La Iglesia de Madrid llama a la acogida cristiana, la justicia y la solidaridad con los inmigrantes

2243

El Cardenal A. M. Rouco Varela llama a la "acogida cristiana" así como a "la justicia y la caridad" con los inmigrantes, en una carta publicada con motivo de la Jornada Mundial de las Migraciones que se celebra el domingo día 15 de enero.

"La Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado brinda a toda la Iglesia una nueva oportunidad de reflexionar sobre el creciente fenómeno de la emigración en este mundo global, de orar para que los corazones se abran a la acogida cristiana y de trabajar para que crezcan en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcción de una paz auténtica y duradera", afirma.

En este sentido, señala que la Jornada Mundial de las Migraciones "estimula a realizar una pastoral de comunión, a salir al encuentro de los que llegan y a actualizar las estructuras tradicionales de atención a los inmigrantes y refugiados, a fin de dar una mejor respuesta a las nuevas situaciones en que interactúan culturas y pueblos".

Por ello, el cardenal manifiesta su deseo de que las comunidades cristianas sean "constructoras de unidad integradora, capaces de abrazar a todos por encima de las diferencias de los orígenes" y de que no se considere a los inmigrantes como "extraños o forasteros" pues, según recuerda, inmigrantes y madrileños, desde hace unas décadas, "conviven, trabajan y crecen juntos" formando parte de una misma sociedad y diócesis.

"Todos estamos llamados a desarrollar una convivencia verdaderamente humana basada en la fraternidad. Son nuestros vecinos, son nuestros conciudadanos, son nuestros diocesanos y nuestros feligreses, son nuestros hermanos", subraya.

Además, apunta que en este mundo "cada vez más globalizado", los inmigrantes "han contribuido a crear, junto a las migraciones interiores, una sociedad cada vez más intercultural y multiétnica, con problemáticas nuevas, no sólo desde un punto de vista humano, sino también ético, religioso y espiritual".

A su juicio, este cúmulo de circunstancias suscita nuevas situaciones pastorales que las comunidades parroquiales deben tener en cuenta y que exigen "una respuesta imaginativa". Por ello, invita a "trabajar para que no les falte a los trabajadores inmigrantes y a sus familias el cuidado pastoral ordinario y el anuncio de Jesucristo".

Ante esta situación, anima a las comunidades cristianas a salir al encuentro de los inmigrantes para que mantengan su fe, "aun cuando falte el apoyo cultural que existía en el país de origen", y todo, basándose en el reconocimiento de españoles e inmigrantes como "hermanos".

En cualquier caso, recuerda que el compromiso misionero ha de centrarse sobre todo en la familia "ayudando a que se creen también para las familias inmigrantes las condiciones válidas para la plena realización de los valores fundamentales: la unión tanto del matrimonio mismo como del núcleo familiar que implica la armonía en la mutua integración de los esposos desde el punto de vista moral, afectivo y de su fecundidad en el amor".