Las empresas multinacionales exigen deslocalizaciones y más sacrificios, mientras logra más control político y más beneficios

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Los comunicados oficiales le llaman deslocalización; pero los trabajadores afectados prefieren llamarle directamente canallada. Las reglas del neocapitalismo, reformuladas para el siglo XXI con las políticas económicas diseñadas por las multinacionales, son determinantes en esta guerra comercial de fuertes contra débiles. Y ya tiene sus víctimas: El hambre de 4.000 millones de personas, la esclavitud de 400 millones de niños, el desempleo de 1.600 millones de seres humanos, forman parte de la misma cadena infernal de este sistema imperialista basado en el expolio y la explotación del ser humano… La economía puede y debe estar al servicio de la persona. No permitamos este genocidio silencioso con nuestro silencio cómplice. Hagamos boicot a las multinacionales que buscan el mayor lucro a costa del paro y el hambre de nuestros hermanos…

Nos viene a la memoria el pensamiento de Mounier, cuando decía: “la democracia política no es más que la máscara de una oligarquía económica”.

Las recientes huidas de empresas a países de Europa del Este y a Asia han hecho saltar la alarma en nuestro país, han abierto la caja de Pandora y puesto de manifiesto una tendencia que existía, aunque más suave, desde hace años.

Las empresas multinacionales se están volviendo más fuertes que los propios estados nacionales. Generalmente, estas corporaciones internacionales resultan inmunes a los controles democráticos que suelen limitar las acciones de los gobiernos nacionales. Según datos de La ONU más de la mitad del comercio mundial proviene de empresas multinacionales y más de un tercio del comercio mundial se compone de transferencias de bienes entre distintas ramas de la misma multinacional. Dos tercios de las transacciones internacionales en bienes y servicios combinados dependen de las operaciones de empresas multinacionales.

El movimiento de capital, cada vez más libre y mano de obra más esclavizada, permite a las corporaciones transferir la producción sin tener en cuenta las fronteras nacionales, yendo ahí donde los costes son más bajos. Muchas veces la producción se subcontrata o terceriza a unidades de producción aún más pequeñas. Algunas de las corporaciones más grandes y poderosas tienen muy pocos empleados directos, pero consiguen mantener la cantidad y calidad de producción que requieren mediante acuerdos de franquicia o subcontratación en todo el mundo. Es a este nivel que se encuentran las peores prácticas de empleo.

CIERRE DE MULTINACIONALES EN ESPAÑA RECIENTEMENTE

LEE CORP. de cableado para coches. 1.280 personas despedidas en Cervera

MB. Fabricantes de juguetes. 515 despidos en Valencia

SAMSUNG. Teléfonos y electrodomésticos. 500 empleados en Palau

ALCATEL. Fabricante de equipos telecomunicaciones. 460 personas despedidas en Toledo

VALEO. Cableado. 406 personas despedidas en Abrera.

ALTADIS. Tabaco Rubio. 256 personas estaban empleadas en Tarragona

COGESA. Cosmética. 245 empleadas a la calle ene. Prat de Llobregat.

BAYER. Química-farmaceútica. 238 personas despedidas en Barcelona.

UNITED BISCUIT. Fabricante de Galletas. 212 personas estaban empleadas en Palencia.

LUCENT. Fabricante de redes de telecomunicaciones. 200 personas empleadas en Tres Cantos.

ERICSSON. Equipos de telecomunicaciones. 106 despidos en Zamudio.

PHILIPS. Electrodomésticos. 100 personas despedidas en La Garriga.

Multinacionales como Philips, Lear o Samsung están trasladando su producción a lugares donde los costes salariales y logísticos son mucho menores. A ello hay que unir que siempre es mucho más rentable concentrar el trabajo en pocas fábricas para abordar así nuevos mercados. El traspaso de empleos a zonas donde los costos son menores es algo cada vez más extendido.

Uno de los movimientos más llamativos es el que lleva el trabajo desde el Reino Unido hasta la India. La cualidad de anglófonos de sus trabajadores así como que perciben un salario en torno al 50% menor que los ingleses aceleran la llegada de, por ejemplo, centros de atención telefónica.

Asimismo, el que fuera ´paraíso´ de las puntocom allá por el año 2000, Silicon Valley, ha visto cómo gran parte de los ingenieros contratados en la época de la ´burbuja´ tecnológica se ha quedado sin trabajo en los últimos años. El Este de Europa es otro de los mayores receptores. Las empresas combinan las ventajas económicas y fiscales con las de situarse en la zona de influencia de la nueva Europa.

Lear encendió la mecha en España

En España se puede situar el pistoletazo de salida hace unos dos años, cuando la filial de la norteamericana Lear Corporation en Cervera (Lleida) trasladó su actividad de cables de automoción a Polonia. En la actualidad, todavía el 60% de los 1.100 trabajadores de la planta sigue buscando trabajo.

La ex presidenta del comité de empresa y secretaria de Organización de UGT en Lleida, Rosa Palau, explicó que «el problema no es sólo la falta de inversiones importantes, sino que la mayoría de la plantilla de Lear estaba formada por mujeres con baja cualificación y cuesta mucho encontrar un empleo para este tipo de mano de obra».

Lo que más sorprende de los casos de Philips y Samsung es que ganaban dinero con su trabajo, eran rentables.

La multinacional holandesa decidió cerrar la fábrica que posee Novalux, su filial de iluminación, en la localidad de La Garriga (Barcelona), después de que no fructificasen las negociaciones para la venta de la factoría, que el año pasado estuvo a punto de pasar a manos de los propietarios de la empresa de pequeños electrodomésticos Taurus.

Reestructuraciones y concentraciones

Philips achacó el cierre a la «progresiva reducción» de la demanda de los productos fabricados en La Garriga, a su «reemplazo» por otras gamas internacionales en los últimos años, y a la «falta de competitividad en los mercados europeos». La compañía, que se encuentra inmersa en un proceso de reestructuración mundial, decidió en 2002 ampliar su planta de luminaria de Polonia en vez de renovar la maquinaria de La Garriga. La decisión se debió a la necesidad de concentrar la producción para hacerla más rentable.

En el caso de Samsung, la multinacional coreana ha anunciado que cerrará el próximo marzo su fábrica de Palau-solitá i Plegamans (Vallès Occidental), con 446 empleados, a pesar de registrar beneficios y después de haber recibido 3,4 millones de euros en ayudas públicas directas de la Generalitat desde 1993.

En los últimos cinco años, la firma ha ganado 18,95 millones de euros. Su nueva estrategia consiste en fabricar productos de fácil transporte en un único centro mundial, por lo que los millones de teléfonos móviles que producía en España se transferirán a China.

Los DVD, pantallas, descodificadores y retroproyectores pasarán a la planta de Eslovaquia, donde los costes son entre un 15% y un 20% más baratos.

La reestructuración de Samsung supondrá también el cierre de una fábrica con 425 empleados en el Reino Unido.

Con el punto a otra parte

Otro sector afectado es el textil.

En EEUU, Levi´s anunció que trasladará sus dos últimas plantas que posee en el país (hace 20 años eran 63 las fábricas de la empresa textil en territorio norteamericano) a países de Suramérica y Asia, por lo que, en el futuro, uno de los iconos de la american way of life, los jeans de la compañía, van a ser producidos fuera de suelo estadounidense.

Y en España, la empresa Inar cerró sus dos plantas de Girona, en Amer y Pineda de Mar, para trasladar la producción a otros países, con la consecuente pérdida de trabajo de 240 empleados.

La multinacional estadounidense dedicada a la fabricación de tubos de caucho para automóviles, Gates Vulca, situada en Sant Just Desvern, y TMD, en la comarca barcelonesa del Baix Llobregat, dejaron sin empleo a 235 y 143 personas.

Del sector de la alimentación y el tabaco, Altadis tiene pendiente un expediente de regulación de empleo (ERE) en Tarragona que afecta a un total de 240 empleados.

Por otro lado, Hewlett Packard-Compaq, ubicada en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) trasladó su fábrica de impresoras a Hungría y apostó por prejubilar a sus empleados y no renovar contratos temporales. En Cataluña continúan instalaciones de Investigación y Desarrollo (I+D) y de logística.

¿QUE ES LA DESLOCALIZACIÓN?

Los comunicados oficiales le llaman deslocalización; pero los trabajadores afectados prefieren llamarle directamente canallada. Porque realmente es una triste situación que de la noche a la mañana te informen que tu empresa, la que te permite poner el cocido de cada día, va a levantar el vuelo y se marcha lejos para no volver jamás. Se van a la China, se van al mismo Vietnam, que hace treinta años ardía bajo las bombas de napalm; se marchan a un continente donde la palabra sindicato es tan rara como la jornada de ocho horas, donde la dignidad tiene otro sentido y la paciencia parece no agotarse jamás. Y es un fenómeno que por desgracia no está afectando solamente a España o a Europa.

La ola, aparentemente más peligrosa que la gripe de los pollos, se iniciaba hace unos días en Estados Unidos, donde la fábrica de pantalones tejanos más famosa del mundo ha cerrado sus plantas y anuncia el traslado a Oriente. Un operario americano gana quince dólares por hora; un trabajador chino estará agradecido si le pagan esos quince dólares tras dos días de trabajo. La cuenta de resultados manda: y ese cruel viaje hacia los costes bajos es lo que los sabios llaman deslocalización.

Pero hay contagio. En Valencia ya hace meses que una juguetera norteamericana levantó el campo y dejó a dos velas a docenas de familias. Nos engañan con los chinos y no sé yo si no estarán engañando a los propios chinos también. Lo bien cierto es que hace pocos días la Samsung informó de que se había cansado de fabricar televisores en Cataluña y que prefería ponerse a hacerlos donde el sol naciente. El entendimiento y el corazón chocan ante situaciones así.

Las reglas del capitalismo, reformuladas para el siglo XXI a la luz de la caída del Muro de Berlín, son tan determinantes como desesperanzadoras. La deslocalización, la libre emigración de las empresas una vez obtenido el jugo de un tiempo de implantación, se entiende como un juego legítimo y razonable. En el sector del textil, por ejemplo, la caída de las barreras arancelarias que se prepara abriría las factorías orientales con un coste de unos 20.000 puestos de trabajo en España.

Aunque admitimos los tiempos nuevos, algo en nuestro interior clama en contra: porque no sirve de mucho desvestir a un santo para malvestir a otro; y porque la globalización, que está en el origen de todos estos movimientos trasnacionales, debería ser utilizada también para lo que no se usa: implantar derechos laborales en Oriente, elevar aquellos salarios de miseria, hacer que las jornadas también sean razonables y que a la postre no se acabe por globalizar solamente la pobreza.

LA IGLESIA y el IMPERIALISMO ECONÓMICO

Pablo VI ya denunciaba valientemente este sistema con estos términos: “Ha sido construido un sistema que considera el lucro como motor esencial del progreso económico; la concurrencia, como la ley suprema de la economía; la propiedad privada de los medios de producción, como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denominado por Pío XI como generador del “imperialismo del dinero”. No hay mejor manera de reprobar un tal abuso que recordando solemnemente una vez más que la economía está al servicio del hombre”

Y en la encíclica Sollicitudo rei Socialis Juan Pablo II afirma, lo que ya la izquierda europea calla, que un mundo sometido a diferentes imperialismos «no es más que un mundo sometido a estructuras de pecado» (SRS 36) que tiene su raíz en el egoísmo y el afán de lucro a cualquier precio; la idolatría del dinero, la clase social, la ideología y la tecnología (SRS 37) y actúan a través de «mecanismos perversos» como son el comercio mundial, el sistema monetario y financiero, la transferencias de nuevas tecnologías y los organismos internacionales (SRS 43).

Las reglas del neocapitalismo, reformuladas para el siglo XXI con las políticas económicas diseñadas por las multinacionales, son determinantes en esta guerra comercial de fuertes contra débiles. Y ya tiene sus víctimas: El hambre de 4.000 millones de personas, la esclavitud de 400 millones de niños, el desempleo de 1.600 millones de seres humanos, forman parte de la misma cadena infernal de este sistema imperialista basado en el expolio y la explotación del ser humano… La economía puede y debe estar al servicio de la persona. No permitamos este genocidio silencioso con nuestro silencio cómplice. Hagamos boicot a las multinacionales que buscan mayor lucro y afán de poder a costa del paro y el hambre de nuestros hijos y hermanos…


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