Las ONGS CONTRA los EMPOBRECIDOS

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El día 9 de marzo, estuve en Pamplona en una charla de una ONG. He querido escribir esta carta al director para denunciar lo que me pareció una terrible falta de sensibilidad ante el dolor de los empobrecidos. En la charla constantemente se hablaba de situaciones de miseria y de lo que esta ONG estaba haciendo para remediarla.

El día 9 de marzo, estuve en Pamplona en una charla de una ONG. He querido escribir esta carta al director para denunciar lo que me pareció una terrible falta de sensibilidad ante el dolor de los empobrecidos. En la charla constantemente se hablaba de situaciones de miseria y de lo que esta ONG estaba haciendo para remediarla.

La ponente afirmó que había recursos y alimentos suficientes como para acabar con la «insuficiencia alimenticia» en el mundo, eso sí, no dijo ni una sola palabra de por qué, pudiendo acabar con el hambre no se estaban tomando medidas para ello. Además de que utilizar el término «insuficiencia alimenticia» me parece una vergüenza, es un eufemismo que no refleja el dolor de las 100.000 personas que mueren al día por hambre, más vergonzoso si cabe me parece el no denunciar el motivo por el que habiendo recursos para acabar con un drama de esta magnitud no se hace.

Probablemente al auditorio le resultaría poco políticamente correcto decir que a nuestro estilo de vida le interesa que haya hambrientos, que nuestras instituciones, desde los sindicatos a los partidos y organismos internacionales, saben que el hambre es un negocio en el que se sustenta nuestra forma de vestir, comer, organizar el tiempo…

En el ambiente no se respiraba ni una gota de angustia porque se acabase el sufrimiento de los empobrecidos. En la misma charla se presentó como hecho de esperanza un proyecto en el que un empresario había decidido incorporar a su empresa maestros, para que los niños que allí trabajaban, ¡bonita cosa que trabajen los niños! pudiesen estudiar. Un hecho esperanzador sería que las ONGs empezasen a luchar para que no existiese ni un solo niño esclavo, que lo de «niño trabajador» es otro eufemismo mentiroso.

La esclavitud infantil está íntimamente ligada al paro adulto y a la explotación más espantosa. Más de 400 millones de niños son esclavizados, cobran menos que un adulto y no protestan. Acabar con la esclavitud infantil es perfectamente posible, lo único que falta es voluntad política, QUERER acabar con ella. Desgraciadamente parece que las ONGs se conforman con llevar a cabo proyectos, y con cada proyecto nos venden la imagen de que la situación, gracias al dinero de los bienintencionados, mejora. Pero no, tristemente el hambre, la miseria y la esclavitud infantil aumentan cada año, a pesar de los proyectos, los apadrinamientos y los telemaratones.

¿Será porque ni las ONGs, ni los ciudadanos, ni los partidos, ni los sindicatos, nos hemos decidido a acabar con un sistema económico y político que asesina anualmente a millones de seres humanos?

N.S. Pamplona.