Estamos viviendo la avalancha conservadora-neoliberal liderada por la canciller Angela Merkel, que propone realizar reformas en la eurozona encaminadas a mejorar la competitividad de los países que la componen a base de reducir los salarios y los derechos laborales.
En tal postura se presupone que la competitividad depende en gran medida de los salarios, de manera que su variación a la baja producirá un aumento al alza de la competitividad, al permitir una bajada de precios, lo que hará que los productos sean más baratos y con ello aumentará su competitividad.
Como apoyo a su teoría, Merkel hace referencia a Alemania, cuya elevada competitividad se basa, según la canciller, en la «moderación salarial», la palabra utilizada en el discurso neoliberal para definir un proceso en el que los salarios están estancados o disminuyen mientras que la productividad aumenta.
El problema de tal teoría es que los datos no apoyan tales tesis. Como muy bien ha documentado Ronald Janssen en su artículo European Economic Governance: The Next Big Hold Up On Wages, en
Esta, en un informe de 2010, concluyó que el crecimiento de las exportaciones alemanas durante el periodo 1999-2008 (un crecimiento anual del 7,3%) se debió primordialmente al crecimiento de los mercados importadores. Sólo un 0,3% se debía al cambio de precios de los productos exportados. El milagro exportador alemán se debe, principalmente, al enorme crecimiento de las importaciones de productos alemanes por parte sobre todo de las economías emergentes.
Tales productos son manufacturas, equipamientos de tecnologías Telecom, infraestructura de transportes y otros. El éxito de las exportaciones se debe, por lo tanto, al know how y muy poco a los precios de los productos. Estudios econométricos realizados en Alemania han mostrado que una reducción del 10% en su precio sólo aumentaría las exportaciones un 4%. De estos y otros datos se deduce que la moderación salarial que ha tenido lugar durante este periodo en Alemania no era para reducir los precios (que no se redujeron), sino para aumentar los beneficios empresariales, que alcanzaron niveles sin precedentes. El porcentaje de beneficios del sector empresarial en los sectores manufactureros y otros sectores exportadores aumentaron, de un 36% del valor añadido bruto en 2004, al 41% en 2008. Mientras, los salarios permanecieron constantes.
Y ahí está la razón del discurso conservador-neoliberal. El objetivo no es la defensa de la economía o de la competitividad, sino de los intereses de las grandes empresas (incluyendo también, por cierto, a los bancos) a costa de los intereses de los trabajadores. Es lo que antes se llamaba lucha de clases, lo cual ahora se enmascara bajo el discurso de
Estos intereses empresariales y financieros son los que ahora están promoviendo con el mismo discurso en España, presionando para que exista un descenso de los salarios. Desean que los salarios bajen para que aumenten sus beneficios, argumentando que la reducción de los salarios hará mejorar las exportaciones y con ello
Y ahí está el meollo de la cuestión en España y en
El mejor determinante de las exportaciones españolas es el crecimiento de la capacidad adquisitiva de los países importadores, tales como Alemania (que depende del nivel de sus salarios). De ahí que la reducción salarial tanto en Alemania como en España (y en otros países de la eurozona) va precisamente en contra del aumento del comercio, pues deprime la demanda tanto doméstica como exterior, retrasando notablemente la capacidad de recuperación de las economías europeas.
Lo que está ocurriendo en la eurozona es que los intereses financieros y de las grandes empresas están utilizando la crisis, que ellos mismos crearon, para conseguir lo que siempre desearon: la reducción e incluso eliminación de los derechos sociales, laborales e incluso políticos de las clases populares en general y de la clase trabajadora en especial. Y esto es de lo que debe informarse a la población.
*Vicenç Navarro, catedrático de ciencias políticas y sociales