Reivindicar el 16 abril como día mundial contra la esclavitud infantil es algo en el que todos nos podemos comprometer.
Si nos hiciesen esta pregunta, ¿está usted a favor de que exista la esclavitud infantil en el mundo? Seguramente, salvo algún salvaje, todos responderíamos que no. Si la pregunta fuera, ¿tiene usted algo que ver con la esclavitud infantil?, a lo mejor tendríamos dudas en contestar afirmativamente, nos vendrían fáciles justificaciones como que es algo que siempre ha existido, que es una pena pero… Y si nos hicieran una última pregunta, ¿qué puedo hacer contra la esclavitud infantil?, nos saldría la impotencia que nos han metido y diríamos que es poco lo que se puede hacer, que lo hagan otros. Que no veamos los niños esclavos en nuestra vida no quiere decir que no existan 400 millones de niños que en pleno siglo XXI son condenados a trabajar en condiciones de esclavitud. Si queremos ver, podemos ver que los niños esclavos están presente en la mayoría de los productos que consumimos, nuestros móviles, nuestra ropa, calzado, los balones y juguetes con los que juegan nuestros hijos, llevan impregnados el sudor y la sangre de los niños esclavos. A Iqbal Masih no le hizo falta que le preguntaran nada, él fue esclavo, tomó conciencia de su situación y decidió entregar su corta vida a luchar contra la esclavitud infantil, por eso el 16 de abril de 1995 fue asesinado a sus 12 años. ¿Saben algo de esto nuestros niños y jóvenes? ¿Qué pasaría si en nuestros colegios, universidades,.., se diera a conocer la vida de Iqbal Masih? Hoy la esclavitud infantil sigue aumentando, se ha convertido en el primer problema laboral y sindical del mundo, aunque los sindicatos y partidos políticos pasen del tema. Para las multinacionales la esclavitud infantil es un negocio. Reivindicar el 16 abril como día mundial contra la esclavitud infantil es algo en el que todos nos podemos comprometer. ¿Qué pasaría si uno de esos niños esclavos fuera nuestro hijo? No pararíamos hasta erradicar esta canallada que supone la esclavitud infantil. La solución pasa por un compromiso moral y político, y por llevar a cabo una política de solidaridad, ¿la queremos?