La iglesia italiana colabora en encontrar familiares de migrantes muertos en Mediterráneo

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La Fundación Migrantes, organismo de la Conferencia Episcopal Italiana especializado en el flujo migratorio, colaborará con el Ministerio del Interior para encontrar a las familias de 700 migrantes muertos hace un año en la bodega de un barco, al intentar cruzar desde Libia a las costas italianas

El proyecto facilitará la llegada a Italia de los familiares, el reconocimiento e identificación de estos restos y el retorno a sus países. «No es solo enterrar cadáveres. Es permitir a una madre que sepa dónde está su hijo», explica el padre Perego, director de la fundación.

Tres años después de la profética visita del Papa a Lampedusa, por desgracia, la situación está lejos de mejorar. Apenas unos meses después, ese mismo año, se hundió una precaria embarcación en cuya bodega murieron asfixiadas 368 personas. Aquel desastre dio lugar a la misión Mare Nostrum, encabezada por la Marina Militar Italiana, destinada a prestar auxilio en aguas internacionales, en especial a quienes huyen de Libia. Pero un año después se agotaron los fondos europeos, la operación se acabó y se activó, en su lugar, Tritón, un dispositivo mucho menos dotado (un tercio del de Mare Nostrum), financiado por la UE más que para rescatar náufragos, destinado a proteger las costas europeas. Según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM) la tasa de mortalidad de los migrantes en el Mediterráneo aumentó diez veces entre 2014 y 2015. De haber existido dispositivos para auxiliar a los náufragos en alta mar, no se habrían producido desastres como el hundimiento del 18 de abril de 2015, considerado como el mayor desastre en el Mediterráneo desde la II Guerra Mundial. Se estima que perecieron unas 700 personas solo dentro de la bodega del barco. Apenas 28 fueron rescatadas con vida de una embarcación que se cree que transportaba a 850 personas. Desde entonces, los barcos italianos han vuelto al control de las aguas entre Lampedusa y Libia.

Estos 700 cuerpos han permanecido un año a casi 400 metros de profundidad. Son mujeres, hombres y niños. Parece que había muchas madres y que prácticamente todos provenían de África subsahariana. El 1 de julio, en una extraordinaria operación de rescate, la Marina Italiana, a instancias del Gobierno del país, sacó el barco del agua con un único objetivo: Enterrar a los muertos. «Parecía algo del pasado pero en realidad esta obra de misericordia, como se ve, tiene una gran actualidad. Creo que también es importante que una familia, que probablemente habría invertido todo en el viaje de ese ser querido, tenga el derecho de saber dónde está. Que no se queden simplemente con que ha desaparecido», explica el padre Giancarlo Perego, director de la Fundación Migrantes, con sede en Roma. Los cuerpos ya han sido trasladados al puerto de Augusta, donde reposan en una cámara frigorífica a la espera de que se pueda hallar a sus familiares y realizar las pertinentes pruebas de ADN. La idea es devolver esos cuerpos a sus seres queridos para que los puedan dar sepultura cerca de sus hogares, para terminar con la angustia del no saber y del imaginar. Solo en Sicilia hay 56 cementerios con cientos de tumbas de migrantes fallecidos en el mar de cuya desaparición nadie ha dado cuenta. A algunos, como gesto de pequeña humanidad, se les dio un nombre post mortem. «Nos parece una iniciativa importante, también desde el punto de vista eclesial, porque encaja dentro de la invitación del Papa Francisco en el Año de la Misericordia de redescubrir las obras de misericordia entre las que está enterrar a los muertos», explica.

Fuente: Alfa y Omega