En general se piensa que los países ricos transfieren cantidades sustanciales de recursos a los países pobres. Pocos se cuestionan la verdad de esta afirmación. ¡Deberían hacerlo!
Cada año se vuelcan miles de millones de dólares de los países pobres a los ricos, adoptando la forma de pago de la deuda, transferencias del sector privado y – aún más importante – a través de las vías del comercio y la fuga de capitales.
LA AYUDA PARA EL DESARROLLO
La ayuda real, el dinero de la ayuda que está disponible realmente para financiar el desarrollo de los países más pobres, asciende solamente a alrededor de 30.000 millones de dólares por año o tan solo un 40% del volumen total de ayuda. Los costos administrativos, la ayuda técnica, la contabilización de la mitigación de la deuda, la vinculación de la ayuda con las compras al país donante y la ayuda a países menos necesitados pero con importancia estratégica por su ubicación geográfica, son algunas de las razones por las que más del 60% del volumen actual de ayuda no está disponible como dinero que pueda destinarse a satisfacer necesidades de desarrollo reales y urgentes. Esto existe dentro de un contexto más amplio de volúmenes de ayuda insuficientes, que a pesar de las promesas actualmente están apenas en un 0,3% del Ingreso Nacional Bruto de los países donantes.
LA DEUDA
La deuda ha terminado siendo una vía para que salgan importantes cantidades de recursos de los países más pobres. El África subsahariana ha visto aumentar el volumen de su deuda en 220.000 millones de dólares a pesar de que pagó 296.000 millones de dólares, de los 320.000 millones de dólares que pidió prestado desde 1970.
De hecho, desde 1984, las transferencias netas hacia los países en desarrollo canalizadas a través de la deuda (el neto de ingresos como préstamos nuevos y de partidas bajo la forma de pago del servicio de la deuda) han sido negativas todos los años, salvo tres.
INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA
Si bien desde 1992 se ha considerado a la IED (Inversión Extranjera Directa) como la mayor fuente de entradas a los países en desarrollo, ha estado muy concentrada. Un pequeño grupo de países, tales como China, India, Brasil y México, representan el grueso de los recientes incrementos de IED. Los países del África subsahariana obtienen muy poca IED.
Las entradas de IED están acompañadas de grandes salidas bajo la forma de repatriación de ganancias. Para el África subsahariana, por ejemplo, aparte de un periodo de diez años desde 1994 a 2003, las entradas de fondos a través de nuevas IED fueron superadas o igualadas por la salida de fondos como remesas de ganancias sobre la IED existente. Cuando en un país crece el volumen de IED, también crece el potencial de la futura repatriación de ganancias. En el África subsahariana, la tasa promedio de beneficios a partir de la IED es entre 24% y 30%.
Hay fuertes evidencias para creer que tanto los volúmenes de IED como las remesas de ganancias declarados están por debajo de sus números reales, y tal vez lleguen a ser el doble o el triple de las cifras informadas.
Uno de los beneficios mayores de la IED esgrimido con frecuencia es que las ganancias generadas aumentarán la recaudación fiscal del gobierno. Sin embargo, con la competencia fiscal y un crecimiento exponencial de las inversiones de enclave (entre otras las zonas francas, o de promoción de las exportaciones) este beneficio prácticamente ha desaparecido. Honduras, por ejemplo, ofrece exenciones impositivas permanentes y cada vez es más común que se concedan franquicias impositivas de hasta 20 años. Esto ha estado acompañado de una tendencia general y acelerada a la baja en las tasas de los impuestos aplicados a las empresas y en algunos sistemas de promoción de las exportaciones las tasas efectivas de las contribuciones ¡han caído por debajo de cero!
La situación de por sí grave se ha combinado con la creciente tendencia a la evasión fiscal por parte de las empresas multinacionales que actúan en los países en desarrollo. Algunas de las herramientas utilizadas para esto son:
– Utilizar precios inadecuados para valorar las transacciones comerciales entre filiales de tal manera de maximizar las ganancias en una jurisdicción donde los impuestos son bajos,
– Utilizar transacciones financieras entre empresas o entre matriz y filiales, tales como préstamos de la casa matriz a la subsidiaria a tasas de interés exageradas para sacar las ganancias del país receptor.
– Utilizar valores exagerados para bienes intangibles, tales como buena fe o patentes y regalías como forma de que figuren menos ganancias que las reales.
– Toda una serie de otras prácticas por el estilo, como por ejemplo realizar una facturación falsa de la calidad y/o cantidad de importaciones y exportaciones.
Sobre todo, la IED no ha cumplido la promesa de generación sustancial de empleo, integración con la economía nacional y transferencia de tecnología. Mientras que los costos de la IED han sido muy reales, los beneficios no se han visto.
COMERCIO
Presionados por la Organización Mundial del Comercio (OMC), las Instituciones Financieras Internacionales (IFI) y los países ricos, los países en desarrollo se han visto forzados a bajar sus aranceles sobre las importaciones y liberalizar el comercio. Si bien esto ha aumentado las importaciones (incluso las de los artículos no esenciales y suntuarios), no ha ocurrido lo mismo con las exportaciones. Las subvenciones y el proteccionismo continuado de los países ricos, especialmente en el sector agrícola (y textil), en el cual los países en desarrollo tienen una ventaja competitiva, también han contribuido de manera significativa a la reducción de las exportaciones provenientes de los países en desarrollo.
Numerosos países en desarrollo, especialmente de la región del África Subsahariana y de América Latina, sufren permanente déficit comercial. Esto significa que el comercio también ha actuado como fuente de drenaje de los recursos nacionales.
Más de la mitad de la riqueza de África y América Latina está localizada ahora en el exterior, en gran medida en paraísos fiscales y centros financieros tales como Londres y Nueva York.
Más del 60% del comercio internacional es ahora comercio entre las diversas filiales de las empresas multinacionales. Una gran parte pasa por los paraísos fiscales, a través de la práctica de facturación falsa y de transferencia de precios alterados, donde las empresas fijan los precios de las exportaciones por debajo de su valor y los de las importaciones por encima, de manera que las ganancias se declaran en los paraísos fiscales y en otras jurisdicciones que no son de países en desarrollo. Esto implica que las ganancias declaradas en los países en desarrollo están muy por debajo de lo que son en realidad. Las empresas tanto nacionales como internacionales sacan anualmente de los países en desarrollo entre 200.000 millones y 350.000 millones de dólares con éste y otros mecanismos por el estilo.
LA FUGA DE CAPITALES
Por cada dólar de ayuda que ingresan los países en desarrollo, salen diez dólares como fuga de capitales. Los países en desarrollo pierden más de 500.000 millones de dólares cada año por concepto de partidas ilegales que no son declarados a las autoridades y sobre los cuales no se pagan impuestos. La vía principal para la fuga de capitales es el comercio, en el cual la fijación del precio de las transacciones por debajo de su valor real, la utilización de transacciones fraudulentas y la transferencia de precios por debajo del valor real entre filiales de la misma compañía, sumadas a la ayuda de los paraísos fiscales y del secreto bancario.
Más de la mitad de la riqueza de África y América Latina está localizada ahora en el exterior, en gran medida en paraísos fiscales y centros financieros tales como Londres y Nueva York.
Las multinacionales occidentales, las instituciones financieras, las firmas contables, los centros jurídicos y financieros, todos han sido cómplices de perpetrar, facilitar y solicitar activamente esta fuga de capitales.