Más de 300 millones de personas sufren persecución a causa de su fe

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Javier Fariñas es director de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada, y aborda desde su propia experiencia la persecución de cristianos en el mundo

«La persecución silenciosa es la más peligrosa». Así se manifiesta Javier Fariñas Martín, un espectador asiduo de las penurias por las que tienen que pasar numerosas personas en el mundo por su condición de cristianos.


Arabia Saudí, China, India, Paquistán, Egipto o Argelia, la lista de países que discriminan a las comunidades católicas simplemente por querer ejercer su fe es interminable.


Usted es director de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España, por su responsabilidad en AIN, ha viajado por algunos de estos países y ha podido ser testigo directo de estos episodios de violencia contra los cristianos. ¿Qué puede decirnos al respecto?


Los testimonios que conocemos en países donde la fe está perseguida ponen ante nuestros ojos, de forma nítida, el testimonio casi heroico (y a veces heroico hasta el martirio), de aquellos que con su vida hacen presente a Jesús en sociedades hostiles. Son vidas sin miedo a proclamar un ‘creo en Dios’ rotundo, sin rodeos, sin tener en cuenta las consecuencias. Aquí, incluso en nuestra vida cotidiana, tendemos a medir demasiado las consecuencias de nuestros actos, de nuestras palabras, incluso de nuestras omisiones.


Si nuestros hijos no pudieran estudiar porque somos católicos, ¿proclamaríamos abiertamente nuestra fe? Si tuviéramos dificultades para acceder a un empleo público, ¿iríamos a misa todos los domingos? Si nos racionaran los alimentos por seguir a Jesús, ¿pasaríamos hambre por ello? Los católicos en Palestina son discriminados y hostigados por ser católicos y por ser árabes. A pesar de ello, quieren seguir viviendo su fe allí, en el lugar en el que Jesús se entregó por todos nosotros.


¿Cuál es la labor que realiza específicamente AIN en las denuncias que recibe de cristianos que son perseguidos por su credo en sus propios hogares?


La labor que realiza una institución como la nuestra con los católicos perseguidos a causa de su fe se centra, en primer lugar, en el acompañamiento, la escucha y la cercanía que podemos ofrecer a aquellos que sufren a causa de su fe. A partir de ahí, debemos aportar lo que somos y lo que hacemos para reparar (anímica, espiritual y, también, físicamente) aquello que ha quedado dañado por la persecución. Y, desde luego, dárselo a conocer a la opinión pública. Una de las formas que tenemos es la edición bienal del Informe sobre Libertad Religiosa, que editamos desde hace casi una década, y que publicaremos en otoño de este año. En este informe, apoyándonos en la información difundida en medios de comunicación de todo el mundo, analizamos país por país cómo evoluciona la libertad religiosa en el mundo. Los datos, desde luego, son elocuentes, ya que más de 300 millones de personas en el mundo sufren persecución, discriminación u hostigamiento a causa de su fe. Es, probablemente, el colectivo más numeroso en todo el mundo que se ve atacado por querer mantener su identidad.


¿Cuáles cree que son las razones por las que los cristianos sufren la violencia fundamentalista y extremista?


Es muy difícil generalizar, porque los fundamentalismos y extremismos evolucionan de distinta forma y, sobre todo, surgen por motivaciones diferentes. En algunos casos el origen del extremismo es político, en otros, cultural. Hay ocasiones en las que la propia situación económica o determinados conflictos bélicos son capaces de provocar un recrudecimiento de la hostilidad hacia los cristianos. Sin embargo, hay un nexo común a todos ellos: en cualquier lugar del planeta la Iglesia católica promueve los derechos humanos, la justicia, la igualdad, la dignidad de la mujer, el valor de la vida… Y esa defensa implacable de la dignidad del hombre contrasta con los deseos de aquellos que ostentan el poder.


¿Cómo cree que se podría revertir esta situación de violencia y desprotección que viven los cristianos en numerosos países del mundo?


El trabajo de Ayuda a la Iglesia Necesitada se sustenta sobre un triple pilar: la oración, la caridad y la información. Las tres son igual de importantes. Estamos convencidos de que hay que denunciar una y otra vez, sin descanso, la vulneración sistemática de derechos que nuestros hermanos sufren, repito de nuevo, tan solo por creer en Dios.