- Son palabras del Papa Francisco en el primer encuentro mundial de movimientos populares.
- En el Encuentro participaron más de 150 delegados de diferentes países que representan a trabajadores precarizados y los que participan en el sector popular, informal, campesinos sin tierra y pueblos indígenas; personas que viven en los suburbios, asentamientos informales, organizaciones sindicales, sociales y de derechos humanos que están en los procesos de organización y lucha de estos sectores.
- El Papa Francisco compartió su reflexión con los participantes. Transcribimos parte de su aportación.
Primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares
(Vaticano, 27-29 de octubre de 2014)
Palabras del Papa:
- Solidaridad es luchar contra las causas estructurales de la pobreza.
- Solidaridad es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero.
- El amor a los pobres está en el centro del Evangelio.
- La solidaridad, es un modo de hacer historia.
- Quiero unir mi voz a la suya y acompañarlos en su lucha.
Gracias por haber aceptado esta invitación para debatir tantos graves problemas sociales que aquejan al mundo hoy, ustedes que sufren en carne propia la desigualdad y la exclusión.
Vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia, de los pueblos, una realidad muchas veces silenciada. ¡Los pobres no sólo padecen la injusticia sino que también luchan contra ella!
No se contentan esperando de brazos cruzados la ayuda de ONGs, planes asistenciales o soluciones que van en dirección de anestesiar o de domesticar. Los pobres quieren ser protagonistas, se organizan, trabajan… y practican esa solidaridad tan especial que existe entre los que sufren.
Solidaridad es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. Es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales.
Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero: los desplazamientos forzados, las emigraciones dolorosas, la trata de personas, la droga, la guerra, la violencia y todas esas realidades que muchos de ustedes sufren y que todos estamos llamados a transformar. La solidaridad, entendida, en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia.
Ustedes trabajan con realidades… tienen los pies en el barro y las manos en la carne. ¡Tienen olor a barrio, a pueblo, a lucha! Queremos que se escuche su voz. Su grito incomoda, tal vez porque se tiene miedo al cambio que ustedes reclaman.
No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias que tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos. Detrás de supuestas obras altruistas, se reduce al otro a la pasividad, se lo niega o peor, se esconden negocios y ambiciones personales, Jesús les diría hipócritas.
Qué lindo es cuando vemos en movimiento a pueblos, a sus miembros más pobres y a los jóvenes. Que ese viento se transforme en vendaval de esperanza. Ese es mi deseo. Algo que cualquier padre quiere para sus hijos; pero que vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista. No se entiende, el amor a los pobres está al centro del Evangelio. Tierra, techo y trabajo, eso por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados.
TIERRA
Al inicio de la creación, Dios creó al hombre, encargándole de que la cultivara y la protegiera. Me preocupa tantos hermanos campesinos que sufren el desarraigo, y no por guerras o desastres naturales.
El acaparamiento de tierras, la desforestación, la apropiación del agua, los agrotóxicos inadecuados, son algunos de los males que arrancan al hombre de su tierra natal. Esta dolorosa separación, que no es sólo física, sino existencial y espiritual, porque hay una relación con la tierra que está poniendo a la comunidad rural y su peculiar modo de vida en riesgo de extinción.
EL HAMBRE es CRIMINAL
Cuando la especulación financiera condiciona el precio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren y mueren de hambre. Se desechan toneladas de alimentos. Esto constituye un verdadero escándalo. El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable. En ciertos países, «la reforma agraria es además de una necesidad política, una obligación moral» (CDSI, 300).Por favor, sigan con la lucha…
II.- TECHO, lo repito: una casa para cada familia
Jesús nació en un establo porque en el hospedaje, no había lugar. Su familia tuvo que abandonar su hogar y escapar a Egipto, perseguida por Herodes. Hoy hay tantas familias sin vivienda… Familia y vivienda van de la mano. Un hogar, tiene dimensión comunitaria y es en el barrio, en la convivencia con los vecinos donde se empieza a construir esa gran familia de la humanidad.
Vivimos en inmensas ciudades que ofrecen placeres y bienestar para una minoría… pero se niega el techo a miles de vecinos y hermanos nuestros, incluso niños. Una persona apartada que está sufriendo miseria, hambre, es una persona “en situación de calle”: palabra elegante ¿no? en general, detrás de un eufemismo hay un delito.
Vivimos en ciudades que construyen torres, centros comerciales, negocios inmobiliarios… ¡Cuánto duele escuchar que a los asentamientos pobres se los margina o, se los quiere erradicar! Son crueles las imágenes de los desalojos forzosos, de las topadoras derribando casillas, imágenes tan parecidas a las de la guerra. Esto se ve hoy.
En las barriadas populares subsisten valores olvidados en los centros enriquecidos. Los asentamientos están bendecidos con una rica cultura popular: allí el espacio público es una extensión del propio hogar, un lugar donde generar vínculos con los vecinos. Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo.
Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que favorecen el reconocimiento del otro. Por eso, ni erradicación ni marginación. La integración urbana auténtica y respetuosa. Sigamos trabajando para que todas las familias tengan una vivienda y todos los barrios tengan infraestructura adecuada (cloacas, luz, gas, asfalto, escuelas, hospitales…)
IIII.- Trabajo. No existe peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo.
El desempleo juvenil y la falta de derechos laborales, son resultado de un sistema económico que pone los beneficios por encima del hombre. Una cultura del descarte que considera al ser humano como bien de consumo, que se puede usar y tirar.
A la explotación y opresión se le suma hoy una nueva dimensión: los excluidos, los»sobrantes». Es la cultura del descarte, sucede cuando en el centro de un sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona humana, imagen de Dios.
Recuerdo una enseñanza del año 1200. Un rabino judío explicaba a sus feligreses la historia de La Torre de Babel y contaba cómo, para construir esta torre, había que hacer mucho esfuerzo, había que fabricar ladrillos, para fabricar los ladrillos había que hacer el barro y traer la paja, y amasar el barro con la paja, después cortarlo en cuadrado, después hacerlo secar, después cocinarlo, y cuando ya estaban cocidos y fríos, subirlos para ir construyendo la torre. Era muy caro el ladrillo con todo este trabajo.
Si se caía un ladrillo era casi una tragedia nacional. Al que lo dejaba caer lo castigaban o lo suspendían o no sé lo que le hacían, y si caía un obrero no pasaba nada. Esto es cuando la persona está al servicio del dios dinero. Explicaba estas cosas horribles un rabino judío en el año 1200.
Hoy se descartan los chicos, el nivel de natalidad en muchos países de la tierra ha disminuido o se descartan los chicos por no tener alimentación o porque se les mata antes de nacer, descarte de niños.
En Europa, acá en Italia, el 40% de jóvenes desocupados; ya saben lo que significa, anular a toda una generación. Descarte de niños, de ancianos, de jóvenes, para poder mantener un sistema en el cual en el centro está el dios dinero y no la persona humana.
Pese a ello, tantos de ustedes, trabajadores excluidos, fueron inventando su propio trabajo con aquello que parecía no poder dar más de sí… ustedes, con su artesanalidad, que les dio Dios… con su solidaridad, con su trabajo comunitario, con su economía popular, lo están logrando… Y déjenme decírselo, eso además de trabajo, es poesía. Gracias.
Todo trabajador, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad social y a una cobertura jubilatoria. Aquí hay cartoneros, recicladores, vendedores ambulantes, costureros, artesanos, pescadores, campesinos, constructores, mineros, obreros de empresas recuperadas, todo tipo de cooperativistas y trabajadores de oficios populares que están excluidos de los derechos laborales, que se les niega la posibilidad de sindicalizarse, que no tienen un ingreso adecuado y estable. Quiero unir mi voz a la suya y acompañarlos en su lucha.
La paz y la naturaleza
No puede haber tierra, ni techo, ni trabajo, si no tenemos paz y si destruimos el planeta. Son temas importantes que los pueblos y sus organizaciones de base no pueden dejar sólo en manos de los dirigentes políticos. Todos los pueblos de la tierra, tenemos que alzar la voz en defensa de estos dos preciosos dones: la paz y la naturaleza. La hermana madre tierra la llamaba san Francisco de Asís.
Estamos viviendo la tercera guerra mundial, pero en cuotas. Hay sistemas económicos que para sobrevivir hacen la guerra. Se fabrican y se venden armas y, con eso los balances de las economías que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero, quedan saneadas. No se piensa en los niños hambrientos, en los campos de refugiados, en los desplazamientos forzosos, en las viviendas destruidas, no se piensa en tantas vidas segadas. Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor.
Hoy, queridos hermanas y hermanos, se levanta en todas las partes, el grito de la paz: ¡Nunca más la guerra!
Un sistema económico centrado en el dios dinero necesita saquear la naturaleza, para sostener el ritmo frenético de consumo que le es inherente. El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la desforestación están mostrando efectos devastadores, y los que más sufren son ustedes, los humildes, que son tan vulnerables económicamente, que frente a un desastre natural lo pierden todo.
Hermanos y hermanas: la creación no es una propiedad, ni es una propiedad sólo de algunos: la creación es un don maravilloso que Dios no ha regalado para que cuidemos de él y lo utilicemos en beneficio de todos, con respeto y gratitud. Estoy preparando una encíclica sobre Ecología: tengan la seguridad que sus preocupaciones estarán presentes en ella. Aprovecho para agradecerles, la carta que me hicieron llegar los integrantes de la Vía Campesina, la Federación de Cartoneros y tantos otros hermanos al respecto.
Hablamos de la tierra, de trabajo, de techo… hablamos de trabajar por la paz y cuidar la naturaleza… Pero ¿por qué en vez de eso nos acostumbramos a ver como se destruye el trabajo digno, se desahucia a tantas familias, se expulsa a los campesinos, se hace la guerra y se abusa de la naturaleza? Porque se rinde un culto idolátrico al dinero. Se ha globalizado la indiferencia. El mundo se ha olvidado de Dios, que es Padre; se ha vuelto huérfano porque dejó a Dios de lado.
Algunos expresaron: este sistema ya no se aguanta, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos. Hay que hacerlo con coraje, pero también con inteligencia. Con tenacidad, sin fanatismo. Con pasión, pero sin violencia.
Y entre todos, enfrentando los conflictos, resolver las tensiones para alcanzar unidad, paz y justicia. Los cristianos tenemos un programa revolucionario. Les recomiendo vivamente que lean las bienaventuranzas y que lean el pasaje de Mateo 25. Con esas dos cosas tienen el programa de acción.
Entre ustedes hay personas de distintas religiones, oficios, ideas, culturas, continentes. Se da ese encuentro donde el conjunto no anula la particularidad. Como el poliedro refleja la confluencia de todas las parcialidades. Nada se disuelve, nada se destruye, todo se integra. Sé que trabajan día tras día en lo concreto, su barrio, su lugar de trabajo: los invito a continuar buscando esa perspectiva más amplia, que nuestros sueños vuelen alto y abarquen el todo.
Es importante esa propuesta de que estas experiencias de solidaridad que crecen desde abajo, desde el subsuelo del planeta, estén más coordinadas, se vayan encontrando. Nunca es bueno encorsetar el movimiento en estructuras rígidas, mucho menos es bueno intentar absorberlo, dirigirlo o dominarlo; movimientos libres con su dinámica propia, debemos intentar caminar juntos.
Estamos en este salón del Sínodo viejo y sínodo quiere decir «caminar juntos», que éste sea símbolo del proceso que ustedes han iniciado y que están llevando adelante. Los movimientos populares expresan la necesidad urgente de revitalizar nuestras democracias, tantas veces secuestradas. Es imposible imaginar un futuro para la sociedad, sin el protagonismo que excede la democracia formal.
Un mundo de paz y justicia duraderas, superar el asistencialismo paternalista, crear nuevas formas que incluyan los movimientos populares y anime las estructuras de gobiernos locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común.
Yo los acompaño de corazón en ese camino: Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo.
Queridos hermanas y hermanos: sigan con su lucha, nos hacen bien a todos. Es como una bendición de humanidad. Les dejo de recuerdo y con mi bendición, unos rosarios que fabricaron artesanos, cartoneros y trabajadores de la economía popular de América Latina.
Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los acompañe en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie, esa fuerza es laesperanza, la esperanza que no defrauda, gracias. (Texto completo)