He pedido a una gran empresa tecnológica permiso para rezar el Ángelus cada mañana.
Carlos Catena Cózar
CAMPAÑA DE PROMOCIÓN DE LA LECTURA SOCIAL
En el poemario “Los días hábiles”, Carlos Catena hace un recorrido por los distintos problemas y situaciones con los que se encuentran aquellos jóvenes andaluces que inician su andadura profesional.
Lo hace desde la inevitable mirada de un poeta, es decir, no presenta ni analiza causas, tampoco habla de soluciones. Se limita a expresar un dolor y una denuncia, es una mirada interior que busca lo que la persona siente ante una situación que sus circunstancias le imponen.
En su libro habla de vocación:
La primera diapositiva reza:
no malgastes la única vida que tienes
viviendo la de otra persona
comienzo así la semana
en este lugar blanco donde ocurren las reuniones
recuerdo que hay personas ajenas a la vocación
cuerpos que ignoran el tiempo y el despertador
reconocen el trabajo como un paso más
en la coreografía de aguantar vivos…
pienso también en mi abuela ahora muerta
jornalera toda su vida hasta conseguir una tierra propia
su cuerpo astillado como la madera de una herramienta…
imagino una semana sin fin una vida sin ocio….
abuela cansada que temblaba al ver un paisaje extenso
por temor a que le hicieran cultivar tantas hectáreas
hoy te invoco desde esta reunión de trabajo…
donde tan importantes son la pasión, el entusiasmo y los conceptos
ajenos al jornal y a la supervivencia abuela te pregunto…
si aprovechaste el momento, viviste tu propia vida
o sentías acaso vocación por ser jornalera.
Escribe sobre los empleos precarios:
Y en el metro me pregunto
si tras la universidad como en el amor solo queda
el lamento y los años y las noches y una vida
que ya nunca será como nos prometieron
me miro las manos y espero que alguien
reconozca a un ingeniero en mis modales…..
he visto a las mejores mentes de mi generación
destruidas por un contrato basura de cara al público…
no puede escribir sobre el fracaso
quien no ha bajado al infierno:
un restaurante donde languidecen los yonquis
se asean los mendigos
y vienen a morir las expectativas
un lugar de luz perpetúa
donde algunos intentan escribir sobre el fracaso
y otros lo copan.
También nos habla de la fuga de talentos:
En el extranjero una transferencia bancaria
es el único abrazo que mi padre puede darme
al usar la tarjeta de crédito lo imagino
apagando el despertador aún de noche
resentido por las ocho horas diarias
que se clavan en la espalda como ocho puñales
hace años mi padre me dio esa visa
para que fuera también un hombre entero
tanta benevolencia debería hacerlo santo
entonces yo a escondidas y en silencio
lleno de vergüenza le rezaría
para no ser nunca como él
librarme así de la nómina, el contrato
un horario de cinco martirios:
uno por cada día hábil de la semana.
Remata el poemario afirmando: lo que importa de verdad ocurrió siempre tan lejos de los días hábiles.
Días hábiles, para muchos son la mayoría, son los días normales, muy peligrosos si te planteas tu existencia desde un punto de vista individual. Lo define perfectamente otro gran poeta actual, Karmelo C. Iribarren:
Llegan
y se van sin hacer ruido
como buenos clientes
luego el tiempo
los confunde en la memoria,
y ya ni sabes si aquel lunes era jueves
o al revés.
Que no te engañen,
no son tan poca cosa
como parecen:
suelen poder
con el amor.
Pero ni los días hábiles, ni los días normales, podrán acabar con el amor si se viven con un sentido, con la firme voluntad de luchar por el bien común, y esto solo puede hacerse de manera asociada.
Aseguraba Balzac que la literatura era la vida privada de las naciones, y dentro de la literatura destaca la poesía social como el género más cercano a este concepto, porque a pesar de que toda poesía en cierta manera es social, ya que siempre está escrita para alguien, algunos poetas sienten la necesidad de bajar al barro para denunciar lo más injusto, porque no pueden permanecer ajenos al dolor de sus hermanos.
Iribarren y Catena, son herederos de la poesía social española de posguerra, cada uno en su realidad y aplicando los matices precisos, analizan el corazón de las personas de nuestro tiempo, buscando allí su sentir ante las circunstancias que les toca vivir.
No es poesía sentimental, es una poesía testimonial comprometida con la verdad. Poesía como búsqueda de lo verdadero, porque solo lo verdadero permanece. Poesía que acompaña y denuncia, una cosa complementa a la otra.
Aquel grupo de poetas de los años cincuenta del pasado siglo, entre los que podemos destacar a: Gloria Fuertes, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Ángela Figuera, José Agustín Goytisolo, etc., partían desde la innegociable dignidad de la persona humana sin distinción alguna, reconociendo la libertad e igualdad como principios, entendían la importancia del compromiso personal y de la lucha asociada. Porque yo soy lo social y lo social soy yo. Aceptaban el mensaje de Bertrand Russell, la inevitable involucración de cada persona en el proyecto universal. Porque si a mí me va bien, será solo en el caso de que al otro le vaya bien, lo contrario sería injusticia.
Y mientras existan hambre, guerra, esclavitud e injusticia, deberá haber alguien enfrente, alguien que denuncie los hechos, alguien que luche por el bien común y alguien que analice el dolor.
Porque hoy todos somos seres atrapados en una realidad sistémica que nos atenaza y a menudo nos impide dirigirnos a los demás en busca de ayuda. Pero quedarse solo no es solución, la verdadera revolución emancipadora se hace de forma asociada.
Para comprender esto se necesita formar un espíritu crítico y una conciencia solidaria y para ello se necesitan herramientas adecuadas, adaptadas a cada persona y situación.
Desde las ediciones Voz de los sin voz, ponemos a disposición de todo aquel que esté dispuesto a aceptar esta responsabilidad una amplia gama de publicaciones que abarcan distintos ámbitos de la formación social (literatura, política, salud, sociedad, espiritualidad, etc.), y de actividades entre las que se encuentra la campaña de promoción de la lectura social que aquí presentamos.
¡Súmate!
Álvaro M.