Los 4 FILTROS que OPACAN la INFORMACIÓN en la SOCIEDAD de la INFORMACIÓN

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A la vista de todo ello cabe preguntarse: ¿es el periodismo una profesión en venta?


06/05/2003
Revista Autogestión

Si, como parece, el presente y el futuro están en la red, habrá que recordar que los medios de masa tienen como finalidad primera servir la verdad masivamente y para las masas, informar diciendo lo que es, y no lo que no es, lo que ocurre, y no lo que no ocurre; sin embargo cuatro filtros o mediaciones distorsionadoras lo opacan. En la infraestructura, el dinero es el que manda; él se sirve de la publicidad, que es un medio, y de la superestrucutra, que es el poder estatal (los partidos), los cuales se encuentran siempre en connivencia íntima con el capital, son el capital mismo, sirviendo los periodistas de agentes de esta causalidad circular.

1.El filtro del capital

Si en algún lugar se da por antonomasia la globalización del monopolio del capital neoliberal, global e imperial, es en el ámbito de los medios: el mismo mensaje que se emite desde «El País» se emite también en la cadena «Ser», se emite también en «Canal Plus», se enseña a los niños en la «editorial Santillana», y se vende en librerías «Crisol». La sinergia de los holdings de los grupos de comunicación, lo que se llama infoindustria, convierte a los media en multimedia, y a la mentira en mentira en cascada, que refuerza el efecto-mentira de la no-verdad. Para esto se necesita controlar muchas ondas, muchos periódicos, muchos canales, y de ahí la lucha por ese control. Cables, ondas herzianas, fibras ópticas, satélites, obras públicas configuran una red donde al final quien manda es el propietario de esa tela de araña.

Ningún conductor de programa, director de periódico, etc, tiene la menor autonomía ante el propietario del emporio. La pérdida de identidad ideológica de los grupos de información en apariencia contrapuestos se traduce en identidad argentaria o crematística, por eso la lucha ideológica no es sino contraposición de los intereses económicos de estos holdings. Ellos quieren hacer que tienen grandes diferencias, pero buscan lo mismo.

Cabe preguntar si nuestros medios pueden ser democráticos, populares, en medio de este monopolio. Pueden servir a la democracia formal, pero no a la democracia social, que no existe, pues falta la igualdad social y por ende la democracia social. Un dueño de un holding puede hacer caer al dueño de un holding. Todos pueden expresarse (democracia formal), pero no todos pueden expresarse con la misma fuerza, como sería lo propio de la democracia real. Los medios se sirven de la democracia formal para impedir u obtener la democracia real o social. Pero ¿desea realmente la gente trabajar por la democracia social, o más bien se contenta con la formal?

2. El filtro de la publicidad

No hay publicidad neutra, sino al servicio de unos fines a los que publicita. En el mundo del dinero, al servicio de las ventas. Tan importante llega a ser este renglón, que el suplemento de fin de semana de todos los grandes periódicos cada vez es más publicitario, publicidad disfrazada en forma de artículos, publirredacción. El futuro es prensa gratis financiada por los anunciantes, producto publicitario con formato de periódico, periodismo «gratuito» muy ideológico, pues potencia la cosmovisión hedonista; con sonrisa «profiden» de rostros famosos enseña a comer, a divertirse, a viajar, a comprar, a broncearse, a perfumarse, a descansar; se centra en el ámbito de los deseos, de la privacidad, que es lo que hoy importa.
Ahora bien, ¿tendrán libertad tal o cual medio para criticar a las firmas publicitarias de las que extraen sus ingresos? No parece probable, pues dependen de ellas.

3. El filtro del Estado

Poder y capital son conniventes, dos caras de una misma realidad al servicio del capital. El Estado, a través de los partidos, ya implicados en las empresas, hace leyes para ese capital y esas empresas. La prensa depende del capital, en la medida en que el Estado depende del capital. El 80 o el 90% de las fuentes de información están ligadas al Estado (a los EEUU en última instancia), es decir, al capital. Y por eso el 80% o el 90% de las informaciones serán siempre en última instancia proestatales. ¿Quién se atrevería a poner en duda la necesidad de un monarca, cabeza del Estado? Los medios pueden ser contrarios a tal o cual partido en el Gobierno, pero no contrarios al orden estatal, que es el del monopolio del dinero.

Por otra parte, es el Norte el que informa del Sur, y no a la inversa. Todas las noticias que nos llegan del Sur nacen en el Norte, en el Imperio. La información viene orientada de arriba abajo, y no a la inversa, de modo que la gente termina identificándose con el quinto de caballería bueno contra el piel roja malo. El Norte es fuente de noticias, el Sur silencioso, ¿qué sabemos del Sur? El Norte es invasor de noticias, y el Sur invadido o silenciado. Se convierte en noticia todo lo que pasa sexualmente a Clinton. A gran escala la información se sirve disimétricamente.

Por último, el pueblo paga con sus impuestos pérdidas hipermultimillonarias de los medios públicos, que sirven a los intereses privados, los cuales van en contra de los más pobres, o en autopublicitarse.

4. El filtro de los agentes, los periodistas.

A la vista de todo ello cabe preguntarse: ¿es el periodismo una profesión en venta? Para informar (incluso para hacer un libro de texto) hay que sortear campos de minas sembrados de criptotabúes, intocables, invisibles. Los periodistas han de plegarse a sus jefes si no quieren padecer una úlcera cada mañana como consecuencia del sufrimiento, o si no se quieren tragar dieciocho sapos con cada desayuno. Por otra parte se produce una selección de los pools. De los 1.400 periodistas enviados a la guerra del Golfo, el 80% eran americanos, y de ellos sólo 125 fueron admitidos para informar directamente con cámaras sobre la línea de fuego, todos ellos muy detenidamente seleccionados a su vez. Para morir como soldaditos de a pie en primera línea se eligen a hispanos y negros; para informar-inventar la noticia, blancos famosos y sumisos.

El periodista ha de ser mano de obra intelectualmente sumisa al patrón: ¿no recaemos en el bufón medieval, en el intelectual áulico del Renacimiento también hoy?; ¿qué ha cambiado en una profesión que sigue acostada al poder del mecenas?

Por otro lado, el periodista de hoy puede a la vez informar y ser socio accionista de la información que suministra, juez y parte: ¿dónde están los códigos éticos?

El mensaje que me lanza a los ojos el presentador mientras me mira fijamente a los ojos es el siguiente: mire usted, nada cambia, tranquilícese; además el mundo es complicado y usted no lo comprendería, déjenos hacer a nosotros; en realidad, ni usted ni nosotros podemos cambiarlo, dejémoslo como está; lo importante es estar «al corriente» de lo que está pasando gracias a nuestra información; ustedes los ciudadanos tienen que ser pavos, pasivos consumidores de noticias.

Y ¿cuáles son las técnicas de información o desinformación? Más que de información se trata de escenificación dentro de lo que permitan las leyes. Las tecnicas más genéricas son:
r Representación de hechos aislados y espectaculares, zoom de cámara que suelta imágenes de forma impresionista, sin que pueda verse la realidad en su conjunto, y menos las raíces de los problemas, pues lo importante es que quede bonito. ¿Cómo informan, por ejemplo, sobre el hambre? Estamos muy informados a la hora de los telediarios de que hay niños desnutridos, nos los ponen junto al bistec de tal manera que no sabemos si nos estamos comiendo al bistec o al niño desnutrido. Sin embargo, lo presentan como algo exótico que ocurre en países etnográfico-turísticos, aprovechando para mostrar rincones recónditos. Además lo presentan como algo de carácter «natural»: producto de ciclones y similares, pero nunca dicen que ese ciclón mata a mucha gente de México porque viven en casas de lata, y a nadie en Florida porque viven en viviendas dignas; no dicen que las montañas de lodo arrasan infraviviendas del Sur causando el horror porque esa gente no tiene tierras en ninguna parte para asentarse. Por fin, se presenta al hambre como a un fenómeno estadístico normal, propio del mundo real, sin que nunca se cuestione y menos se pregunte cómo acabar con ese hambre.

– Recurso a la información alienante, el omnipresente deporte y sus industrias mafiosas.
-Doble lenguaje orweliano: se dice que «hubo daños colaterales» para no decir que hubo matanzas de personas; los aviones «hicieron siete salidas», pero no se dice que lanzaron cientos de bombas masacradoras.
-Mezcla de información y de opinión, siempre al servicio de los intereses de la casa.
-Información a distintas velocidades, acelerando o frenendo según convenniencias: mentir por repetición o machacamiento hasta que se termina aceptando la mentira.
-Hiperinformación sobre lo inesencial pero en abundancia, o hipoinformación sobre lo necesario.
-Fabricación o negación del sujeto, convencer al imaginario social de que algo ha existido o su contrario: aquí ha pasado algo porque informamos, o aquí no ha pasado nada porque no informamos. Si sales, existes; si no sales, no existes.
-Maquillaje de verdad.

En todos estos casos la cuestión es la misma: si no se cree que hay que valores de verdad, ¿para qué informar de verdad respecto de la verdad?