LA JUSTICIA y la SOLIDARIDAD SON la SENDA para GARANTIZAR la PAZ, AFIRMA el PAPA

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La promoción de la justicia y del desarrollo solidario es el camino para garantizar la paz en el mundo, afirmó Juan Pablo II. El Papa ha lanzado el lema de la Jornada de la Paz: : «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien» Al encontrarse con miembros del sindicato polaco Solidarirnosc que cambió la historia del continente recomendó al sindicato que «salga abiertamente en defensa de los trabajadores, a quienes los empresarios niegan el derecho a la voz, el derecho a oponerse a los fenómenos que violan los derechos fundamentales del trabajador».


LA JUSTICIA Y LA SOLIDARIDAD SON LA SENDA PARA GARANTIZAR LA PAZ, AFIRMA EL PAPA

Reza por los que sufren a causa de «la inicua distribución de los bienes»

CASTEL GANDOLFO, domingo, 26 septiembre 2004 (ZENIT.org).- La promoción de la justicia y del desarrollo solidario es el camino para garantizar la paz en el mundo, afirmó Juan Pablo II este domingo.

Al rezar la oración mariana del Ángelus junto a los peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, el Santo Padre comentó el pasaje evangélico de la liturgia de este domingo en el que Jesús narra la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro.

«La enseñanza que se saca de la parábola es clara: cada quien debe utilizar los propios bienes sin egoísmo y de manera solidaria», subrayó el Papa, quien tuvo que hacer esfuerzos para pronunciar la intervención que leyó en su totalidad.

«Pidamos al Señor que apoye los esfuerzos de la comunidad internacional a favor de la justicia y del desarrollo solidario. Este es el camino que puede garantizar un futuro de paz para el mundo», auspició el Papa como conclusión de su reflexión.

El pontífice pidió rezar en particular por «las familias y los pueblos más probados por la inicua distribución de los bienes que Dios destina a todos sus hijos».

La parábola del pobre que sufre la humillación del rico en la tierra y que en el cielo gozará de un lugar privilegiado es para Juan Pablo II particularmente apropiada para afrontar el «problema del desequilibrio entre riqueza y pobreza en el mundo de hoy».

En concreto, recordó que el pasado lunes se celebró en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York una cumbre de jefes de estado y de gobierno a favor de una acción «contra el hambre y la pobreza más solidaria y eficaz» convocada por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

«Intervino en el mismo el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, ofreciendo la adhesión de la Santa Sede a esta nueva iniciativa», señaló el Papa.

Los mandatarios firmaron en la ciudad estadounidense la «Declaración sobre Acciones contra el Hambre y la Pobreza», en la que se contemplan, entre otras medidas, buscar mecanismos para establecer impuestos a las transacciones mundiales y al tráfico de armas.

«La Iglesia católica garantiza todo su compromiso para desarraigar del mundo el flagelo del hambre y las demás consecuencias de la miseria», aseguró el obispo de Roma.

«En este contexto –reconoció–, me agrada recordar también la reunión de todos los nuncios apostólicos en África, celebrada en los días pasados en el Vaticano».

La cita, celebrada de jueves a sábado en el Vaticano, tuvo por objetivo buscar caminos para que el mundo no se olvide del continente africano y mostrar a esas poblaciones «la cercanía espiritual de Juan Pablo II y la solidaridad de la Iglesia universal».


EL BIEN, EL CAMINO MÁS VELOZ HACIA LA PAZ; TEMA DE LA PRÓXIMA JORNADA DE LA PAZ

El vaticano anuncia el lema: «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien»

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 28 septiembre 2004 (ZENIT.org).- El mensaje de Juan Pablo II para la próxima Jornada Mundial de la Paz tendrá por lema el consejo que dejaba el apóstol Pablo en su carta a los Romanos (12, 21): «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien»

La Jornada, que se celebrará por trigésimo octava ocasión el 1 de enero de 2005, quiere subrayar «el mal como causa y fuente de conflictos y guerras, y al mismo tiempo, el lazo inseparable entre el bien moral y la paz», afirma una nota publicada este martes por la Sala de Prensa de la Santa Sede.

En el nuevo escenario internacional, caracterizado por la oleada de terrorismo, el mensaje pontificio recalcará «uno de los principios más importantes de la doctrina social de la Iglesia: el principio del bien común universal», explica.

«El bien moral es el presupuesto para hacer concreto el bien común y la realización del bien común tiene entre sus objetivos estructurar las organizaciones sociales, económicas y políticas, nacionales e internacionales, en perspectiva de la paz», indica.

Ilustrando el principio del destino universal de los vienes, el mensaje del Papa podrá en relación el «derecho al desarrollo» con el «derecho a la paz».

La búsqueda del bien, reconoce la nota aclaratoria vaticana, debe tener en cuenta «los numerosos problemas sociales y económicos que pesan sobre la vida de los pueblos: desigualdades, privaciones de todo tipo, injusticias, inseguridad».

Por este motivo, la búsqueda del bien exige «equidad» y «solidaridad», añade el texto.

«El Mensaje del Santo Padre tendrá el objetivo de comprometer a todos en la búsqueda del camino del bien como el camino más seguro y veloz para llegar a la paz», concluye.

La Jornada Mundial de la Paz fue instaurada el 1 de enero por el Papa Pablo VI, quien en el Año Nuevo de 1968 deseaba que esta celebración fuera un «presagio» y una «promesa» de paz para cada año que comienza.


EL PAPA ALIENTA A SOLIDARNOSC VOLVER A SUS RAICES

Al encontrarse con miembros del sindicato polaco Solidarirnosc que cambió la historia del continente recomendó al sindicato que «salga abiertamente en defensa de los trabajadores, a quienes los empresarios niegan el derecho a la voz, el derecho a oponerse a los fenómenos que violan los derechos fundamentales del trabajador».

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 29 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Tras la entrada de Polonia en la Unión Europea, Juan Pablo II desea que el espíritu del sindicato Solidarnosc, que cambió la historia de su país, pueda también enriquecer la vida del viejo continente.

Fue el deseo que transmitió este miércoles al saludar a sus compatriotas presentes en la plaza de San Pedro con motivo de la audiencia general, entre los que se encontraban miembros de esta institución.

«Este movimiento nacido en tierra polaca abrió las puertas de la libertad en muchos países de Europa», constató el Papa recordando la revolución pacífica de 1989 que llevó a la caída de la Unión Soviética.

«Me alegro porque el espíritu de Solidarnosc sigue uniendo en nuestra Patria a tantas personas. Deseo que este sano espíritu penetre también en la Europa unida», confesó antes de despedirse con el típico saludo «Szczęść Boże» (que Dios os sea propicio).

El 11 de noviembre del año pasado el Papa se reunió con exponentes de Solidarnosc, entre los que se encontraba el ex presidente polaco Lech Walesa, para reconocer con profunda tristeza que los acontecimientos que trajeron la libertad en Europa del Este «parecen escapar a la memoria», especialmente entre los jóvenes.

Recomendó asimismo al sindicato que «salga abiertamente en defensa de los trabajadores, a quienes los empresarios niegan el derecho a la voz, el derecho a oponerse a los fenómenos que violan los derechos fundamentales del trabajador».

«Si Solidarnosc hoy quiere servir verdaderamente a la nación, tendría que volver a sus raíces», dijo en esa ocasión.


JUAN PABLO II: LA PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO POR LA HUMANIDAD
Comentario al cántico de la primera carta de San Pedro (2, 21-24)

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 22 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención de Juan Pablo II en la audiencia de este miércoles dedicada a comentar el cántico de la primera carta de san Pedro (2, 21-24), sobre «La pasión voluntaria de Cristo».

Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.

El no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.

Cargado con nuestros pecados, subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado

1. Hoy, al escuchar el himno que aparece en el capítulo 2 de la primera carta de san Pedro se ha perfilado vivamente ante nuestros ojos el rostro de Cristo sufriente. Así les sucedía a los lectores de aquella carta en los primeros tiempos del cristianismo, así ha sucedido a través de los siglos durante la proclamación litúrgica de la Palabra de Dios y en la meditación personal.

Engarzado dentro de la carta, este canto presenta un tono litúrgico y parece reflejar el ambiente de oración de la Iglesia de los orígenes (Cf. Colosenses 1,15-20; Filipenses 2,6-11; 1 Timoteo 3, 16). Está caracterizado también por un diálogo imaginario entre el autor y los lectores, salpicado por la alternancia de los pronombres personales «nosotros» y «vosotros»: «Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas… Cargado con nuestros pecados, subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado» (1 Pedro 2, 21.24-25).

2. Pero el pronombre en el que más insiste el original griego es «hos», parece martillearlo al inicio de los versículos principales (Cf. 2, 22.23.24): es «Él», el Cristo paciente, Él, que no ha cometido pecado, Él, que ultrajado no reaccionaba pidiendo venganza, Él, que en la Cruz llevó el peso de los pecados de la humanidad para cancelarlos.

El pensamiento de Pedro, al igual que el de los fieles que recitan este himno en particular durante la Liturgia d las Vísperas del período cuaresmal, se dirige al Siervo de Yahvé, descrito en el libro del profeta Isaías. Es un personaje misterioso, interpretado por el cristianismo en clave mesiánica y cristológica, pues anticipa algunos detalles y el significado de la Pasión de Cristo: « ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba!… Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas… Con sus cardenales hemos sido curados… Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca» (Isaías 53, 4.5.7).

Incluso la descripción de la humanidad pecadora con la imagen de un rebaño errante, en un versículo que no retoma la Liturgia de las Vísperas (Cf. 1 Pedro 2,25), proviene de ese antiguo cántico profético: «Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino» (Isaías 53, 6).

3. Dos figuras se entrecruzan en el himno de Pedro. Ante todo está Él, Cristo, que emprende el camino espinoso de la pasión, sin oponerse a la injusticia y a la violencia, sin recriminaciones ni desahogos, sino entregándose a sí mismo y poniendo su vicisitud en manos «del que juzga justamente» (1 Pedro 2, 23). Un acto de confianza pura y absoluta que será sellada en la Cruz con las famosas últimas palabras, gritadas en un acto extremo de abandono en la obra del Padre: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23, 46; Cf. Salmo 30, 6).

Por tanto, no se trata de una ciega y pasiva resignación, sino de una confianza valiente, destinada a ser ejemplo para todos los discípulos que recorrerán el camino oscuro de la prueba y de la persecución.

4. Cristo es presentado como el Salvador, solidario con nosotros en su «cuerpo» humano. Naciendo de la Virgen María, se hizo hermano nuestro. Puede estar por tanto a nuestro lado, compartir nuestro dolor, cargar con nuestro mal, con «nuestros pecados» (1 Pedro 2, 24). Pero él es también y siempre el Hijo de Dios y esta solidaridad suya con nosotros se hace radicalmente transformadora, liberadora, expiadora, salvadora (ibídem).

De este modo, nuestra pobre humanidad es sacada de los caminos desviados y perversos del mal y reconducida a la «justicia», es decir, al maravilloso proyecto de Dios. La última frase del himno es particularmente conmovedora. Dice: «Sus heridas nos han curado» (versículo 25). ¡Vemos así el precio que tuvo que pagar Cristo para curarnos!

5. Concluyamos dejando la palabra a los Padres de la Iglesia, es decir, a la tradición cristiana, que ha meditado y rezado con este himno de san Pedro.

Enlazando una expresión del himno con otras reminiscencias bíblicas, san Ireneo de Lyón sintetiza así la figura de Cristo salvador, en un pasaje tomado de «Contra las herejías»: «Sólo hay un único Jesucristo, Hijo de Dios, quien mediante su pasión nos reconcilió con Dios y resucitado de entre los muertos se encuentra a la derecha del Padre y es perfecto en todo: era golpeado y no devolvía los golpes, «mientras sufría no profería amenazas» y mientras soportaba una violencia tiránica, pedía al Padre que perdonara a aquellos que le habían crucificado. Nos ha salvado verdaderamente Él, que es Verbo de Dios, unigénito del Padre, Cristo Jesús, salvador nuestro» (III, 16,9, Milano 1997, p. 270).

[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, uno de los colaboradores del Papa hizo este resumen de su intervención en castellano:]

Queridos hermanos y hermanas:
El cántico de hoy nos recuerda al Siervo de Yahvé, descrito por el Profeta Isaías e interpretado por el cristianismo en clave mesiánica, ya que anticipa el significado de la Pasión de Cristo.

Nos presenta el rostro sufriente del que, soportando el peso de los pecados de la humanidad, se entregó pacíficamente al que juzga con justicia. No se trata de una ciega y pasiva resignación, sino de una gran confianza, destinada a ser ejemplo para los discípulos en tiempos de prueba y persecución.

Cristo, el Salvador, se solidariza con nosotros en su cuerpo humano. Se trata de una solidaridad radicalmente transformadora, liberadora, expiatoria y salvífica. Nuestra pobre humanidad, apartada de los caminos del mal, es conducida por las sendas de la justicia, el bello proyecto de Dios. La última frase del himno, «sus heridas nos han curado», es particularmente conmovedora. Manifiesta el alto precio que Cristo ha pagado para conseguirnos la salvación.

[A continuación el Papa pronunció su saludo en castellano con estas palabras]

Saludo a los peregrinos de España y de América Latina, en especial a los de Fuente Álamo y a la Federación madrileña de Familias Numerosas; a los alumnos del Colegio Mexicano; así como a los de El Salvador, Chile y Zárate (Argentina). Imitemos a Cristo que sufriendo no amenazaba, ni buscaba venganza, sino que rogaba al Padre que perdonase a los que lo habían crucificado

LA SANTA SEDE EXIGE A LOS PAÍSES RICOS CUMPLIR SUS COMPROMISOS CONTRA EL HAMBRE

Pide buscar «formas innovadoras» para financiar el desarrollo

NUEVA YORK, martes, 21 septiembre 2004 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha exigido a los países desarrollados que cumplan sus compromisos en la lucha contra el hambre y la pobreza, así como encontrar «formas innovadoras» para lograr este objetivo.

La petición del brazo derecho de Juan Pablo II en la guía del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano, resonó este lunes en el encuentro que se celebró en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York sobre las nuevas formas de lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo, convocado por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

En el encuentro, acogido por el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, estuvieron representados 110 países, que se comprometieron a acelerar la campaña para reducir a la mitad la cantidad de pobres en el planeta, y a destinar más dinero para el combate del hambre y la miseria.

Los mandatarios firmaron en Nueva York la «Declaración sobre Acciones contra el Hambre y la Pobreza», en la que se contemplan, entre otras medidas, buscar mecanismos para establecer impuestos a las transacciones mundiales y al tráfico de armas.

El secretario de Estado de la Santa Sede recordó que con la «Declaración del Milenio» aprobada por la comunidad internacional en el año 2000 se inició «una alianza contra el hambre en el mundo, pero después, poco a poco, se fue descubriendo que faltaban los fondos suficientes para hacer frente a un programa de seguridad alimenticia mundial».

Por una parte, denunció, «uno de los principales problemas que hacen arduo dicho programa es el de la financiación» por lo que recordó «a todos los países donantes su compromiso de subir la ayuda pública para el desarrollo al 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB) de cada Estado».

Al mismo tiempo, apoyó la propuesta del presidente Lula de «aumentar la disponibilidad de recursos para enfrentar estos desafíos», así como de «examinar fuentes alternativas de financiación al desarrollo».

El purpurado italiano apoyó, asimismo, la propuesta del presidente Lula de buscar «formas innovadoras» de financiar la lucha el desarrollo, «apoyando las iniciativas particulares como la del International Finance Facility», lanzada por el gobierno británico.

Según explicó en julio pasado en el Vaticano el ministro de finanzas de Londres, Gordon Brown, el proyecto busca recoger durante diez años cincuenta mil millones de dólares al año a través de la emisión de obligaciones en el mercado internacional de capitales.

Estos fondos, indicó Brown, se destinarán a mejorar las condiciones de hospitales y escuelas de países pobres.

Para el cardenal Sodano la lucha contra el hambre «va más allá de las meras emergencias; esta lucha debe afrontar una serie de factores complejos como, por ejemplo, la necesidad de invertir en el capital humano de las poblaciones locales (pienso en los campos de la educación y de la salud), de solicitar la transferencia de las tecnologías apropiadas y de garantizar equidad en el comercio internacional».

«La Santa Sede, por su parte, dará su propio apoyo al respecto –prometió–. Será ésta una enorme empresa, junto con la que ya se está llevando a cabo contra las enfermedades y la miseria en general».

«Se facilitará así lo indispensable para vivir a toda criatura humana querida por Dios, con una inmensa dignidad, a su imagen y semejanza», añadió, citando palabras del famoso obispo brasileño fallecido, monseñor Helder Cámara, obispo de Olinda y Recife, fallecido en 1999.

Según la declaración firmada este lunes en Nueva York, se necesitará hacer mucho más para poder cumplir con el objetivo de 50.000 millones de dólares anuales que se requieren para cubrir las Metas Mundiales del Milenio para el 2015.

Según cifras oficiales, hay unos 1.000 millones de personas viviendo en pobreza crítica actualmente.

En una rueda de prensa con motivo del encuentro, el presidente Jacques Chirac se comprometió a presentar en la próxima reunión del Grupo de los Ocho (G-8), en Gran Bretaña, esta iniciativa para exigir más compromiso de los países desarrollados.

El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció el compromiso de incrementar la ayuda oficial al desarrollo a partir de este primer año de mandato, hasta alcanzar el 0,5 por ciento del PIB.

Una de las propuestas de España, como parte del equipo que elaboró el informe sobre la pobreza, es que junto a otros instrumentos se considere la forma de facilitar el flujo internacional de las remesas de los emigrantes como posibles vías para su tratamiento como fuente de desarrollo.

El presidente chileno, Ricardo Lagos, dijo en la rueda de prensa que promoverá la discusión de este argumento en las conferencias de banqueros centrales y organismos financieros.

CRISTO EN LA CRUZ, RESPUESTA DE DIOS AL MAL; ASEGURA EL PAPA

Meditación ante «la sobrecogedora expansión del terrorismo»

CASTEL GANDOLFO, domingo, 19 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Ante los atentados contra la vida que se suceden en el planeta, Juan Pablo II presentó este domingo la Cruz de Cristo como respuesta de Dios al interrogante sobre el misterio del mal.

«¿Por qué?, Señor, ¿hasta cuándo?» preguntó ante los más de mil peregrinos que se congregaron a mediodía en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo para rezar el Ángelus.

«Ante el mal que en diferentes formas se manifiesta en el mundo, el hombre, afligido y desconcertado, se pregunta: «¿por qué?»», reconoció.

«En esta aurora del tercer milenio, bendecida por el Gran Jubileo y llena de posibilidades, la humanidad está marcada por la sobrecogedora expansión del terrorismo», siguió afirmando.

«Dios no ha respondido a este interrogante angustiante que surge del escándalo que provoca el mal con una explicación de principios, como queriendo justificarse, sino con el sacrificio de su propio Hijo en la Cruz», afirmó el Papa.

«En la muerte de Jesús se encuentran el aparente triunfo del mal y la victoria definitiva del bien; el momento más oscuro de la historia y la revelación de la gloria divina», explicó.

«La Cruz de Cristo es para los creyentes imagen de esperanza, pues en ella se cumplió el designio salvador del amor de Dios», subrayó el pontífice que apareció en buenas condiciones de salud aunque leyó el texto con esfuerzo.

Antes de concluir, el obispo de Roma dejó a los peregrinos un consejo: «Con la mirada puesta en el Cristo crucificado, en espiritual unión con la Virgen María, continuemos nuestro camino, apoyados por la potencia de la Resurrección».

El encuentro, que tuvo lugar en una mañana de sol, estuvo caracterizado por el entusiasmo de peregrinos que con sus cantos trataron de dar aliento al Papa.