La ideología de género contra la mujer

11395

El 8 de marzo ha sido históricamente el Día de la mujer Trabajadora, desde que en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora

Fue en 1911 cuando se celebró por primera vez, y menos de una semana después, el 25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico incendio en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Desde entonces, cada 8 de marzo se recordaba a estas mujeres obreras muertas por las condiciones laborales en las que trabajaban y se reivindicaban unas condiciones justas para el trabajo de la mujer.

En estos días en que se vuelve a conmemorar el 8 de marzo como el “Día de la Mujer”, queremos recordar que esa no fue la denominación original. Se denomina Día Internacional de la Mujer “a secas” por voluntad de la Asamblea General de la ONU, que el 8 de marzo de 2011 celebró el centenario de ese Día Internacional de la Mujer Trabajadora como primer «Día Internacional de la Mujer de las Naciones Unidas». En ese momento comenzó también a operar la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, conocida como “ONU Mujeres”.

Así manipuló la ONU, con el objetivo de imponer la ideología de género desde ámbitos supranacionales y supraestatales.

Nunca la mujer en el movimiento obrero vivió la relación con el hombre como una lucha, sino ambos en lucha contra el poder del capitalismo, que era quien sometía a la mujer, -pero también a los niños-, a condiciones de infrapersona. Lo hacía con los varones, pero en mayor grado con los que consideraba más débiles de entre los débiles, mujeres y niños. Pura estrategia de opresión en la historia de la humanidad: la explotación de los débiles.

La familia – comunidad de amor y vida basada en la unión de hombre y mujer a través del matrimonio- ha sido en la historia de la humanidad y en la historia del movimiento obrero fuente de solidaridad. Los empobrecidos de la tierra siempre han tenido a la familia como su gran fuerza y a la familia de familias –la asociación- como su gran herramienta para la lucha contra el poder establecido. Desde la familia y desde la asociación se luchaba por la dignidad humana frente al Capital. Atentar ideológica, cultural y legislativamente contra la familia es atentar contra los empobrecidos, es tratar de romper los vínculos de solidaridad que hacen posible la lucha contra su empobrecimiento y contra la injusticia. Atentar contra la familia es atentar contra las relaciones de gratuidad, uno de los valores que jamás el imperialismo neocapitalista puede asimilar.

El imperialismo, revestido de la mentira de querer rescatar a la mujer de un machismo secular que necesariamente debe ser combatido, ha generado la “ideología de género” como una auténtica estrategia contra la propia mujer. Desde la Conferencia de la mujer Pekín, en 1995, se viene gestando esta ideología, que hoy es transversal en nuestra sociedad y que ha invadido todos sus campos, generando un auténtico campo de batalla en el interior del ser humano y en sus relaciones.

Hoy, en pleno siglo XXI, solamente culturas enquistadas –y por ello enfermas- pueden defender la inferioridad de la mujer respecto al hombre y su diferencia de derechos; y hoy, en pleno siglo XXI es de nuevo una ideología totalitaria la que con una falsa estrategia de defensa de la mujer, la está rompiendo por dentro, anulándola para ser portadora de vida y de gratuidad, con el objetivo de que sirva mejor al nuevo imperialismo que necesita personas rotas, aisladas, insolidarias y solas, pero que produzcan y consuman.

Volvamos la vista a las relaciones de solidaridad que nos ofrecieron las mujeres y los hombres empobrecidos del movimiento obrero y a esa cultura asociativa que antepuso el Trabajo al Capital, ahora con “ideología de género” incluido.

Editorial de la revista Autogestión

Puedes descargarte aquí un extracto  Revista Autogestión 117. Extracto