La imaginación nos abre el camino

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Quiero referirme aquí a la diferencia radical que va a de la imaginación a la fantasía.
En primera aproximación puede decirse que la imaginación depende del equilibro a que se pueda llegar entre la intuición y la técnica; cuando esto se produce, la humanidad progresa. Desde la teología hasta el pocker.

Las cosas que uno recuerda, o que uno ve, a veces sugieren y hacen sugerir en la mente otras cosas que la mente desconocía. Primer paso: intuitivo. El paso siguiente consiste en someter la cosa intuida a las leyes generales que uno sabe que regulan este orden de cosas. Con frecuencia se ve enseguida que aquella pseudo-intuición no era más que pura fantasía; no hay que pensar más en ello.

Otras veces (pocas) la cosa intuida aparece categóricamente como cierta al ser confrontada con la técnica adecuada a ella (de orden físico, o metafísico, es igual). Pero en general se llega a una indecisión, que si se puede convertir en duda metódica, y llevar después a la experimentación, conducirá a poder afirmar o negar.

Cuando la imaginación funciona bien, lo mismo sirve para crear hechos futuros inéditos que para re-crear hechos pasados. Cuentan del gran Cuvier que en cierta ocasión encontró una vértebra fósil de una especie animal desconocida. La imaginación (¡no la fantasía!) le permitió dibujar las vértebras anterior y posterior a la que tenía delante de los ojos; y así, paso a paso, reconstruyó todo el esqueleto de aquel animal, del cual solamente conocía un hueso. Descubrimientos posteriores permitieron comprobar la solidez de la imaginación de Cuvier.

Todos los descubrimientos (digo TODOS) se deben a la imaginación, aún aquellos que parecen hijos del azar, como la famosa rana de Volta, por ejemplo. Si Volta no hubiera tenido imaginación y se hubiera limitado a hacer de profesor, repitiendo y enseñando a repetir lo que está escrito en ciertos libros, nadie sabríamos de él; y los conocimientos y la utilización de la electricidad seguramente que se habrían retrasado unos cuantos años.

También puede decirse (me parece) que la imaginación es la que produce la música clásica, y la fantasía el “rock and roll”.

En el terreno de los actos ordinarios de la vida cotidiana, la imaginación tendrá que dar constantemente la pauta, y, por poco que nos fijemos, veremos que su funcionamiento es casi nulo. La regla (si a esto se puede llamar regla) no es otra que la rutina, que viene a ser una especie de salto atrás, como si se sintiera la nostalgia de instinto de los animales. Da la impresión de que hemos dejado a la imaginación tirada, como inservible, en el cuarto trastero…

No pretendo imponer a nadie lo que yo pienso (Dios me libre) pero si se me permite, voy a expresar mi convencimiento de que de otra manera estarían los hombres y los pueblos si los esfuerzos que se hacen para imponer y fomentar rutinas y fantasías, se aplicaran al cultivo de la imaginación, dejando la fantasía para los asuetos y los descansos momentáneos de la bienhechora y menospreciada imaginación.

Autor: Guillermo Rovirosa