Isabel Casanova ha sido acusada de alterar el orden público por hacer preguntas durante una redada a inmigrantes. A Dalia Fabián le pidieron los datos y la amenazaron con detenerla porque creyeron que estaba fotografiando una redada
Isabel Casanova fue citada ayer en los juzgados de Plaza de Castilla en Madrid. Está acusada de una falta contra el orden público por hacer preguntas durante una redada de la Policía Nacional a un grupo de inmigrantes. Hace unos meses caminaba junto a unos amigos por la calle cuando vio llegar cuatro coches de policía. Los agentes salieron de los vehículos e identificaron a un grupo de africanos vestidos con ropa deportiva y un trofeo en las manos que se encontraba cerca. «Parecía que venían de jugar al fútbol». Isabel asegura que los policías trataron de «mala manera» a los inmigrantes y que uno de ellos recibió, incluso, un empujón. «Le dije que qué estaba pasando, que me parecía vergonzoso el trato y que como ciudadanos ya estamos hasta las narices de estas redadas por la calle».
Concentración en las puertas de los juzgados de Plaza Castilla en apoyo a Isabel Casanova (Coordinadora de Barrios)
Los agentes la identificaron y cachearon a ella también. «Me pusieron contra la pared y me registraron todo. Tuve que vaciar hasta los bolsillos. Me sentí humillada delante de todo el mundo». Mientras, otros policías seguían pidiendo la documentación del grupo y de otros jóvenes, también inmigrantes, que estaban más apartados. Al final se llevaron a uno de ellos. «Le dijeron que les acompañase un momentito a comisaría y el chaval dijo que estaba harto de que se lo llevaran, que siempre terminaba pasando toda la tarde en comisaría. No hubo ningún tipo de violencia, sólo resignación».
Uno de los amigos que la acompañaban, y que no fueron identificados, sacó el móvil para hacer una fotografía. En la imagen salía la mujer siendo cacheada por una agente, «pero uno de los policías lo vió y le dijo que la borrara». Una vez que terminaron de registrar sus pertenencias, se lo devolvieron todo y le dijeron: «tendrás noticias de los juzgados». La citación le llegó para ayer, 17 de noviembre. Isabel estuvo acompañada por un grupo de personas que se concentraron en las puertas de los juzgados para apoyarla y denunciar las redadas a inmigrantes.
Olmo González
En el juicio declararon los dos policías que estaban a cargo de la operación. Los agentes aseguran que acudieron a la llamada de una reyerta y que, cuando llegaron, el grupo de inmigrantes estaba muy alborotado. «Es falso porque allí no se estaba pegando nadie y no había ningún tipo de reyerta», asegura Isabel. En su testimonio acusaron a la mujer de haberles insultado diciéndoles «flipaos» y aseguraron que no recordaban que hubiese más agentes aparte de ellos, ni que hubiesen cacheado a Isabel. El caso todavía no se ha resuelto, tiene que esperar a que haya una sentencia firme pero el fiscal pide una multa de 150 para Isabel por alterar el orden público. «Con esto lo que consiguen es infundir el miedo a las personas que piden explicaciones a la policía por no respetar los derechos de las personas inmigrantes. Si lo presencio otra vez no dejaré de denunciar estos hechos porque está demostrado que la falta de documentación no es motivo para detenerlos, y mucho menos para tratarlos mal».
El de Dalia Fabián también un caso parecido al de Isabel, pero ella todavía no sabe si será o no citada en los juzgados. La policía apuntó sus datos pero antes de irse no le dijeron si iba ser denunciada. El relato de Dalia es del 25 de octubre. Ese día se dirigía a la oficina de empleo para entrevistarse con una orientadora laboral. Mientras subía las escaleras del metro cogió el móvil para llamar a una amiga y al llegar a la superficie se encontró, enfrente de ella, a dos policías de paisano que cacheaban a tres jóvenes «con aspecto latinoamericano», cuenta Delia. La joven dice que se quedó tan confusa al no saber que se trataba de policías de paisano que permaneció unos instantes parada en la acera mirando hacia donde estaba ocurriendo la redada. «Uno de los policías se sintió observado y vino hacia mí. Me dijo: ‘a ver si has hecho una foto’ y me quitó el teléfono».
El agente revisó el teléfono y le pidió la documentación. «Le dije que no había hecho ninguna foto pero que, aunque así fuera, es un sitio público». Dalia es peruana y tiene la nacionalidad española. «Cuando vio mi origen dijo: ‘ustedes en su país estarán acostumbrados a ir sin documentación y a cometer delitos pero esto es España’. Yo le dije que no tenía que hablarme así y que, ya que tenía mi documentación y mi móvil, quería saber quién era para asegurarme de que realmente era policía. Entonces se cabreó y me dijo: ’sí, a ti te voy a dar mi identificación. Estoy yo como para sufrir un atentado. Y no te pongas lista que te vas detenida’, pero no me dio su identificación», asegura Dalia. Una vez que el agente anotó sus datos, mientras otro policía metía en el coche a los inmigrantes que habían parado en la calle, le devolvió su documentación y pudo irse.
Ahora está preparando una denuncia que va a presentar en los juzgados y ante el Defensor del Pueblo porque cree que contar casos como el suyo puede animar a otras personas a denunciar. «Una denuncia puede que no sea nada pero mil sí lo son. Yo tengo la nacionalidad y me lo puedo permitir pero hay mucha gente sin papeles que tiene que guardar silencio por miedo a tener problemas. Y los que tienen papeles tienen miedo a que no les renueven sus permisos de residencia».
Las quejas sobre este tema son continuas, ayer mismo varias organizaciones, entre ellas Sos Racismo de Bizkaia y la coordinadora de ONGs de Euskadi de Apoyo a inmigrantes Harresiak Apurtuz, las denunciaron que se están produciendo continuamente en Bilbao. «Ejemplo de ello es la denuncia que ha interpuesto ante el Ararteko (Defensor del Pueblo del País Vasco) una pareja en la que se exigió la identificación a la persona negra mientras se ordenaba circular a la persona blanca, extranjera, que pedía explicaciones sobre los motivos de la identificación», dice el comunicado que han emitido, otro caso más como el de Isabel y Dalia.
Otras de estas denuncias no son tramitadas por las instituciones sino a través de las redes sociales. Ayer por la mañana también leíamos en Twitter:
Cada vez son más los que movilizan ante las redadas.