La Tormenta Perfecta que se aproxima

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El precio nacional promedio de un galón de gasolina en EE.UU. llegó a un récord de 1,77 dólar este mes( marzo de 2004). El continuo aumento de los precios del petroleo ha llevado a los analistas a preguntarse si se trata de un heraldo de aumentos aún más dramáticos al llegar los conductores a los meses de primavera y verano…

Jeremy Rifkin
The Guardian/UK

El precio nacional promedio de un galón de gasolina en EE.UU. llegó a un récord de 1,77 dólar este mes (marzo de 2004). El continuo aumento de los precios ha llevado a los analistas a preguntarse si se trata de un heraldo de aumentos aún más dramáticos al llegar los conductores a los meses de primavera y verano. Hay que prepararse para lo que puede convertirse en la versión económica de una tormenta perfecta más adelante durante este verano. La devastación podría extenderse rápidamente al Reino Unido y al resto del mundo, con dramáticas consecuencias para la economía global. El primer indicio de lo que puede esperarnos ocurrió el mes pasado cuando la OPEC anunció su decisión de retirar del mercado 1 millón de barriles de crudo al día. OPEC está preocupada por el debilitamiento del dólar: ya ha perdido un tercio de su valor en menos de dos años. Ya que OPEC vende el petróleo en dólares, los países productores de petróleo están perdiendo preciosos ingresos al continuar la disminución de su valor. Y porque luego los países productores de petróleo se vuelven y compran gran parte de sus bienes y servicios de la UE y deben pagar en euros, su valor adquisitivo continúa deteriorándose. (El euro vale actualmente 1,23 dólares).

¿Cómo afectará el dólar debilitado los precios del petróleo? Philip K Verleger, decano de los analistas del mercado del petróleo de EE.UU. y miembro visitante del Instituto de Economía Internacional, sugiere que «los países exportadores de petróleo podrían decidir el ajuste de la banda de precios para reflejar la caída del valor del dólar». Si el dólar continúa su caída, advierte, podríamos ver que los precios del petróleo aumentan de los actuales 38,18 dólares por barril a un precio récord de 40 dólares a mediados del verano.

Hay otras nubes oscuras en el horizonte. Las existencias de petróleo crudo de EE.UU. se encuentran a su nivel más bajo desde mediados de los años 70 y el mercado de gasolina al por menor opera con un pequeño margen de reservas al acercarse los meses de verano, en los que el aumento de los viajes acrecentará la demanda. La reducción de las reservas de petróleo es empeorada por la decisión de la Casa Blanca de reponer la reserva estratégica de petróleo, reduciendo aún más la cantidad de gasolina disponible.

Verleger dice que la gasolina podría subir hasta 3,50 dólares por galón antes de ajustarse a 2 dólares en el otoño. Hasta qué punto se inflarán los precios podría depender de otros factores más, incluyendo posibles problemas del petróleo en Venezuela y en el Medio Oriente. También existe la posibilidad de que una o dos importantes refinerías podrían fallar durante el pico de la necesidad de petróleo este verano – nada poco usual cuando la creciente presión del consumo obliga a las refinerías a producir al máximo de su capacidad sin tomar el tiempo para un mantenimiento adecuado.

En una situación semejante es cuando los eventos comienzan potencialmente a afectarse mutuamente, creando las condiciones para la perfecta tormenta en la economía. Si el precio del petróleo aumenta a 40 dólares por barril con el correspondiente aumento del precio de la gasolina, la recuperación económica, ya de por sí débil, podría estancarse.

¿Cómo, entonces, bajamos el precio de un barril de petróleo? Tendríamos que fortalecer el valor del dólar de manera que OPEC no se vea obligada a aumentar los precios para compensar el deterioro del valor de la divisa. Pero el valor del dólar declina debido a la creciente deuda de EE.UU. El FMI está tan preocupado por la deuda de EE.UU. – resultante de los crecientes déficit presupuestarios y del desequilibrio de la balanza comercial – que publicó un informe advirtiendo que si no se tomaban medidas para invertir la tendencia, podría amenazar la estabilidad económica de la economía mundial.

Un dólar cada vez más débil hace que los inversionistas extranjeros estén menos interesados en financiar la deuda de EE.UU. en rápido crecimiento. EE.UU. podría aumentar las tasas de interés, haciéndose más atractivo para los inversionistas extranjeros, pero eso significaría mayores tasas de interés para las compañías y consumidores de EE.UU., lo que desalentaría la recuperación de por sí débil y nos haría regresar a una recesión en EE.UU. y en todo el mundo.

De manera que vemos que se reúnen todas las condiciones para crear la perfecta tormenta económica: precios récord del petróleo que provocan una restricción del crecimiento económico de EE.UU. y un aumento del déficit del presupuesto federal y un valor disminuido del dólar que conduce por su parte a mayores tasas de interés para convencer a los inversionistas extranjeros para que presten más dinero a EE.UU., seguidos por una mayor retracción de la economía de EE.UU. ya que las tasas de interés en aumento llevan a una baja de la inversión y del consumo internos. La cascada de acontecimientos provoca un tsunami que sumergiría al mundo en una profunda recesión.

Mientras la economía de EE.UU. y del globo depende cada vez más de un suministro de petróleo en continua disminución del Medio Oriente, las condiciones para una perfecta tormenta económica continuarán persiguiéndonos. La solución, a largo plazo, es liberar el mundo de su dependencia del petróleo. Esto requeriría estándares mucho más elevados de eficiencia en el consumo de combustibles, mayores medidas de conservación de la energía, el apoyo a los vehículos híbridos y un cambio a fuentes renovables de energía. A falta de estas medidas, hay que contar con que las nubes de la tormenta aumentarán en intensidad.

24 de marzo de 2004

Versión original en inglés: J.Rifkin: The Perfect Storm That’s About to Hit
Traducido por Germán Leyens

* Jeremy Rifkin es autor de «The Hydrogen Economy» y presidente de la «Foundation on Economic Trends», en Washington DC.