Los migrantes con éxito vuelven con cadenas de oro, los migrantes fracasados no vuelven. Otras razones son: no querer hacerse responsable de mantener a los hijos que dejaron, huir de deudas o de amenazas, haber cambiado de identidad, haber formado otra familia…Otras veces la desaparición no es más que una pérdida de contacto por extraviarse una dirección o un teléfono.
El día que bajó del tren un Cristo negro
Uno de los más conocidos símbolos de la solidaridad mexicana que recibió nuestra caravana fueron las mujeres de La Patrona. Norma Romero, líder de este grupo de mujeres, que desde 1995 preparan comida para los migrantes que pasan en el tren, recibió a la caravana el 17 de octubre. En esa comunidad, La Patrona (Veracruz), ya se conoce a estas mujeres como “Las patronas”. Norma confiesa que hacen eso por servir a Dios. Y relata cómo un día vio a un Cristo negro descender del tren. Era un centroamericano de piel negra, había recibido siete navajazos por defender a su novia de una violación, y lo bajaron del tren con los brazos abiertos. Parecía un Cristo crucificado. “Yo no sabía que en Guatemala se venera al Cristo negro. Después de ver a ese hombre yo siempre le daba gracias a Dios. Porque yo le había pedido a Dios que me dijera cómo servirle, y cuando él se mostró así, nos eligió para hacer el servicio”.
Los referentes religiosos estuvieron presentes desde el inicio de la Caravana. Las madres nicaragüenses pidieron una misa en la iglesia de Guadalupe de Chinandega, como un adelanto de la que días después se realizaría en la basílica de Guadalupe de México. Las oraciones en las vías del tren, las plegarias en cementerios y fosas comunes y las misas en albergues y parroquias expresaban un sentimiento, no de resignación sino de lucha y esperanza. Era la esperanza de poder abrazar a sus hijos y que los desaparecidos pudieran escuchar la frase que Juan Diego escuchó en el Tepeyac: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”. Solo cinco madres de esta caravana lograron ver realizada su esperanza.
¿Dónde están?
En sus primeros diez años de existencia COFAMIPRO había registrado 656 personas “desaparecidas”. Las clasificó según causales: de las 656 personas, 355 siguen desaparecidas, de otras 50 se sabe que están presas, 32 regresaron con amputaciones, 32 están en algún hospital en México, 18 fallecieron en la ruta, 144 aparecieron, 5 son víctimas de trata y tráfico de personas y 20 están secuestradas por bandas de narcos como Los Zetas.
El problema de los presos podría tener más fácil solución si los gobiernos de la región colaboraran compartiendo información. La cónsul de Nicaragua en México, informó de 700 nicaragüenses presos en ese país. Algunos no habían podido avisar a sus familiares de su situación, como pudieron comprobar las mujeres que participaron en la caravana del año 2011 al visitar las cárceles y recibir el encargo de avisar a las familias de algunos de los detenidos.
El problema de solución más difícil es el de la desaparición de personas víctimas de trata, aquí se mantiene a las víctimas en condiciones de clandestinidad y de aislamiento para que su familia no lo sepa.
Entre las causas de la desaparición hay que reconocer también el reclutamiento forzoso que practica el crimen organizado. En Saltillo, el obispo Raúl Vera y el sacerdote Pedro Pantoja, director del albergue para migrantes que recibió a nuestra caravana, señalaron que ellos han negociado la liberación de cuatro personas que ya estaban trabajando para esos ejércitos del crimen organizado.
¿Qué proponen las caravanas?
Una de las actividades realizadas en la capital de México por la caravana fue una conferencia de prensa ofrecida en la Universidad del Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz. Acompañaban el acto las cinco organizaciones que entonces llevaban el Albergue de Huehuetoca. Entre las propuestas que en ése y en otros pronunciamientos se plantearon podemos distinguir las que se refieren a los ya “desaparecidos”, de las que pretenden una prevención para que haya un tránsito seguro.
En cuanto a los migrantes “no localizados”, se exigen mecanismos institucionales y políticas regionales para resolver los casos, programas para la búsqueda de migrantes y de atención a sus familias. En cuanto a la prevención para que no haya más “desapariciones”, se le viene reclamando al gobierno de México limpiar la ruta migrante de criminales y de la corrupción del Instituto Nacional de Migración. Sobre todo, se le exige que deje de verse la migración como un tema de seguridad.
Lo esencial: documentos
Se demanda, documentar a los indocumentados. Si los centroamericanos pudieran entrar documentados en México, el crimen organizado no tendría tanta facilidad para sus extorsiones y secuestros, pues el migrante no tendría que ir colgado de un tren ni esconderse de las autoridades. Pero obtener una visa mexicana es casi imposible para un centroamericano medio, pues se piden requisitos tan imposibles como la solvencia económica.
En su comunicado de diciembre, el MMM ha vuelto a reclamar al gobierno de México que se cree “una sub-categoría de la visa de visitante a fin de documentar a la indocumentación”. Si esa visa no fuera posible, lo que se reclamaría sería la supresión de visas para los centroamericanos, algo que la misma OEA pidió al gobierno de México considerar. De hecho, países como Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, Panamá, Costa Rica o Belice, no necesitan visa para entrar en México.
Educar
Es evidente que todas estas demandas políticas y administrativas son importantes. Y urgentes. Pero no se puede eludir que tras el fenómeno de las personas migrantes desaparecidas hay también causas culturales que se deben denunciar y transformar.
Detrás de las desapariciones causadas por las redes de trata hay una cultura sexual machista que demanda y sostiene uno de los mayores negocios mundiales del crimen. La migración también está poniendo al descubierto la negativa de muchos hombres a asumir tareas de cuidado. Un estudio de 2011 de la OIM y de UNICEF en Guatemala revela que hay 640 niñas, con edades entre 10 y 14 años que, a causa de la migración, son ya cabezas de familia y responsables de sus hermanos menores, el cuidado se suele dejar en manos de la mayor de las hermanas.
En la Universidad del Claustro de Sor Juana, escuchamos a mujeres que sufren por la desaparición de sus hijas, muchas de ellas víctimas de las redes de explotación sexual.
Los desaparecidos que aparecen
A veces sólo se llega a la etapa anterior al encuentro: la localización. Y no se logra el encuentro por diversas razones: el migrante ya falleció y sus restos se identifican en una fosa común. O está vivo, pero en una situación personal que explicaría su falta de interés. Esto ocurre pocas veces.
Los migrantes con éxito vuelven con cadenas de oro, los migrantes fracasados no vuelven. Otras razones son: no querer hacerse responsable de mantener a los hijos que dejaron, huir de deudas o de amenazas, haber cambiado de identidad, haber formado otra familia…Otras veces la desaparición no es más que una pérdida de contacto por extraviarse una dirección o un teléfono, como le pasó al protagonista del último encuentro de nuestra caravana, en Huehuetán.
Localizar migrantes desaparecidos es el primer éxito que estas madres logran al asociarse. Desde su fundación en el año 2006, COFAMIDE ha logrado localizar a 50 salvadoreños vivos y a 16 ya muertos. En sus primeros diez años de existencia en Honduras COFAMIPRO había localizado a 144 migrantes desaparecidos.
Sembrando flores en las vías del tren
El logro más importante de estas caravanas es la esperanza que la lucha de estas mujeres ha abierto a toda la sociedad centroamericana, que se siente impotente ante la incompetencia de los Estados. Nuestros pueblos tienen que agradecer esa lucha.
Una de estas mujeres falleció poco después de concluir la caravana. Después de veinte años de no saber de su hija, la hondureña Emeteria Martínez la buscó y la encontró en el año 2010. Siguió en COFAMIPRO acompañando a otras mujeres y luchando por los derechos de los migrantes. A sus 74 años participó en la caravana y poco después, en enero falleció en El Progreso.
Le diagnosticaron infarto silencioso. Ciertamente, el fenómeno de los migrantes desaparecidos es como un infarto silencioso. Emeteria y las mujeres que se organizan para buscar a sus hijos han logrado que este fenómeno no sea silencioso. Lo han colocado en la agenda centroamericana generando esperanza, una esperanza que no sería posible sin la organización que exige respuesta a los poderes públicos. Esa esperanza la simbolizaron estas mujeres cuando sembraron flores en las vías del tren en el que viajan tantos migrantes centroamericanos.
“Porque vienen del odio”
Estas mujeres llevan dentro una fuerza tan antigua como la humanidad. Es la fuerza de los pobres, la fuerza del amor frente al odio.
Del odio entre hermanos de la guerra que sufrió Nicaragua en los años 80 huía el hijo de doña Teodora Ñaméndiz, con el que comenzaba este relato. Después de 32 años, en el Albergue Decanal Guadalupano, su hijo, Francisco Dionisio, la abrazó.
Lo que han hecho estas madres debería enseñarnos que todos los seres humanos formamos parte de una sola caravana. Es la caravana de la historia de la humanidad, que avanza hacia una sola familia y borra fronteras con abrazos. Para seguir avanzando hace falta despertar y descubrir que “estamos hasta la madre” de tanto odio. Y hace falta comenzar, con estas mujeres, a sembrar flores en las vías del tren.
Autor: José Luis González sj. (miembro del servicio jesuita para migrantes).
Madres sin fronteras buscan a migrantes desaparecidos (Primera parte)
( * Extracto)