerra en la cultura de los pueblos.

Las guerras se han pretendido justificar hasta en nombre de la cultura. El profesor Wrigth dice sobre ello: «Aunque la guerra tuviera la función de asegurar cambios en la sociedad, su efecto último ha sido el de producir oscilaciones en el surgimiento y en la caída de los Estados y de las civilizaciones. Cualquier civilización persistente que se haya producido en la Historia de la humanidad, no se ha debido tanto a la guerra como al pensamiento. Los Alejandro, Los Cesar, los Napoleón, han producido oscilaciones. Los Aristóteles, los Arquímedes, los Agustín, los Galileo, han producido progreso».

Pero aún admitiendo la afirmación de Wright en los resultados a medio y largo plazo de las guerras y de la cultura, no es menos cierto que la cultura actual está impregnada de violencia y, la violencia, sólo se distingue de la guerra por la norma jurídica, que se impone y administra por el poder monopolísticamente. Los hechos reales, violencia y guerra, como hechos, son similares. Y nuestra cultura es violenta. El héroe ocupa un lugar central en los arquetipos de nuestra civilización. Destacados filósofos han exaltado la guerra, desde Hegel a Proudhon, pasando por Nietsche y Steinmetz, y sus decadentes vulgarizadores caerían en las ideologías fascistas y nazis. Ello lleva a James a afirmar que no se podrá acabar con la guerra mientras no se haya conseguido desarrollar las equivalentes morales de la paz, cuestión que no se han dado cuenta ni gran parte de los líderes pacifistas. «Una civilización como la nuestra -dirá el profesor Strassoldo- que tiene en la guerra una de sus principales fuerzas integradoras y propulsivas, no puede liberarse fácilmente de ella».

La progresión tecnológica en la fabricación de armamentos y la opción por la tecnología que hace nuestra sociedad, dan una influencia eminentemente violenta a nuestra cultura, hasta el punto de haber barrido del movimiento obrero sus ideales de paz, cuando se planea la crisis de la industria armamentista. Una de las funciones evolutivas de las guerras es la tecnología. Desde Arquímedes a nuestros días, los principales inventos han nacido bajo la presión de las exigencias bélicas. Incluso en sociedades que tenían poco desarrollada la tecnología, por ejemplo, el mundo greco-romano, las fuerzas armadas estaban dotadas de un armamento tecnológico muy respetable para la época. Por otra parte, recordemos que en nuestra época han sido precisamente los militares los promotores más activos del progreso científico y tecnológico, financiando investigaciones en todos los campos del saber. Y el clima de nuestra sociedad es, al mismo tiempo, idólatra de la ciencia y la técnica.

Lo que la razón y los sentimientos nobles no han conseguido frente a la guerra lo está imponiendo la tecnología militar con su capacidad destructora y asesina: la inviabilidad de la guerra. Pero mientras la guerra entre las grandes potencias -hoy Unión Europea, América del Norte y Japón- ha muerto, entre los medianos y pequeños países se ha multiplicado. Pero no olvidemos que, ni siquiera en el primer caso, se han eliminado las causas de la guerra y las funciones políticas y económicas que se le asignan.

Una última palabra sobre la guerra y lo jurídico, única cuestión que le separa de la violencia, con lo que, de hecho, se legaliza la violencia de los poderosos y se condena la de los débiles. El derecho ha considerado las guerras en el proceso histórico, de la siguiente manera:

1. Como un posible medio de justicia
2. Como una prerrogativa de los Estados
3. Como un crimen

Son las Naciones Unidas, como consecuencia de que la tecnología había hecho posible la guerra total, las que decidieron admitir que sólo sometiendo la guerra entre Estados al consenso de la Comunidad de éstos, podía ser declarada lícita una guerra. Pero tengamos en cuenta que la ONU es antidemocrática y por ello concede el poder de veto a EE.UU., China, Francia, Rusia y Reino Unido, con lo que el resto de Estados está en supeditación a ellos. Por otra parte, la guerra del Golfo ha demostrado que todas las potencias con veto, llegada la oportunidad, votan según los dólares que se les ofrezcan en créditos blandos. «Todo poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente», dijo un político inglés. Y sigue sucediendo. .

Resumiendo todo lo dicho, lo hacemos con unas palabras del Cardenal Koening: «la guerra es siempre un asesinato entre hermanos». Todas las aparentes justificaciones que han buscado los hombres, no desmienten esta verdad.

CUESTIONARIO
1. ¿CUALES SON LAS CAUSAS DE QUE HAYA DISMINUIDO EL INTERÉS DE LA OPINION PUBLICA POR EL CRIMEN DE LA GUERRA?

2. ¿POR QUE LA CIVILIZACION ACTUAL POTENCIA Y DESARROLLA LA PLANIFICACION DE LAS GUERRAS? ¿QUIEN SE BENEFICIA CON ELLO?

3. ¿QUE MANIFESTACIONES DE VIOLENCIA ENCONTRAMOS EN LA CIVILIZACION TECNOLOGICA QUE VIVIMOS? ¿COMO SIRVEN ESAS VIOLENCIAS AL PODER IMPERIALISTA?