El pasado 12 de mayo se produjo un terremoto cuyo epicentro se localizó en la provincia china de SICHUAN. Las primeras estimaciones hablaban de 40.000 personas muertas y 247.645 heridos. Sin embargo,…
… la cifra se elevó a 80.000 muertos a causa del desastre natural. Ahora bien, ¿está bien dicho así? ¿Realmente fue un desastre natural lo que causó tantas pérdidas humanas? Posiblemente no se trate de un desastre «natural» si no más bien «provocado», ante nuestra pasividad e indiferencia.
Una mirada a la región de SICHUAN, nos aporta claves muy interesantes para entender la catástrofe. En primer lugar, la región no es pobre, sino muy rica. Cuenta con reservas de recursos hídricos y electricidad de hasta 150 millones de kilovatios, y la cantidad explotable de luz se aproxima a 100 millones de kilovatios; tiene recursos hidriotérmicos bajo tierra con más de 300 fuentes termales; tiene verificadas reservas de 132 minerales, entre los que se encuentra el vanadio, el titanio o el gas natural…. siendo algunos de los yacimientos de estos minerales de entre los más importantes del mundo; y por último, contaba hace diez años con 7.46 millones de hectáreas de bosques, con toda la riqueza que ello conlleva.
Toda esta riqueza podemos pensar que es para los casi 85 millones de habitantes de la región. Sin embargo no es así. Estos recursos son explotados por las más de 5.000 empresas de «inversión foránea» –esto es, multinacionales- que operan en la región. Más de 300 grupos financieros y compañías grandes de ultramar como la Motorola , Pepsi Cola, Coca-Cola, Mcdonell Douglas, la Bayer Company o la Toyota de Japón. Se habla de focos de atracción de capitales en explotación agrícola, silvicultura, energéticos, construcción de infraestructuras, turismo, etc.… Mientras las empresas explotan los recursos, la renta per cápita de la región hace que SICHUAN esté en el puesto 25 de las 31 provincias del país.
Poco o nada revierte la explotación de recursos por estas multinacionales a los habitantes de esta región como se puede ver en algunas medidas fiscales adoptadas por el Gobierno. Las empresas productivas extranjeras con un período de operación de más de 10 años están exentas del impuesto sobre la renta empresarial en el primero y el segundo año desde el año lucrativo y gozan de reducciones del 50% desde el tercero al quinto año. Esta ventaja fiscal se une a otras muchas que contempla el gobierno para la inversión foránea.
Todo esto pone de manifiesto que es el empobrecimiento la causa de las grandes cifras de víctimas que arrastran estos desastres naturales. Son regiones que carecen de infraestructuras adecuadas (hubo muchas víctimas en minas subterráneas de carbón), o si las tienen, están al servicio de las transnacionales y no del pueblo.
Si todavía le queda a alguien alguna duda de esto, no tiene más que hacer un análisis de otros desastres similares. Por ejemplo, en el año 1989 se produjo el terremoto de San Francisco con epicentro en Loma Prieta. San Francisco es una de las ciudades más grandes del mundo con 7 millones de habitantes en el área metropolitana que conforman una densidad de población, sólo en el área urbana, de 6.115 habitantes por kilómetro cuadrado (la segunda más grande del país). Esto contrasta con los poco más de 179 habitantes por kilómetro cuadrado que tiene SICHUAN (por si nos da por pensar que la región estaba masificada y por eso murieron tantos). El terremoto de Loma Prieta alcanzó los 7.0 grados en la escala Richter, un poco menos que el de China que llegó a alcanzar los 7.8 grados. Sin embargo, el número de víctimas: en el de San Francisco fue de 63, frente a los casi 80.000 de SICHUAN. Otros terremotos como el de Kobe en Japón, ocurrido en el 95, alcanzaron los 5.000 muertos, o el de Alaska en 1964, con 9 grados en la escala Richter, 110 víctimas. Cuando estos fenómenos de la naturaleza ocurren en países empobrecidos, el resultado es devastador, como se ha podido comprobar recientemente, o los 50.000 muertos de Huaylas en Perú, o las 300.000 víctimas del año 2004, por los tsunamis del Índico en las costas de Indonesia.
El mundo actual tiene las capacidades y la tecnología para responder adecuadamente a estos fenómenos y que no haya estas escalofriantes cifras de víctimas humanas. Pero es que una vez más, unos viajamos en primera clase y otros en tercera, y a los de primera, nuestra insolidaridad no nos hace ver más allá. El Imperialismo económico extranjero en China aportó 3.000 millones de yuanes en «ayuda» para paliar la situación. Lo que ocultaron los titulares de los grandes medios es que su máxima preocupación es alcanzar nuevamente la normalidad en el funcionamiento de sus empresas –a lo que destinan ingentes recursos–, para la pronta obtención del máximo beneficio al mínimo coste, es decir, más explotación y empobrecimiento. El sistema económico capitalista y neoliberal es asesino. No son víctimas de las catástrofes naturales, son víctimas de un asesinato.