La comunidad internacional debe abandonar su silencio cómplice ante los crímenes horribles que se han cometido a montones en estos años. El padre Albanese denuncia las atrocidades del «LRA» (Ejército de Resistencia del Señor) con los pequeños secuestrados. Más de 120.000 muertos y 25.000 niños secuestrados (reducidos a la esclavitud o enrolados a la fuerza en la guerrilla) y un millón de desplazados es el balance de las acciones que desde 1986 comete el «LRA» a las órdenes de Joseph Kony, un visionario a sueldo de Sudán que intenta derrocar el gobierno del presidente ugandés Yoweri Museveni.
LIRA, lunes, 9 febrero 2004 (ZENIT.org).- Testigo directo de la matanza llevada a cabo el miércoles pasado por el «Ejército de Resistencia del Señor» (LRA) en el campo de refugiados de Abia –en el distrito norugandés de Lira–, el padre Giulio Albanese, director de la agencia misionera «Misna», ha denunciado la utilización de niños reclutados a la fuerza por los rebeldes y obligados a combatir y perpetrar estas atrocidades.
Más de 120.000 muertos y 25.000 niños secuestrados (reducidos a la esclavitud o enrolados a la fuerza en la guerrilla) y un millón de desplazados es el balance de las acciones que desde 1986 comete el «LRA» a las órdenes de Joseph Kony, un visionario a sueldo de Sudán que intenta derrocar el gobierno del presidente ugandés Yoweri Museveni.
En uno de los últimos ataques, el del campo de Abia, murieron 80 personas a manos de los rebeldes del «LRA», cuyas filas están integradas en gran parte por «niños-soldado».
Dos hipótesis explican la fiereza de los niños en estos combates, explicó el padre Albanese –misionero comboniano– a los micrófonos de «Radio Vaticana»: «La primera es que les sean suministradas sustancias estupefacientes, como es el caso de los niños-soldado del «RUF» (Frente Unido Revolucionario de Sierra Leona)».
Pero en el caso del «LRA», «según los testimonios que hemos reunido, parece que [los niños] son sometidos a sesiones de hipnosis colectiva», advirtió el religioso subrayando que «los niños, cuando combaten, no lo hacen en un estado de racionalidad y de hecho comenten crímenes inauditos». «Yo mismo he visto escenas terribles», admitió.
«Se trata de un drama que hace un llamamiento a la conciencia de todo hombre y mujer de buena voluntad –alertó el padre Albanese–, independientemente del hecho de que se trate de misioneros, trabajadores humanitarios, políticos o diplomáticos».
En su opinión, la responsabilidad principal de esta destrucción recae en el fundador del «LRA», Kony: «Sabemos que se encuentra actualmente en una de las bases del «LRA» en Sudán, en la frontera con Uganda», y es que este sujeto «es libre de atravesar la frontera cada día».
«Hasta que no haya verdaderamente voluntad por parte del gobierno sudanés de entregarlo a la justicia internacional –añadió–, creo que será imposible hablar de paz, aunque no excluyo la posibilidad de una negociación».
El «LRA» está armado desde 1994 por el gobierno sudanés con una función «anti-ugandesa». La razón es que el gobierno de Kampala durante estos años ha apoyado al «Ejército de Liberación Popular de Sudán» (SPLA) de John Garan.
«Es por esto que la sociedad civil, tanto ugandesa como sudanesa, con la Iglesia a la cabeza, ha pedido que la cuestión de la guerra en el norte de Uganda se introdujera en las negociaciones entre el gobierno de Jartum y el «SPLA» de Garan, porque la verdadera solución a este conflicto no está tanto en Uganda como en el vecino Sudán», advierte el misionero.
Para el padre Albanese, la comunidad internacional debe abandonar su papel de espectador, porque «infamias y crímenes horribles se han cometido a montones en estos años. Además, hay que admitirlo, es difícil controlar y entender lo que está ocurriendo en las zonas rurales infestadas de rebeldes».
El último llamamiento a la comunidad internacional –específicamente dirigido a las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Comunidad Británica de Naciones y la Unión Africana– lo hizo desde Londres la semana pasada el obispo de Gulu, monseñor John Baptist Odama: «Sólo la ayuda internacional podrá poner fin al conflicto que convulsiona el norte de Uganda», advirtió.
El prelado preside la «Iniciativa para la Paz de los Líderes Religiosos de la región Acholi» (ARLPI), organización interreligiosa que hace tiempo promueve la paz en el norte, poblado por la etnia Acholi y atormentado por los crímenes del «ejército» rebelde.
Mientras tanto, el domingo llegaron a Uganda tres senadores de la Comisión extraordinaria para la tutela y la promoción de los derechos humanos del Senado italiano, que viajarán a Gulu –en el homónimo distrito, en una de las zonas más golpeadas por el «LRA»— para valorar la situación de los derechos humanos, identificar qué puede hacer el gobierno italiano para mejorar la situación y elaborar propuestas concretas.
«Es importante encontrar el modo de involucrar a las Naciones Unidas», dijo a «Misna» Enrico Pianetta –presidente de la mencionada comisión– haciendo referencia a las palabras pronunciadas el pasado noviembre en Uganda por el subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Jan Egeland, quien definió la situación ugandesa como «la peor crisis humanitaria del mundo».