Tradicionalmente los agricultores han accedido a las semillas que usan en sus campos, (ya sea porque la comprar, la intercambian o la heredan de sus antepasados), y las guardan para sus siguientes cosechas. Por eso es que ha sido difícil para las empresas transformarla en una mercancía, pues a diferencia de otras productos, la semilla es un ser vivo que puede reproducirse, lo que hace difícil su control monopólico…
Boletín N° 116 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos
Tradicionalmente los agricultores han accedido a las semillas que usan en sus campos, (ya sea porque la comprar, la intercambian o la heredan de sus antepasados), y las guardan para sus siguientes cosechas. Por eso es que ha sido difícil para las empresas transformarla en una mercancía, pues a diferencia de otras productos, la semilla es un ser vivo que puede reproducirse, lo que hace difícil su control monopólico. Para ello se han creado dos mecanismos que van de la mano: cambios tecnológicos en fitomejoramiento (a través del desarrollo de híbridos y los OGM); y la imposición de derecho de propiedad intelectual
A través de los híbridos, por ejemplo del maíz, el agricultor que compra las semillas enfrenta dos problemas:
– El fenotipo del maíz híbrido no revela cuáles son cuáles son sus ancestros, lo que ofrece a las empresas un control sobre la propiedad de sus semillas
– El vigor de los híbridos se pierde en la segunda generación, por lo que el agricultor tiene que volver a comprar semillas cada año
En cuanto a la manipulación genética, las empresas están desarrollando nuevas variedades que les permite controlar la expresión genética, para producir semillas estériles (semillas Terminator).
El control a través de la propiedad intelectual, es un mecanismo jurídico, que en muchos caso es difícil de monitorear, pero las empresas han organizado métodos sofisticados para conseguirlo, como se verá más adelante.
Hay dos formas de reconocer propiedad intelectual sobre las semillas: los derechos de obtentor y las patentes. Los derechos de obtentor están controladas por la Unión de Protección de Obtentores Vegetales UPOV. Hay dos actas UPOV. El Acta UPOV 1978, confiere menos derechos a las empresas que el Acta UPOV 1991, pues reconoce dos principios:
– El privilegio de los agricultores para guardar semillas para su propio uso
– La excepción de los fitomejoradores, es decir que ellos pueden usar semillas registradas para usarlas en programas de mejoramiento genético.
El Acta UPOV 1991 reconoce derechos de propiedad intelectual sobre variedades esencialmente derivadas de aquellas registradas, por ejemplo, por mutaciones espontáneas.
Hasta inicios de 1990 casi ningún país del Tercer Mundo reconocía ningún tipo de DPI sobre las semillas. Las presiones ejercidas por EE UU ha hecho que varios países adopten legislación sobre protección de variedades vegetales.
En EE UU se reconoce patentes sobre plantas, pues desde 1985 la oficina de patentes de EE UU amplió el ámbito de la protección de patentes, para incluir plantas y animales no humanos, incluyendo semillas, planta, partes de plantas, genes, características genéticas y procesos biotecnológicos
Las presiones de Estados Unidos siguen para que los países amplíen en ámbito de la propiedad intelectual en sus legislaciones. Hoy lo hacen a través de los tratados de libre comercio.En materia de derechos de obtentor, Estados Unidos pretende ampliar la protección a:
– actos de propagación de todas las variedades de plantas
– uso comercial de plantas ornamentales
– partes de esas plantas como material de propagación
En materia de patentes Estados Unidos quiere que se reconoce patentes sobre
– sobre plantas
– animales
– procesos escencialmente biológicos
– secuencias génicas y el material que contiene esas secuencias.
Las firmas comerciales usan sus patentes para buscar una posición en el mercado y ganar o bloquear competidores en el desarrollo de nuevas tecnologías.
La aplicación de derechos de propiedad intelectual sobre las semillas y otras formas de vida, ha causado una serie de cuestionamientos por las implicaciones que tendrán en la agricultura.
A continuación se presentan algunos ejemplos de cómo se están aplicando los derechos de propiedad intelectual, especialmente patentes, sobre variedades transgénicas en varios países.
ARGENTINA
A pesar de las altísimas ganancias que ha hecho Monsanto a costa de la agricultura argentina, pues al momento hay unas 15 millones de hectáreas sembradas con soya RR de Monsanto, en una reunión reciente, Monsanto dijo que Argentina necesita un sistema de pagos de regalías por las semillas de soya RR, para que la empresa tenga incentivos para seguir sus inversiones en tecnología agrícola en Argentina.
En este país, los derechos de propiedad intelectual sobre las semillas se ejerce a través de los derechos del obtentor. En la ley argentina se reconoce el privilegio del agricultor. Los agricultores pueden guardar semillas protegidas por derechos de propiedad intelectual, para volver a sembrar sus tierras. Aunque no se permite el intercambio de esas semillas con otros agricultores, en la práctica, esto es algo que no se puede controlar. Y la soya es un cultivo donde es muy fácil guardar semillas para volverla a plantar el siguiente año. Los agricultores consideran que es una práctica normal, pues ya pagaron por la semilla la primera vez.
Aunque Monsanto introdujo la soya RR bajo esta ley, cree que esta práctica ?priva a la compañía de sus ganancias legítimas?. Cifras de la zafra 2003 ? 2004 demuestran que los agricultores pagaron $75 millones en regalías (18% de las 14 millones de Ha sembradas con soya RR). Se calcula que si todas las semillas vendidas hubieran sido semillas certificadas, este valor hubiera ascendido a $400 millones.
En un inicio, el negocio grueso de Monsanto en Argentina no estaba en cobrar regalías por las semillas (aunque $75 millones no es una cifra despreciable). El negocio estaba en la venta del herbicida Roundup, patentado por Monsanto, cuyo principio activo es el glifosato. Pero la patente del glifosato ya caducó y la mayoría de soyeros argentinos importan el glifosato de la China, donde es mucho más barato.
¿Se le acabó el negocio a Monsanto en Argentina?. Pues ahora Monsanto pretende cobrar por una patente que no está registrada en el país, pero sí en países a los que se exporta soja argentina al momento de la comercialización del granos donde la soya RR si está patentada.
Monsanto nunca patentó la soja RR en el país. Hay que señalar que la patente de la soya RR, cubre también al gen RR, porque en Estados Unidos, así como en otros pocos países del mundo, se reconocen patentes sobre los genes. Este no es el caso del Argentina, y aunque la empresa no está en condiciones de imponer la patente al Argentina, si puede impedir la importación de la soya RR en aquellos países donde sí tiene registrada la patente.
Si esta idea prospera, los productores pagarían al momento de vender su cosecha, incluidos los productos derivados de soya como el aceite[1] , y los exportadores actuarían como agente de retención para la compañía biotecnológica. Este es el modelo que ya funciona en Brasil.
Monsanto no cobra regalías iguales en todos los países:
– En Estados Unidos dice cobrar 14 dólares/tonelada de soja RR.
– En Brasil, se habla de 7 dólares, con posibilidades de incremento
– En Argentina planea pedir $ 3/tonelada, pero según algunos sectores, la pretensión de Monsanto es de cobrar US$ 7/tonelada
– En Paraguay se acaba de negociar unas regalías de $3/Ton, cifra que se incrementará a $6 en cinco años.
Para tener una idea de la magnitud de lo que está por detrás de las pretensiones de Monsanto, hay que señalar que por cada dólar/tonelada que se pague como regalías, la multinacional recibirá 34 millones de dólares anuales (sin que los agricultores hayan comprado semillas de Monsanto).
El Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de Argentina, Miguel Campos considera que Argentina está condiciones jurídicas y morales de no aceptar el esquema de pago, porque la empresa ya ha recibido mucho de ese país y pueden darse por bien pagada.
Campos redactó un proyecto de ley de «regalías globales» que contempla la creación de un «fondo fiduciario» con aportes de los productores, para pagar derechos a los proveedores de semillas, pero Monsanto se diferenció de otros semilleros, pues reclama el cobro de su patente sobre el gen o evento transgénico.
El Parlamento enfrenta muchas presiones por parte de Monsanto para que se apruebe un esquema que la favorezca, y en una noticia reciente se supo que hoy Monsanto quiere formar parte del equipo que redactará una nueva legislación que regulará el comercio internacional de soya RR en ese país.
A pesar de que Monsanto utilizó a la Argentina como plataforma de lanzamiento de la producción de soja transgénica y es una excelente cliente de Monsanto, los agricultores argentinos se quejan que Monsanto exigió el pago en dólares de las semillas y agroquímicos vendidos al fin de la convertibilidad. Cuando se inició la importación del glifosato de China, Monsanto presionó al Argentina para que se de un tratamiento arancelario que los privilegiara.
Por otro lado, las empresas biotecnológicas requieren variedades adaptadas a las condiciones al país, para insertar en ellas, los transgenes patentados. Para esto, ellas han accedido al material genético que ha sido generado a través de programas de investigación pública, y esperan seguir teniendo libre acceso a este material, libremente. Monsanto ha usado variedades públicas argentinas, y espera hacerlo en el Brasil.
Esto nos lleva a analizar la presión que están sufriendo varios países para que regulen el acceso a recursos genéticos. Las empresas quieren acceder, ya sea al material público o al que está en manos de las comunidades indígenas y campesinas a través de contratos de acceso, donde se reconozca alguna dádiva, pero donde no se contemple la posibilidad de compartir derechos de propiedad intelectual.
Esto significa un problema para las comunidades que han usado y conservado estas variedades, pues al entrar en este tipo de contratos, pierden control sobre sus recursos genéticos.
BRASIL
El 10 de junio del 2003, Monsanto envió un aviso dirigido a los importadores de soya que decía que ?a partir de julio de 2003, Monsanto va a instaurar un sistema de monitoreo de los embarques de los productos de soya procedente de Brasil para asegurar que sus derechos de propiedad intelectual sean protegidos. Si usted va a recibir embarques de productos de soya de Brasil, recomemos que confirmen con su abastecedor si los productos están totalmente licenciados para evitar una infracción de los derechos de propiedad intelectual de Monsanto. La omisión de este llamado hará que usted corra el riesgo de acciones legales, incluida la posibilidad de que el embarque sea sujeto de inspección y la retención de la importación? hasta que se pague las regalías a Monsanto.
Brasil es el segundo productor de soya a nivel mundial, con el potencial de convertirse en el primero, si se concretan los planes de expandir los cultivos hacia los estados amazónicos. Es por lo tanto un excelente objetivo para Monsanto.
Durante la campaña de siembra de 1998, esta empresa tenía ya lista las semillas de soya RR para ser sembradas en Brasil, pues ya contaban con la aprobación del Consejo Nacional de Biotecnología, cuando dos organizaciones (Greenpeace e IDEC) lo impidieron interponiendo un recurso legal.
Hasta el momento, la siembra de transgénicos en Brasil no se ha legalizado a través de una ley, sino únicamente a través de Medidas Provisionales otorgadas por el Presidente Lula, ante hechos consumados. Pues, desde 1998, Monsanto ha estimulado el ingreso ilegal de soya RR al Brasil, especialmente desde Argentina. El Estado más afectado por la contaminación genética es el Estado de Río Grande del Sur, a pesar de que en se declaró libre de transgénicos. Monsanto estaba sembrando para el futuro.
Inmediatamente después que se aprobó la medida provisional, Monsanto demandó que se le pague las regalías por el uso ilegal de las semillas genéticamente modificadas de soya RR en el Brasil. Se calcula que el 30% de la soya sembrada en Brasil es RR, y la producción del 2003 fue de 49,6 millones de toneladas, lo que significa cifras muy interesantes para Monsanto, en términos de regalías.
En Río Grande del Sur, hubieron unas 4,1 millones de hectáreas sembradas con soya en la zafra 2004/2005, con una producción estimada de 8 millones de toneladas. De estas, el 90% de la zafra sería sembrada con semillas modificadas genéticamente, aunque estos datos no consideran la producción familiar que usa semillas criollas, que son guardadas por sus dueños.
El modelo de cobranza de las regalías para Brasil es el mismo que en Argentina, es decir, una vez que la soya llega a su destino final en el exterior.
En el 2003 se cobró regalías solo en los Estados de Río Grande del Sur y Santa Catarina. En el 2004, el cobro de las regalías se extendió a los estados de Bahía, Maranhão, Tocantins y Piauí.
En el 2003, los soyeros pagaron regalías por R$10/tonelada. En el 2004, las regalías se duplicaron a R$20/tonelada.
Un aspecto que causó controversia en Brasil, aun entre los legisladores defensores de los transgénicos, fue la pretensión de Monsanto de cobrar regalías por la soya RR ilegal, apenas se aprobó la medida provisional, haciendo el cobro de las regalías una norma retroactiva.
A Monsanto no le importa si la soya es sembrada en Estados Unidos o en Brasil, lo que le importa es ampliar sus ganancias, aunque esto perjudique los productores de su propio país, pues es mas barato la producción de soya brasileña. Por lo que los productores de soya gringa, a través de la Asociación de Soyeros de Estados Unidos (ASA) acusó a los productores brasileños de biopiratas, y exigieron a su gobierno que presione al gobierno del Brasil por violación de los derechos de propiedad intelectual de Monsanto, lo cual resulta irónico porque fue Monsanto quien estimuló el ingreso ilegal de la soya RR a Brasil.
PARAGUAY
Se calcula que el 60% de la soya producida en Paraguay es genéticamente modificada. La Asociación de Exportadores de Granos y Aceites del Paraguay llegó este mes a un acuerdo con Monsanto sobre las regalías de las semillas de soya RR.
Con este acuerdo se legaliza la biotecnología en Paraguay.
Los productores van a pagar inicialmente $3 por cada tonelada métrica de soya a Monsanto. Luego de 5 años, la taza se incrementará a $6/Ton.
Monsanto se ha comprometido a invertir en el mejoramiento de la calidad de las variedades de soya existentes en Paraguay es decir, introducir el gen RR en variedades adaptadas al medio ambiente paraguayo, y desarrolladas en ese mismo país, posiblemente con fondos públicos, y posteriormente patentadas por Monsanto. Monsanto va a probar las nuevas variedades en los próximos años.
Monsanto espera que el gobierno apruebe 4 variedades de soya GM a finales de mes, facilitando en camino para que la empresa pueda introducir nuevas variedades al Paraguay.
Los soyeros paraguayos han seguido de cerca el debate que tiene lugar en Brasil sobre la legalización de la soya RR. Y es que las exportaciones de soya paraguaya depende de los puertos brasileños, además Paraguay vende el 30% de su producción de soya al Brasil o vía los puertos brasileños, pero debido a la falta de claridad en la legislación brasileña, Paraguay pudo vender apenas el 6% de su producción en la zafra 2003-04 a través de Brasil. Hay que señalar que la producción de soya RR en Paraguay es ilegal, no porque los agricultores no están pagando regalías, sino porque las variedades GM no han sido aprobadas en Paraguay. Al igual que en Brasil, Monsanto permitió y estimuló la introducción ilegal de semillas GM al Paraguay para que una vez que estén establecidas, la empresa empiece a cobrar regalías en base a las exportaciones.
El año pasado, cargamentos de soya paraguaya fueron confiscados en el estado de Paraná, y las exportaciones paraguayas tuvieron que hacerse a través en puertos de otros estados del Brasil, porque el Estado de Paraná se declaró libre de transgénicos.
Paraguay es el cuarto exportador de soya a nivel mundial, y espera producir 3,9 millones de toneladas de soya en la zafra 2004-05, lo que significa un incremento con respecto a la zafra 2003-04, cuya producción fue de 3,5 millones toneladas.
ESTADOS UNIDOS
En EE UU los agricultores tampoco están libres de las maniobras de Monsanto. La empresa ha sembrado el pánico en el campo estadounidense. Tiene un ejército de espías asegurándose que los agricultores no están infringiendo sus patentes.
Este es el caso de Kem Ralph quien estuvo en la prisión por 4 meses por infringir una patente de Monsanto. El tuvo además que pagar $ 2,9 millones. De acuerdo al juez, Ralph le ha hecho perder a Monsanto $ 803.402 en regalías. La corte triplicó este valor, y añadió los costos legales, los gastos prejudiciales y los intereses, por $ 527.321. Luego la corte ordenó a Ralph rembolsar a Monsanto $104.506 por los costos en los que incurrió la corte en investigar ?las mentiras de Ralph?.
El argumento de Ralph fue que Monsanto mantiene un monopolio ilegal sobre las semillas de soya y algodón, pues controla el 80% de las semillas de estos dos cultivos usados en EE UU. Además, el nunca firmó un contrato con Monsanto. Como el, muchos agricultores de ese país enfrentan casos judiciales por lo que ellos consideran, es su derecho de guardar semillas. Los agricultores argumentan que las semillas tienen unos 50.000 genes, y que esto les da derecho de guardar las semillas. Monsanto dice tener derechos sobre las semillas, porque ha incorporado 1 o 2 genes.
A más de las regalías, los agricultores tienen que pagar un impuesto tecnológico. Para soya el costo es de $ 6,25 suficiente para sembrar un acre. Pero para algodón el costo es de 230, casi tres veces más que el valor de la semilla.
Al momento Monsanto tiene 10 casos relacionados con agricultores que han guardado las semillas. Varios cientos de casos ya han sido resueltos (a favor de Monsanto).
Los casos vistos hasta ahora se refieren a acciones que está llevando a cabo Monsanto con agricultores que voluntariamente están sembrando cultivos transgénicos. Mucho más escandaloso es el caso de Percy Schmeiser, cuyos cultivos de canola fueron contaminados con polen transgénico RR, por las implicaciones que podría tener esta decisión sobre todos los campesinos del mundo, cuyos campos pueden ser contaminados, pues la tecnología de Monsanto es una tecnología incontrolable.
Como en el caso de Argentina, Monsanto no había reclamado derechos sobre toda la planta, porque la legislación sobre patentes del Canadá no lo permite, pero cree tener derechos sobre toda la planta, porque sus genes están presentes en los cultivos de Schmeiser.
Con este precedente, la empresa está en capacidad de amenazar legalmente a todos los agricultores por infringir sus patentes, simplemente porque cualquier pedazo de su finca puede ser el huésped de genes patentados no deseados.
¿Qué pasa con los derechos de un dueño de tierra que no tiene obligaciones contractuales con Monsanto, pero que sus plantas son infectadas con genes patentados? ¿Qué prevalece, la propiedad sobre la tierra o la propiedad intelectual sobre las patentes?
¿Porqué alguien que no tiene ninguna relación contractual con Monsanto tiene que estar obligado a asumir el 100% de los costos y la responsabilidad para mitigar los daños de genes patentados incontrolables?. La decisión de los jueces está obligando a todo agricultor, aun cuando no han firmado ningún contrato con Monsanto, a aceptar responsabilidades legales si denuncia que ha sido víctima de contaminación genética.
Esto significa que el mismo principio puede aplicarse a cualquier agricultor, a cualquier persona de campo, que siembre cualquier cultivo del que se haya desarrollado variedades GM.
¿Puede un solo evento de contaminación, convertir a los campesinos que guardan semillas contaminadas en delincuentes? Aparentemente si. La única forma que tienen los agricultores de resolver sus problemas de responsabilidad penal es por medio de destruir sus propias semillas; todas, porque no hay manera de que los agricultores puedan distinguir entre semillas contaminadas y no contaminadas, sino se aspergean las semillas con Roundup (por lo menos en el caso de las semillas resistentes a este herbicida).
¿Quién es el dueño de una planta que contiene más de un gen inadvertido? Ese tipo de plantas ya existen.
¿Qué podría pasar si emergen soya, algodón o maíz voluntario transgénico entre los cultivos convencionales?
¿Quién es el responsable cuando las semillas transgénicas llegan como contaminantes en un saco de semillas de semillas convencionales?
Los campesinos mexicanos, cuyas variedades de maíz han sido contaminadas con distintos tipos de transgenes están en una posición muy peligrosa.
Todas las empresas que tienen transgenes patentados relacionados con el maíz, no sólo van a exigir el pago de regalías por sus genes, sino que pueden enjuiciar a los campesinos por infringir sus patentes. Esto es teóricamente posible, si se usa el precedente de Schmeiser.
Y por añadidura, todos los campesinos del mundo se verán en la obligación de destruir sus propias semillas, para no infringir una patente, y así evitar ser enjuiciado penalmente.
REFERENCIAS
– Agrolink, Internet, 5-5-03
– Agência Carta Maior, 6/11/2003
– Clark, A. 2004. So, who really won the Schmeiser Decision? Dept. of Plant Agriculture, University of Guelph, Guelph, ONTARIO (CANADA).
– Economic Research Service. Sitio web accesado en octubre 2004.
– Europe Academies. Science Advisory Council Genomics and Crop Plant Science in Europe.. May 2004.
– Gazeta Mercantil, 02/09/2004. Monsanto dobra valor de royalties
– Johnson, E. 2004. Paraguay soy producers close to Monsanto royalties deal. Dow Jones & Co, US. 14 Oct 2004
– King, J. Heisey, P. 2003. Ag Biotech Patents: Who is Doing What? Amber Waves. The Economics of Food, Farming Natural Resources, and Rural America. USDA.
– Service. May 6, 2003
– Prestes, S. September 21, 2004 GM soybean controversy: 90% of Rio Grande do Sul harvest will be GM. Agência Brasil.
– Riveras, I. «Monsanto Brazil seeks royalties for illegal RR soy » Reuters News
– Planters Take on Monsanto Over Seed Fees and Sometimes Go to Jail. Sep. 26, 2004. GENET
– UPOV, 2003. Access to Genetic Resources and Benefit Sharing. Respuesta a una notificación del CBD.
Elizabeth Bravo
Acción Ecológica