La RAÍZ de las ADICCIONES SIEMPRE ESTÁ en el VACÍO

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Analiza la importancia que tiene resolver el vacío de la persona para liberarla de la esclavitud de su adicción. Siempre encontramos un sustrato común, y es el vacío, el tedio de vivir. Y es dramático encontrarte con personas muy jóvenes, que están empezando a abrirse a la vida y que, cuando les hablas de vacío, se sienten plenamente identificados. El vacío está en todo tipo de adicciones. Lo mismo da ser esclavo de una que de otra, lo mismo da estar atado por un hilito que por una cadena si no puedes volar.



Fuente: Alfa y Omega
30-09-2004

El profesor don José Luis Cañas, doctor en Filosofía, acaba de publicar un libro en la editorial Dykinson que, con el título «Antropología de las adicciones. Psicoterapia y rehumanización» analiza la importancia que tiene resolver el vacío de la persona para liberarla de la esclavitud de su adicción. El autor respondió a algunas preguntas para Alfa y Omega

Ante problemas de adicción, usted tiene mucho más en cuenta a la persona que el tipo de adicción que padece, ya sea a una sustancia determinada o a la belleza, o el trabajo. ¿Cuál es el fondo común a estas adicciones?

La persona está antes que su problema de la adicción. Una persona adicta es una persona que tiene un problema añadido, un problema más. Hay que relativizar la adicción en sí para dar prioridad al hecho de que el problema es la propia persona. Una persona adicta es, ante todo, persona. Si se tiene esto siempre presente y se es coherente con este

Hay que relativizar la adicción en sí para dar prioridad al hecho de que el problema es la propia persona. Una persona adicta es, ante todo, persona. Si se tiene esto siempre presente y se es coherente con este principio, poner en marcha un sistema terapéutico implica valorar más a la persona, y trabajar más sobre ella, y no tanto desde su adicción. Y no son sólo adicciones a sustancias sino a cualquier cosa que nos esclavice, incluso también a personas.
principio, poner en marcha un sistema terapéutico implica valorar más a la persona, y trabajar más sobre ella, y no tanto desde su adicción. Y no son sólo adicciones a sustancias sino a cualquier cosa que nos esclavice, incluso también a personas.

Usted aboga por enfocar la solución de las dependencias resolviendo el problema de la persona. ¿Se trabaja correctamente para resolver las adicciones?

No conozco muchas comunidades terapéuticas. Este enfoque rehumanizador es restringido, pocas instituciones lo llevan a cabo. Este punto de vista, que me parece el más humano, no se prodiga. Hay excepciones, como Proyecto Hombre, que conozco bien, donde sí se basan las terapias en la persona.

¿Cuál es la raíz de estas adicciones?

Siempre encontramos un sustrato común, y es el vacío, el tedio de vivir. Y es dramático encontrarte con personas muy jóvenes, que están empezando a abrirse a la vida y que, cuando les hablas de vacío, se sienten plenamente identificados. El vacío está en todo tipo de adicciones. Lo mismo da ser esclavo de una que de otra, lo mismo da estar atado por un hilito que por una cadena si no puedes volar.

Tiempos pasados peores siempre los hay. Pero nunca se había llegado a las cotas de desarrollo y bienestar a las que ha llegado la Humanidad. Y sin embargo, en paralelo a esas cotas de satisfacción, bienes materiales y tecnológicos, encontramos la insatisfacción profunda, porque la persona es espíritu.

Y en este vacío también influye el que se haya ido abandonando a Dios.

Creo que sí. Todas las instituciones y personas que trabajan por rehumanizar a los que padecen una adicción se sitúan en una dimensión que tradicionalmente se ha llamado dimensión espiritual. Cuando no te sitúas en esa dimensión, puedes tener técnicas fabulosas, puedes manejar herramientas psicológicas, puedes tener todos los medios a tu alcance, y sin embargo no llegas, te falta el fundamento, y cuando te falta el fundamento, todo el edificio se te viene abajo. Decía san Agustín que si lo espiritual no espiritualiza lo material, hasta lo espiritual se termina convirtiendo en material.

¿Eso significa que la educación juega un factor determinante?

En efecto, es sorprendente encontrarse con instituciones dedicadas a rehumanizar, que tienen en sus manos un tesoro educativo. Tienen que educar a personas adultas lo que no han aprendido desde niños.

Entonces, no basta con trabajar con lo que se ve, con que un cocainómano deje la droga o una bulímica deje de vomitar.

En efecto, eso son sólo parches que permiten distraer la adicción un tiempo. Pero el gran problema del adicto es que su psicología, su estructura básica tiende a la menor dificultad, a la huida… Y entonces se vuelve otra vez a la adicción, se producen las recaídas. Sin embargo, una persona que ha sido rehumanizada, puede recaer, pero en ese caso, tiene una referencia y unas claves que antes no tenía. Algún día puede recapacitar y decir: Si ya lo he conseguido en algún momento, ¿por qué no lo voy a volver a conseguir?

¿Qué es más fácil: curar a un heroinómano o cocainómano, o curar a un adicto al sexo, al trabajo o a la comida?

Hay dos mundos de adicciones: las adicciones a sustancias, que se pueden superar con una desintoxicación de esa sustancia; y el otro es el mundo de algo que, en principio, es saludable, como por ejemplo el juego. El ludópata no hace más que llevar al extremo algo que es natural y saludable. Es el caso del bulímico, una persona adicta a la comida. En términos de dificultad, tenemos que decir, sin duda, que es más difícil curar a estas personas que a las que son adictas a la heroína, por ejemplo. Porque una desintoxicación se resuelve en una semana. Pero, al final, las dos adiccines coinciden: eres una persona dependiente y, por tanto, infeliz. Cuando nos elevamos al nivel del espíritu, ahí todos somos iguales y todos los adictos son esclavos. La rehumanización es la liberalización de la persona. Hay que encaminar a los chicos para llegar a la libertad, la que nos ha dado Dios, la esencial, la que nos pertenece de manera sustancial.

M. S. A.