Lecciones de tortura ‘made in China’

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“Dejan caer objetos adrede para poder separarse, aunque sea sólo un segundo, de la cadena de montaje. Permanecer tanto tiempo de pie les produce dolores en las piernas y calambres en las rodillas.

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Prefieren una fuerte reprimenda a
cambio de un instante de descanso”. Lo cuenta un estudio que acaba de concluir
SACOM , una organización no gubernamental que durante meses se ha dedicado a
analizar las condiciones laborales en China de la empresa Foxconn.

Esta
gigantesca compañía se dedica a fabricar componentes para firmas tan globales
como Apple, Nokia, Dell, Sony, Nintendo, Motorola, etcétera. Y lo hace
recurriendo a una estrategia low cost que somete a los trabajadores a presiones
que salieron en parte a la luz tras el suicidio de al menos once de ellos en
2010, un escándalo que se describía con detalle en el artículo de Xosé Alberte.

Meses después del auge
informativo y de las promesas de cambio de la compañía, las 120 entrevistas
realizadas por SACOM a trabajadores de tres plantas revelan un panorama aún más
oscuro. “Los trabajadores, ahora todavía con más motivo, tienen pánico a hablar
de Foxconn con los investigadores y con los periodistas extranjeros”, cuenta
Debby Chan, uno de los responsables del estudio. La difusión en la prensa de las
malas condiciones ha hecho que todos ellos tengan que firmar cláusulas en las
que prometen que no revelarán ningún detalle sobre sus circunstancias de
trabajo. En ellas, incluso, exculpan de cualquier tipo de responsabilidad a la
empresa en el caso de que tengan la “desafortunada” idea de suicidarse.

Algo que no se les pone muy fácil
porque en varias plantas continúan a día de hoy desplegadas lonas en los
exteriores de los dormitorios colectivos para evitar que se tiren al vacío. El
objetivo es que, si lo hacen, deduce SACOM, al menos no sea en ninguna de las
instalaciones relacionadas con Foxconn.

Lo más duro que se desprende, sin
embargo, de las entrevistas realizadas por SACOM y China Labour Bulletin es el
tormento psicológico que revelan los trabajadores. “Sorprende que cuando hacen
una pausa después de una larga jornada de pie ante la mesa de montaje están
demasiado exhaustos para hablar unos con otros”, explica Chan.

En vez de relacionarse, describen
los investigadores, prefieren sentarse en silencio a lo largo de la valla de la
fábrica y permanecer inmersos en sus pensamientos mirando sus teléfonos o al
suelo. El problema es que la mayoría de los compañeros que les rodean, explican,
son verdaderos desconocidos. Las largas jornadas y los tres turnos diarios
están diseñados de forma que los obreros coinciden en los dormitorios de hasta
seis personas sólo para dormir y a veces ni siquiera.

A pesar de la extenuación, la
política salarial está tan hábilmente diseñada que los trabajadores consideran
las jornadas reglamentarias un verdadero maleficio porque cobran menos. “El pago
que recibo por un turno de ocho horas no es suficiente para vivir. Espero que
este horario sea sólo una medida temporal por estar en temporada baja”, cuenta
una chica de 19 años que trabaja produciendo I-Phones en la planta de Guanlan.

En ocasiones, revela el informe,
hay trabajadores que se han negado a hacer turnos con más de cuatro horas
extra diarias por estar totalmente agotados o sentirse indispuestos. La
respuesta de Foxconn ha sido adjudicarles una jornada de ocho horas diarias de
continuo, de modo que el salario no les llegaba siquiera para pagar su
alojamiento en un dormitorio colectivo, su comida y su seguro médico
. Las
súplicas inatendidas de este grupo de ”privilegiados” para volver a ser
explotados ha sido la mejor medicina contra el agotamiento del resto.

Otro de los rasgos que se
desprende de los informes mencionados es el carácter militar que se inculca a
los trabajadores ya desde su entrenamiento inicial. Está prohibido hablar en
todas las cadenas de montaje y hay respuestas reglamentarias a la hora de
dirigirse a los superiores. Si los trabajadores desean ir al baño tienen que
esperar a que sus coordinadores les concedan una tarjeta donde se indica este
permiso especial. A veces  tienen que ponerse de acuerdo entre 20 y 60
trabajadores para compartir a la vez esta tarjeta.

Los obreros están obligados a
presentarse en su puesto de trabajo hasta tres cuartos de hora antes del
comienzo de su jornada para reuniones que, por supuesto, no se pagan. Además,
tienen que hacer cola para entrar en el autobús que les lleva hasta la fábrica,
para acceder a la cantina donde comen y para el registro de la entrada en el que
se aseguran de que no ingresen con teléfonos móviles, tanto si tienen cámara
como si no. Las colas son consideradas en esta estrategia empresarial, una forma
más de lograr la sumisión como principal virtud laboral. Y eso a pesar de que
las molestias en las piernas causadas por pasar más de 14 horas diarias de pie,
junto con las motivadas por  la toxicidad de los materiales utilizados, es la
principal causa de lesiones entre los obreros de Foxconn.

¿Cómo
hacer para no contribuir a esta situación? Quizás la difusión sin tregua de
estas informaciones sea la clave para lograr que la publicidad negativa resulte
poco rentable a la larga para las grandes marcas de telefonía y ordenadores.