Las formas modernas de esclavitud son diversas. Muchos de los menores son víctimas de trata, forzados por otras personas a ejercer la prostitución o actividades ilegales como la mendicidad organizada o el tráfico de drogas; otros trabajan para pagar deudas familiares o son obligados a casarse, a tomar parte en conflictos armados como niños soldado o a servir en casas a cambio de alojamiento y comida
«El comercio trasatlántico necesitó cuatrocientos años para llevar al Nuevo Mundo a doce millones de esclavos africanos, sin embargo, en apenas diez años, se calcula que cerca de 30 millones de mujeres y niños han sido objeto de trata solo en el sudeste asiático», escribe Kevin Bales, en La nueva esclavitud en la economía global. Nepal es un claro ejemplo de ello. Cada día, entre 30 y 40 mujeres caen en las redes del tráfico, entre 12.000 y 15.000 al año.
De esos 30 millones de personas víctimas de la trata, un tercio de ellas son menores y, de cada tres menores traficados, dos son niñas. Un negocio global que genera anualmente más de 30.000 millones de euros de beneficio. Y lejos de ser un problema remoto, es oportuno conocer algunas realidades fragosas: por poner un ejemplo, se estima que unos 40.000 ciudadanos españoles viajan cada año al extranjero para tener relaciones sexuales con niños, niñas y adolescentes que son obligados a prostituirse.
No somos testigos directos, como tampoco vemos la esclavitud reflejada en las pantallas de nuestros smartphones. «Los fascinantes escaparates y anuncios de las tecnologías de vanguardia contrastan acusadamente con los niños cargados con bolsas llenas de piedras y los mineros que desfilan por estrechos túneles excavados artificialmente, expuestos a sufrir daños pulmonares permanentes», apunta Mark Dummett, investigador de Amnistía Internacional sobre Empresas y Derechos Humanos.
Dummett nos traslada a la República Democrática del Congo, donde se encuentra cerca del 80% de las reservas mundiales del cobalto con el que algunas grandes empresas tecnológicas fabrican las baterías de nuestros teléfonos móviles, tabletas y ordenadores. Más de la mitad de cobalto del mundo se produce en el país africano.
Autor: Laura Zamarriego ( * Extracto)