Miles de personas buscan rubíes en la mina de Mong Hsu, constantemente vigilados
Frontera birmano- china
Además del narcotráfico, las guerrillas étnicas que controlan buena parte del norte de Birmania han extendido sus tentáculos a otros negocios como la madera y las minas de oro y piedras preciosas. En el yacimiento de rubíes de Mong Hsu, a tres días en coche de Mandalay y cerca de Taunggyi, en el Estado Shan, operan un centenar de compañías pertenecientes a distintos grupos armados.
Alrededor de esta montaña de 2.300 metros ha crecido una ciudad de chabolas de madera y latón, donde viven más de 30.000 personas, la mayoría trabajadores de esta explotación de 20 kilómetros cuadrados. Descalzos y vestidos con andrajos, los operarios cargan sacos de rocas de sol a sol y rebuscan con sus manos entre las piedras o la arena del río por mil kyats al día (menos de 1 euro).
En el interior de la montaña, cientos de trabajadores excavan en estrechas galerías para sacar a la superficie grandes piedras que luego caen estruendosamente por rampas de chapa hasta las máquinas trituradoras. Una vez desmenuzadas, otros empleados, divididos en mesas de cuatro personas, van separando las piedras y abriéndolas con tenazas en busca de las que contengan rubíes, bajo la atenta mirada de los vigilantes y soldados del Ejército Wa, que no les quitan ojo para impedir robos a la empresa.
Sospecha omnipresente
Los controles de seguridad son draconianos porque algunos rubíes pueden llegar a valer unos 4.000 euros. Por ese motivo, los trabajadores son cacheados constantemente y deben desnudarse ante los guardianes, que les inspeccionan hasta el recto. En cuartuchos separados, las mismas medidas se aplican, por supuesto, a las mujeres, maquilladas con la pintura tradicional birmana («thanaka»).
Así lo muestra el documental rodado por el fotógrafo chino Wang Yizhong, uno de los pocos testigos de excepción de la vida diaria en esta parte de Birmania cerrada al turismo. «Debemos contratar a trabajadores de fuera porque las tribus locales saben cómo esconder los rubíes», explica a la cámara Shao Weiliu, el gerente de una mina perteneciente al grupo Hong Bang, dirigido por los principales gerifaltes de la guerrilla Wa, el «presidente» Bao Youxiang y su lugarteniente económico, Wei Xuegang.
La película de Wang retrata a adinerados comerciantes chinos tomando té, rodeados de guardaespaldas, y a trabajadores escarbando bajo una lluvia de piedras arrojadas desde la cima del monte.
Rodeada por un sobrecogedor mar de nubes que flotan bajo su pico, la montaña sagrada de Mong Hsu es, junto a la de Mogok, la principal mina de rubíes de Birmania, pero también uno de los lugares más desoladores del mundo.
Fuente: (ABC 21-09-09)