La verdad sobre Helen Keller

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La historia de Helen Keller es mucho más que la historia de una brillante estudiante ciega y sorda que superó obstáculos increíbles. Dedicó toda su vida a luchar por la trasformación de la sociedad integrando diversos movimientos sociales importantes del siglo XX.

Ella era una socialista consciente de que venció muchas dificultades en su vida gracias a la clase privilegiada de la que procedía – algo que no compartía con la mayor parte de sus contemporáneos ciegos o sordos. «Debí mi éxito, en parte, a las ventajas de mi nacimiento y entorno» – dijo ella. «He aprendido que los apoyos que he tenido no están al alcance de cualquiera»

Helen Keller era una defensora incansable de los pobres. Su testimonio podría servir como un referente fascinante para niños, pero la mayor parte de libros ilustrados sobre ella son lamentablemente silenciosos respecto a su trabajo a lo largo de su vida.

Ninguno de los libros que investigué mencionó que en 1909 Helen Keller se convirtió en una socialista y sufragista – movimientos que enmarcan la mayor parte de sus escritos.-

«El mundo no avanza solamente gracias a las historias de los grandes héroes, sino también gracias a la suma de los pequeños empujes de cada trabajador honrado”

“Sentí la oportunidad creciente, y deseé tener una voz tan fuerte como la necesidad de abrirme al mundo” –escribió. Tampoco aquellos libros revelan a sus lectores, que las opciones editoriales y de publicación de Helen Keller disminuyeron, a causa de sus escritos apasionados sobre el derecho al voto de las mujeres, contra la guerra y contra las grandes empresas transnacionales.

Para promover la justicia social decidió que tomaría lecciones para mejorar su voz, de modo que pudiera hablar públicamente y de manera clara denunciar la injusticia. Esto es el verdadero coraje. Incluso después de tres años de trabajo diario, su voz era desigual y difícil de controlar. A pesar de que le avergonzaba el timbre de su voz y le aterrorizaran las muchedumbres, Helen continuó su circuito de conferencias.

Los libros ilustrados omiten el coraje que llevó a Helen Keller lejos de su casa para visitar vecindades necesitadas en la Ciudad de Nueva York, donde aprendió de primera mano el horror de las condiciones de hacinamiento e insalubridad en las que vivían. Indignada por las prácticas de “trabajo” infantil que encontró, se formó en organización sindical y se preparó para afrontar la violencia que ejercerían sobre huelguistas y organizadores. Escribió artículos denunciando la Matanza de Ludlow, donde en una tentativa de acabar con la huelga de los mineros, la Guardia Nacional del Colorado disparó a 13 personas y quemó a 11 niños vivos y a dos mujeres. La mina de Ludlow pertenecía al poderoso millonario John D. Rockefeller, quien pagó los salarios de la Guardia Nacional. Cuando los periódicos vacilaban si publicar o no sus artículos, Helen tomó la palabra públicamente contra Rockefeller: «He seguido, paso a paso, los acontecimientos en Colorado, donde las mujeres y niños sin piedad han sido asesinados. Sr. Rockefeller, es usted un monstruo del capitalismo» declaró ella.

Helen Keller no tuvo reparo al hacer preguntas políticamente incorrectas: «¿Por qué en esta tierra rica hay tanta pobreza?» – escribió en 1912. «¿Por qué trabajan los niños en los molinos mientras miles de hombres no consiguen trabajo?, ¿por qué las mujeres que no hacen nada tienen miles de dólares al año para gastar?»

«Avergonzada en mi alma, contemplo las lágrimas de aquellos oprimidos del Sur que deben criar a sus hijos en la esclavitud de ser siervos, porque al otro lado está el opresor con sus campos y viñedos ejerciendo el poder » escribió Helen.

En su autobiografía en 1929 Keller declaró: «Resolví que independientemente del papel que jugase en la vida éste nunca sería pasivo”

Helen Keller no sólo apoyó a organizaciones para personas ciegas. Su compromiso estaba también en la militancia de sindicatos radicales como el de Trabajadores Industriales del Mundo, poniéndose en riesgo ella misma. Apoyó a organizaciones de derechos civiles como la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) Dijo cosas como que: “El futuro de América descansa sobre el trabajo de 80 millones de obreros, mujeres y sus niños. Para poner fin a la guerra y al capitalismo todo lo que se necesita es ponerse firme y plantarse”.

Su compromiso y su trabajo por el cambio político ponían en el centro a los obreros, a los niños que trabajaban, a los oprimidos, y por ello participaba en reuniones y marchas, y se organizaba con sus amigos para hablar de política y planificar la estrategia. “Nunca sentí que la oscuridad del silencio me separara de mis compañeros” – escribió ella. «Cualquier sentido de aislamiento era imposible; al abrir las puertas de mi corazón al mundo, el mundo entró»  Helen demostró la unión con sus compañeros de trabajo una y otra vez.

Mientras vivió, Helen luchó contra la tendencia de los medios de comunicación de ponerla sobre un pedestal como «modelo dulce y bondadoso de discapacitada que venció a las adversidades»

“Mientras me dediqué a trabajar para las personas ciegas, la gente me elogiaba de una manera extravagante, llegándome a llamar “la arcipreste de los ciegos” o “el milagro moderno” – le confesaba a su amigo Robert LaFollete, un pacifista que postuló como tercer candidato progresista a la presidencia en 1924. «Pero cuando mi discurso pone en el centro a la pobreza, y mantengo que ésta es resultado de una economía inadecuada, y que el sistema industrial bajo el que vivimos es la causa de la ceguera y sordera en la que vive la mayor parte del mundo, entonces la cosa cambia».

A partir de su muerte, su testimonio como militante por la justicia social queda oculto bajo la alfombra. Su biógrafa Dorothy Herman concluye: “Se oculta de su biografía su socialismo militante, se oculta el hecho de que una vez tuvo que ser protegida por seis policías tras un discurso en Nueva York seguido por dos mil personas, en el que denunciaba ardientemente, ante la admiración de la muchedumbre, la participación de EE UU en la Primera Guerra Mundial. La guerra –dijo entre ensordecedores aplausos- era una estratagema capitalista para esclavizar aún más a los trabajadores. Como ocurrió durante su vida, la imagen pública de Helen Keller sigue siendo la de una angelical, asexuada, ciega y sorda que huele una rosa mientras sostiene sobre su regazo un libro abierto de braille”

Esta visión degradante de Helen Keller la deja anclada en su niñez. Nunca consigue ser un adulto; más bien, es enmarcada como una niña adulta que venció sus desventajas. Como ocurre con otras personas con discapacidad, Helen Keller no debe ser definida por su ceguera o su sordera. Ella se veía a si misma como una persona libre e independiente – como ella escribió: “Un ser humano con mente propia»

Es hora ya de ir más allá del mito deformado de Helen Keller, repetido una y otra vez en los libros ilustrados. Es hora de dejar de mentir y compartir la verdadera historia de su vida adulta y su trabajo.