Los sistemas de sanidad públicos en los países enriquecidos de la tierra no estaban tan preparados para acometer situaciones como la de la pandemia. Se ha acelerado el proceso por el cual la política tiende a delegar la gestión de la salud en las grandes multinacionales que «lideran» el cambio tecnológico. El caso de Francia es un claro ejemplo.
Sin menospreciar para nada la situación generada por el virus, es evidente que durante estos años ha habido una clara degradación de los sistemas sanitarios públicos, derivando claramente hacia una sanidad privada, en la que los que puedan pagársela afrontan mejor, tanto el tratamiento de las enfermedades como la prevención de las mismas. Sobre todo en lo que se refiere al factor tiempo, nada desdeñable, también en la prevención y en el ejercicio de la Salud Pública.
En estos momentos estamos viendo como en los sistemas sanitarios públicos, se está paralizando la prevención, el tratamiento y la cirugía de otras enfermedades como el cáncer, o incluso tratamientos psiquiátricos muy necesarios en esta época tan difícil.
Para suplir las deficiencias del sistema y ante las urgencias, se acrecienta la tendencia de delegar la gestión y lo estamos viendo en toda Europa. Un ejemplo claro y palpable es el de la gestión de las vacunas.
Si bien Europa y sus multinacionales siguen siendo uno de los mayores productores fármacos y de vacunas junto con Estados Unidos y la India (sin olvidar a Chinos y rusos), ocurre que tanto la gestión como la distribución de las mismas, tienden a derivarse a grandes empresas que manejan el Big Data y los algoritmos necesarios de gestión.
El caso es que los presidentes y jefes de Estados de una parte importante del mundo están contra las cuerdas. La ausencia de planes estratégicos los sorprendió a contrapié frente a la pandemia que nunca se imaginaron; el reloj de cada país se ha parado desde marzo del año pasado y su liberación depende de la gestión realizada.
No ha habido una concepción de lo público como servicio. Así nos va.
La política, apurada por la situación de poner en marcha una vacunación rápida y efectiva se encuentra sitiada. Se abandonaron los sistemas sanitarios bien por privatización o bien por estatalización. No ha habido una concepción de lo público como servicio. Así nos va.
Un ejemplo es lo que está sucediendo en Francia.
En el caso de Macron, su trayectoria laboral le hace confiar en firmas privadas como McKinsey, para trabajar juntos frente a la peor crisis sanitaria en 100 años.
Olivier Véran, ministro de Sanidad del gobierno francés compareció el 12 de enero ante el Comité de Asuntos Sociales de la Asamblea. La estrategia de vacunación se convirtió en el tema central durante la sesión. El diputado socialista Boris Vallaud lanzó lo que Véran se imaginó que le iban a formular: “¿Por qué tuviste que recurrir a McKinsey?”
Adrien Quatennens, del partido radical de izquierda Francia Insumisa, recurrió al juego retórico para arrinconar al funcionario: “¿No tenemos dentro del aparato estatal una red de logística competente?” (Le Magazine, Le Monde 5 de febrero.)
Véran explicó a los diputados la labor de McKinsey. Se encarga de definir el marco logístico, el benchmarking respecto a los procesos de vacunación que están haciendo otros países y la operación en territorio francés.
El ministro de Sanidad explicó que McKinsey no está sustituyendo las actividades de las instituciones del Estado, “sí las apoya con información, datos y estrategias”, explicó.
Farmacéuticas como Pfizer lo tienen claro, para ellos “las innovaciones en las ciencias del comportamiento, en la tecnología y en los servicios han comenzado a mostrar un modelo futuro de atención médica, uno que es más descentralizado y más personalizado”
Para Kristin Peck[1]: “La salud conectada dará lugar a una serie de nuevos modelos comerciales que tienen el potencial de transformar la atención médica: mejor calidad, menores costos y un acceso más amplio. La tecnología ha democratizado y consumido a la mayoría de las industrias durante las últimas décadas, y por diferente, difícil y regulada que sea la atención de la salud, no puede escapar de lo inevitable”
Unas pocas y grandes empresas que lideran el cambio tecnológico, se harán con la gestión, con la relación, con los datos biométricos in time… y plantearán la visión y el enfoque de la nueva medicina.
Se podría decir haciendo un giño a la realidad, que “la pandemia propone y Pfizer y Mackinsey disponen”. ¿Qué le queda a la política?
La crisis es una oportunidad, para los grandes
Luis Antúnez
[1] Kristin Peck, vicepresidenta ejecutiva de Pfizer para desarrollo e innovación comercial mundial