Como ex miembro de la orden, fui protagonista de los hechos que acontecieron. Inútiles fueron las gestiones que se hicieron para que la Gran Maestría hiciera una declaración ante la grave situación del país en vísperas del golpe militar…
Por Rodrigo Gutiérrez.
Publicado como carta al director en el diario EL PAIS el 12-03-1985
En la crónica del domingo 3 de marzo sobre la internacional masónica hay un lamentable error cuando se indica que la masonería en Chile está prohibida. Como ex miembro de la orden, fui protagonista de los hechos que acontecieron. Inútiles fueron las gestiones que se hicieron para que la Gran Maestría hiciera una declaración ante la grave situación del país en vísperas del golpe militar. El silencio se mantuvo. Al asumir el general Pinochet se vio una franca adhesión de la jerarquía, especialmente de su gran maestro, Horacio González C., alto miembro de la Iglesia Presbiteriana. Como manifestación de compromiso con el Gobierno, su primera medida fue disolver la Logia Hiroin número 65, de la cual era miembro activo el presidente Salvador Allende. En más de una oportunidad conminó a los jefes de logia para colaborar con el régimen, a instancia del propio general Pinochet, el cual había sido miembro de la orden, llegando al segundo grado. Todo el consejo directivo de la orden de aquel entonces, y cuyos miembros en su mayoría siguen dirigiendo la institución, no ocultaron su simpatía con el nuevo régimen. Todo movimiento de protesta dentro de la orden fue silenciado. Cabe preguntarse: ¿puede considerarse una masonería regular que mancilla sus principios? O es tal la decadencia de la masonería sajona que permite tales hechos. Cuando el país vuelva a la normalidad que lo distinguió por su trayectoria democrática, a la cual contribuyeron no sólo los civiles, sino también las fuerzas armadas; cuando cese la intromisión extranjera en la vida nacional, esperamos que la orden masónica reorganice sus cuadros y vuelva a ser la institución que siempre defendió las libertades públicas y que, como ejemplo digno de admiración, hoy lo hacen la Iglesia católica de Chile y el movimiento demócrata.
De Pinochet a Gutiérrez, los errores de la Masonería
Quien traiciona una vez traiciona muchas
Por KINTTO LUCAS: Escritor y periodista uruguayo radicado en Ecuador desde hace doce años. Director del quincenario Tintají. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí 1990. Pluma de la Dignidad 2004 de la Unión Nacional de Periodistas de Ecuador. Corresponsal de IPS. Profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar. Autor de La rebelión de los indios, Rebeliones indígenas y negras en América Latina, Mujeres del siglo XX, Apuntes sobre fútbol, Plan Colombia, La paz armada y El movimiento indígena y las acrobacias del coronel.
El nombramiento del presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez como Maestro de la Gran Logia Regular de los Antiguos Libres y Aceptados Masones del Ecuador no sólo puso de manifiesto la poca seriedad de ciertas logias masónicas en Guayaquil si no que trajo a la memoria el caso del ex dictador chileno Augusto Pinochet, un masón que dejando de lado las leyes de la hermandad masónica traicionó a otro masón, el ex presidente chileno Salvador Allende.
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9 DE AGOSTO DE 2004
Redvoltaire.net
Según algunas fuentes cercanas a Salvador Allende, éste confiaba en la lealtad de Pinochet, más que por razones ideológicas (aunque hasta poco tiempo antes del Golpe Militar de 1973 se le creía un militar nacionalista, como también se supuso a Gutiérrez) por la hermandad masónica, pero el ex dictador y culpable del asesinato de cientos de personas, además de su ambición personal apoyada por el gobierno de Estados Unidos, nunca tuvo una formación masónica «como para entender que el masón está al servicio de la masonería y no la Masonería al servicio del masón». Tuvieron que pasar muchos años para que otro masón, el Juez Baltasar Garzón, se lo hiciera saber.
Según un masón ecuatoriano que prefirió mantener el anonimato, la iniciación de Gutiérrez en la masonería ya fue un grave error que se suma a los tantos cometidos por las logias guayaquileñas, pero el nombramiento como compañero y maestro en la misma ceremonia sería el colmo.
«Cuando se inició a Gutiérrez ya mostraba un total desconocimiento de las leyes masónicas y se percibía que su interés por integrarse estaba en que creía acceder a un grupo de poder», comentó la fuente a Tintají, y luego aseguró que éste nombramiento es injustificable porque el coronel tiene demasiados cuestionamientos éticos que se contraponen con los principios masónicos. «Pesa sobre él una acusación de traición, no solo desde el movimiento social más respetable que es el indígena sino desde muchos hermanos con trayectoria en la masonería que confiaron en la palabra del coronel de que realizaría un gobierno progresista. La traición es algo inaceptable para la masonería. Quien traiciona una vez traiciona muchas. Mañana los traicionados pueden ser aquellos que hoy le otorgan el grado de maestro», argumentó nuestro entrevistado.
Según la fuente de Tintají, Gutiérrez no tiene formación masónica y su percepción de la masonería es semejante a la de Pinochet, quien pensaba que ésta era un escalón para acceder al poder y ascender en la vida. «Algo semejante ocurre con muchos políticos y personajes públicos de formación elemental y/o demasiada ambición, quienes desconocen la teoría y la práctica masónica y luego de iniciarse tampoco estudian».
Ese parecería ser el caso de Gutiérrez de acuerdo a las propias palabras de Difilo Vargas Pazos, el Gran Maestro que promovió al coronel. Quien explicó al diario El Comercio que la formación de un masón se mide en las tenidas (o reuniones de análisis), a las cuales el presidente ha asistido una sola vez.
Vargas Pazos justifica su decisión asegurando que al ocupar Gutiérrez una posición tan alta en la administración del Estado, era una obligación darle ese grado, para que en caso de que se encuentre en contacto con grandes logias del exterior, sea recibido con esos honores.
Vargas Pazzos, Gran Maestro en los últimos 4 años, fue reemplazado, el mes pasado, por el diputado socialcristiano Luis Almeida.
Casualmente, cierta tarde de hace un mes llegó a la Librería Libri Mundi, Luis Almeida, flanqueado de cuatro guardaespaldas (¿asesores?) y apurado por comprar cierto libro sobre la Masonería para informarse un poco más al respecto. Dos guardaespaldas quedaron afuera y dos lo acompañaron dentro de la librería. Uno de ellos tenía un celular por el que hablaba gritando, y una reportera de Tintají que compraba libros le escuchó decir: «es que Luchito necesita informarse sobre eso de los masones». Un Gran Maestro un tanto desinformado, ¿qué se puede esperar de Gutiérrez?
Cuando le contamos esa anécdota a otro masón se mostró indignado y la tomó como «una muestra más de la falta de seriedad de las logias guayaquileñas». «Si siguen en ese camino crearán la imagen de que el título de maestro se puede comprar como una botella de whisky, un titulo universitario, un puesto en la lista de candidatos para las elecciones. Están creando una mala imagen de la masonería», una entidad que albergó a Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, afirmó la fuente.
Son públicas las diferencias entre las logias de Quito y Cuenca con las de Guayaquil y desde hace muchos años existe una división entre ellas. El caso de Gutiérrez ha profundizado los cuestionamientos de gran parte de los masones quiteños y cuencanos hacia los guayaquileños.
Pero en Ecuador en los últimos años hay otro caso bastante malo: el de un ex ministro que insistió para que lo iniciaran en las artes masónicas, al poco tiempo quedó prófugo de la justicia por malversación de gastos reservados y fugó a México donde utilizó la influencia de la hermandad.
A pesar de estos casos, para muchos masones ecuatorianos la labor es seguir trabajando para que existan «hermanos» con la ética de Salvador Allende, quien fue masón durante 33 años hasta su muerte, y en una conferencia sobre «Masonería y socialismo» decía que cuando se inició «tenía plena conciencia» de que es obligación de los masones actuar en el mundo sobre las bases de los principios de la masonería que son la igualdad, la fraternidad, la libertad, la rectitud y la ética. Si bien en su época era difícil para muchos imaginar un masón que fuera marxista, tanto en el partido socialista como en la Masonería, Allende sostuvo su «derecho a ser masón y ser socialista».
Kintto Lucas
Nota: Solidaridad.Net no está de acuerdo con la visión positiva de la masonería que se desprende de los artículos expuestos. Sólo recoge dichos artículos por su interés informativo.