La historia de amor de Bernat Soria y la industria farmacéutica

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Muchos cargos públicos de la Administración hacen ‘méritos’ entre las grandes empresas para intentar que éstas, agradecidas, los contraten cuando han terminado su periplo.

Las grandes multinacionales pagan mucho mejor que la Administración y cada vez más personas sueñan con ser lo suficientemente complacientes con ellas como para que éstas las premien contratándolas. La cantidad de cargos políticos provenientes del campo privado que benefician los intereses que antes representaban es realmente llamativa, pero también lo son los casos de quienes formados en ‘lo público’ fichan luego por empresas privadas que aprecian sus contactos e influencia para que les abran puertas y representen sus intereses en las instituciones en las que trabajaban o en sus adyacentes. Cuando no se trata simplemente de una ‘contraprestación’ por los servicios realizados previamente. Si esto es grave y condenable en general, lo es más en el ámbito sanitario.


El último ejemplo es Bernat Soria. El ex ministro de Sanidad y Consumo, predecesor de  Trinidad Jiménez, ha fichado por el laboratorio Abbott para hacer un informe sobre las carencias del Sistema Nacional de Salud y el papel de la industria farmacéutica para ayudar a la ‘sostenibilidad’ del primero. Soria, que está trabajando en una institución pública, el Centro Andaluz de Medicina Biomolecular y Medicina Regenerativa (Cabimer), fue destituido de su cargo al frente del Ministerio en abril de 2009. Ahora una compañía farmacéutica privada le encarga analizar las expectativas y retos de todos los sectores implicados en el desarrollo del sistema sanitario, con los pacientes como primer grupo de interés. Después seguirá con las sociedades médicas, asociaciones de enfermería, distribuidoras, farmacéuticos, investigadores, así como «periodistas sanitarios, encargados de transmitir la información médica a la población».


Es curioso que un laboratorio farmacéutico de la magnitud de Abbott pretenda hacer creer que no conoce el sector en el que se mueve. En realidad, como se comenta en el sector, se le ficha para que ‘tire de agenda’ en tiempos difíciles y use sus contactos e influencias con sus antiguos compañeros y compañeras en el Ministerio. PRNoticias, uno de los medios de comunicación más favorables a los intereses de las multinacionales farmacéuticas, lo explica así: «¿Cuál es el papel que debería jugar la industria farmacéutica en nuestro país? ¿Es capaz de ayudar a la sostenibilidad del sistema sanitario? Esta duda ha surgido del laboratorio Abbott y se ha puesto en marcha junto con Bernat Soria, ex ministro de Sanidad e investigador, para integrar la visión de todos los agentes implicados en el Sistema Nacional de Salud. El Informe Bernat Soria quiere marcar un antes y un después sobre cómo entendemos la aportación de la industria farmacéutica al Sistema Nacional de Salud y si su figura es esencial para garantizar la calidad del sistema y contribuir así a su sostenibilidad».


Soria no estuvo mucho tiempo al frente del Ministerio de Sanidad y Consumo (julio de 2007-abril de 2009), pero pronto mostró su habilidad para los fichajes oportunos. Desde que se supo que el Gobierno español, como tantos otros gobiernos, apoyaría el comercio de la vacuna contra el cáncer de cuello de útero de las farmacéuticas Merck y GlaxoSmithKline, muchos profesionales sanitarios coordinaron una campaña para pedir una moratoria en la aplicación de la vacunación de tan controvertido preparado. Uno de los mayores impulsores de la citada moratoria fue Ildefonso Hernández Aguado, catedrático de Medicina y uno de los primeros firmantes del documento pro-moratoria en 2007. Este médico alicantino era un hombre de confianza de Soria; el ex ministro lo conoció en su etapa de trabajo en la Universidad Miguel Hernández de Elche. A finales de abril de 2008, Hernández Aguado fue nombrado director general de Salud Pública y Sanidad Exterior. Desde entonces, las 9.500 personas que firmaron la demanda de moratoria en el calendario de vacunación esperan a que el director general lleve a la práctica la petición que él mismo encabezó.


La llegada de Soria al Ministerio


Cuando entró Bernat Soria como ministro de Sanidad y Consumo a media legislatura en 2007, el Ministerio sufrió un cambio radical. La ministra Elena Salgado que, como muchos medios especializados en temas sanitarios publicaron, no era del agrado de Farmaindustria (la patronal de los laboratorios en el Estado español), fue desplazada al Ministerio de Administraciones Públicas. Soria, sin embargo, mostró enseguida gran afinidad con estas compañías. Según Correo Farmacéutico: «El ministro Bernat Soria quería convertir esta legislatura en la del impulso de la industria farmacéutica española».


El recibimiento de Farmaindustria


En la memoria anual de 2007 de Farmaindustria, su entonces presidente, Antoni Esteve i Cruella, daba un espaldarazo tanto a Bernat Soria como a otra ministra usuaria habitual de las puertas giratorias, Cristina Garmendia. Sus palabras respecto a Soria: «El relevo en la cúpula del Ministerio de Sanidad y Consumo, con la llegada de don Bernat Soria y su nuevo equipo en julio de 2007, ha supuesto en la práctica un cambio de tendencia en la relación de la Administración con la industria farmacéutica y aunque el período transcurrido hasta la fecha ha sido corto, existen fundadas esperanzas de avance».


Otros ya pasaron por las ‘puertas giratorias’


Hay otros muchos ejemplos de cargos públicos en el sector sanitario que han desembarcado en empresas o que han utilizado el camino de ida y vuelta del sistema de puertas giratorias que trasvasa ejecutivos entre lo público y lo privado. Jaime del Barrio pasó de consejero de Sanidad del Gobierno de Cantabria a director general del Instituto Roche, multinacional propietaria del conocido Tamiflu. A su vez, el ex consejero mantiene una estrecha relación con su compañera del Partido Popular Ana Pastor, ex ministra de Sanidad, quien presionó hace unos meses en los medios de comunicación de forma bastante activa para que el gabinete dirigido por Trinidad Jiménez comprase amplios cargamentos del inútil Tamiflu y millones de vacunas para tratar la «peligrosísima» gripe A. Lo mismo que ya había hecho con la vacuna del virus del papiloma humano al convertirse en una de sus más acérrimas defensoras. Pastor también compró dos millones de vacunas contra la viruela, para defendernos del riesgo de que Sadam Husein nos atacara con una de las armas biológicas procedentes de su arsenal secreto.


Garmendia, un caso de manual


El Ministerio de Ciencia e Innovación es clave para la industria farmacéutica. La ministra Cristina Garmendia es la fundadora de la empresa Genetrix, de biotecnológica y era, hasta entrar en el Gobierno, presidenta de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), el mayor lobby pro alimentos transgénicos del Estado, que también congrega a buena parte de la industria farmacéutica biotecnológica: Bayer, Merck, Roche, Schering Plough o Gilead Sciencies, entre otras. Preside la Fundación Inbiomed que, financiada con dinero público, se dedica a la investigación genética con fines farmasanitarios.






Miguel Jara (Madrid, 1971). Autor de ‘La salud que viene: nuevas enfermedades y el marketing del miedo’, entre otras obras, corresponsal en España de British Medical Journal (BMJ), colaborador habitual de Discovery DSalud y especialista en la investigación y análisis de temas de salud y ecología.