Lo que esconde Zimbabue

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China financió y proporcionó un mecanismo de interferencia de radio, ubicada en una base militar a las afueras de la capital para evitar que las emisoras de radio independientes emitieran durante la campaña electoral…

El barco chino An Yue Jiang tuvo que dar la vuelta. Ningún puerto del sur de África le dio permiso para desembarcar las 77 toneladas de armas que el país asiático enviaba a su aliado Robert Mugabe. Tres millones de balas del calibre 7,62mm para fusiles de asalto AK47, 1.500 lanzagranadas RPG, 3.000 obuses de mortero, numerosas piezas de artillería,…. Todo ello destinado “a la defensa nacional”, según el ministro de Justicia de Zimbabue Patrick Chinamasa, y “en ningún caso para ser usadas contra la población civil”, o para sofocar a la oposición que no está de acuerdo con los resultados de las recientes elecciones….

No es la primera vez que China colabora de esta manera con su amigo Mugabe a mantener su orden y su paz en su país, es más, se trata de una práctica habitual entre estos dos estados. China financió y proporcionó un mecanismo de interferencia de radio, ubicada en una base militar a las afueras de la capital para evitar que las emisoras de radio independientes emitieran durante la campaña electoral de 2005.

China tiene que defender sus intereses. No importa cómo.

Porque Pekín tiene importantes inversiones en Zimbabue: se han formado compañías conjuntas y ha concedido préstamos sin intereses ni subvenciones; tan solo en el 2006, invirtió unos 600 millones de dólares en el país africano.

Pero el bocado más suculento es el de las privatizaciones. Y es que al ceder el control de las empresas públicas estratégicas a China (que incluyen los ferrocarriles, el abastecimiento eléctrico, Air Zimbabue, Zimbabue Broadcasting Corporation, …), la cooperación “donde todos salimos ganando” de la que tanto se pavonea Pekín, se vuelve sospechosa.

Las autoridades asiáticas son conscientes de que Zimbabue no reembolsará todos los gastos y facturas, lo que facilitará que puedan apropiarse de una tajada mucho mayor del pastel. Las deudas con Zimbabue se olvidarán siempre y cuando continúe habiendo minerales que expoliar, y China está muy interesada por las minas de platino, que representan la segunda reserva mundial de este mineral, y China podrá hacer con los yacimientos mineros lo que quiera.

Por eso quiere seguir siendo amiga del tirano útil. Aunque el tirano haya llevado a su país a la catástrofe: la esperanza de vida en Zimbabue es de 37 años y un cuarto de la población se ha marchado. Pero eso no importa, se debe mantener en el poder a la marioneta: le ha diseñado una nueva mansión con 25 dormitorios, valorada en 9 millones de dólares, y le ha donado unas tejas especiales de cobalto azul para el tejado.

Un tirano que lleva 28 años en el poder, que utiliza la tortura como práctica habitual, y que parece que todo el mundo critica. Pero las sanciones internacionales son mínimas, todas ellas patrocinadas por EEUU: un centenar de gerifaltes tiene prohibido viajar a Occidente y comprar acciones de empresas occidentales. Nada más. Esas son las temibles medidas internacionales de presión hacia el régimen del dictador.

El 29 de marzo en las elecciones presidenciales, fraude masivo, como en las anteriores. Mugabe dice que ha ganado y se mantiene ahí. Todo parecía seguir el mismo rumbo que otras veces, un poco de pataleo, unas cuantas reseñas en los medios internacionales y el olvido. Pero un mes más tarde, la secretaria de estado adjunta de Asuntos Africanos de EEUU habla de una clara victoria de uno de los opositores, Tsvangirai, el sindicalista apodado “Lech Walesa”, y cuyo partido siempre tuvo riadas de financiación británica y estadounidense. Coincidiendo con la visita de la mencionada secretaria norteamericana a Zambia (país que preside la Comunidad de Estados de África Austral), dicha Comunidad da la orden de prohibir el acceso del barco chino cargado de armas, An Yue Jiang, a todos los puertos de la región. Y lo que hace unos meses era práctica habitual, ahora se convierte en imposible, y el barco tiene que volverse a China. A primeros de mayo, por sorpresa, todos aceptan la formación de una Gran Coalición, que incluiría un traspaso de poder de Mugabe a Tsvangirai.

Cuando Robert Mugabe afirmó que “Nos volvemos hacia el este, donde sale el sol, dando la espalda al oeste, donde el sol se pone”, apeló a la retórica de “los demonios imperialistas que quieren acabar con Zimbabue” para vender su país al imperio chino.

¿Asistimos a vientos de cambio que traen a otros viejos demonios imperialistas? La tarta africana está en juego, los grandes lo saben y mueven fichas, aunque eso suponga siempre la muerte y el pavor de muchos.

Lo que sí es seguro es que ninguno, ninguno de ellos va a temblar cada mañana porque todos los días más de 1.000 personas huyen hacia Suráfrica a través del río Limpopo, un río plagado de cocodrilos, a nado, o en balsas rudimentarias, en busca de una vida que les permita vivir más allá de los 37 años.