La Santa Sede exige reaccionar ante el creciente tráfico de seres humanos

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La Santa Sede tomó la palabra en XI Congreso de la ONU sobre la prevención de los crímenes y la justicia penal para exigir que la reacción de la comunidad internacional ante el creciente fenómeno del tráfico de seres humanos.


Intervención en un congreso celebrado por la ONU en Bangkok sobre prevención del crimen

BANGKOK, jueves, 28 abril 2005 (ZENIT.org).- La Santa Sede tomó la palabra en XI Congreso de la ONU sobre la prevención de los crímenes y la justicia penal para exigir que la reacción de la comunidad internacional ante el creciente fenómeno del tráfico de seres humanos.

Asimismo, la Iglesia católica manifestó su preocupación en el encuentro por la venta y posesión de armas de fuego, la corrupción, los crímenes en las situaciones posbélicas, y la falta de aplicación de las normas de la ONU sobre el justo trato a prisioneros y menores de edad.

En nombre de la Santa Sede tomó la palabra ante la asamblea, celebrada en Bangkok, el 25 de abril, el arzobispo Salvatore Pennacchio, nuncio apostólico en Tailandia. El texto de su intervención ha sido publicado este jueves por la Santa Sede.

La primera preocupación expuesta por la Iglesia católica fue «el tráfico de seres humanos –explicó–. Este látigo es responsable con frecuencia de que se arrebate la esperanza en un futuro a los más vulnerables, en especial mujeres y niños».

«Para afrontar este fenómeno creciente, es de vital importancia que los sistemas nacionales e internacionales de justicia criminal no sólo identifiquen a los criminales, sino también a aquellos que sufren como víctimas del tráfico», aclaró.

La segunda preocupación de la Santa Sede en el contexto de la justicia criminal y de la prevención del crimen es «la venta y posesión de armas de fuego».

«Se da sin duda una relación entre el crimen y el tráfico de armas de fuego que alimenta el terrorismo a nivel nacional e internacional. Una reducción del acceso a las armas de fuego facilitará el establecimiento de la paz y de la seguridad. Contribuirá, asimismo, a utilizar el dinero que se gasta en el comercio de armas para programas de desarrollo», añadió.

El tercer punto de preocupación vaticana es la corrupción, que «acaba con los valores básicos de la sociedad, con las normas de la ley y de la justicia. Mina los objetivos de la democracia y la paz que buscan las naciones».

Los crímenes en las situaciones posbélicas es el cuarto motivo de inquietud de la Santa Sede, pues «transforman la esperanza y confianza de la población en escepticismo, desesperación y decepción».

En particular, esta violencia causa «la destrucción de puestos de trabajo, la debilitación de redes sociales ya de por sí frágiles, así como de los sistemas de salud y educación. Esto provoca aumento de la pobreza y la carcoma de la democracia y las instituciones».

El último aspecto de preocupación del Vaticano a la hora de prevenir el crimen es la falta de aplicación de «las normas establecidas por la ONU sobre el justo trato de prisioneros y menores».